En realidad tenía que haberlo imaginado, porque tanto a Floristán como a Barragán –de este último hace tan solo un par de meses– he dedicado en este mismo blog encendidos elogios. Su interpretación de las dos sonatas es portentosa: tengo recientísimas las versiones de Werner Fuchs y Elena Bashkirova –filmaciones del año 1996 editadas por Euroarts– y les puedo asegurar que estas no les van a la zaga. Los andaluces andamos a veces algo acomplejados y podría parecernos exagerada la afirmación de que un chaval de Sevilla y otro de Marchena tocan a Brahms con el mismo acierto que intérpretes internacionales de enorme altura. Pues así es.
¿Y cómo son estas versiones? Pues apasionadas ante todo, llenas de fuerza, de convicción y de comunicatividad, dentro de un enfoque en el que los aspectos líricos, aun estupendamente atendidos, no tienen la primacía, sino que se encuentran bien equilibrados con los más dramáticos, alcanzando incluso momentos verdaderamente tempestuosos. En este sentido, nuestros intérpretes parecen no mirar tanto ese mundo de la nobleza y la calidez brahmsiana como el de la agitación de Robert Schumann: tiene todo el sentido que en el programa de Sevilla sea el autor de la Renana quien ocupe la primera parte.
Sobre los artistas ni puedo concretar mucho. Si en otros clarinetistas podemos encontrar subyugante el control del fiato o la sensualidad de su línea, en Barragán sobresale la enorme cantidad de inflexiones expresivas con que interpreta, otorgando a su fraseo unas cualidades expresivas, diríase incluso que teatrales, que recuerdan un tanto a las de la voz humana. Floristán destaca por el empuje, la decisión y la fuerza con que aborda su parte, alejándose por completo de la neutra “rutina de acompañante” –llamémosle así- y compartiendo protagonismo al cien por cien con el clarinete; ni que decir tiene el pleno dominio de los recursos técnicos del piano está por completo garantizado.
El rumano Andrei Ioniţă sintoniza con sus colegas en lo apasionado de Brahms, y aunque por momentos hay algún detalle en el fraseo que no me ha convencido, encuentro muy atractivo el intenso dolor con que aborda su parte en el Trío: los tres artistas tienen bien claro que la música, o al menos esta música, no es para deleitarnos con sonidos más o menos hermosos, sino para interpretarla a tumba abierta. Así lo hacen y los resultados, perdonen que insista, son magistrales. Queda claro que mañana hay que pasarse por Sevilla. Clarísimo.
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