La Sofiensaal es un verdadero lugar sagrado para los
amantes del disco, porque allí se realizaron la mayor parte de las grabaciones
de la Filarmónica de Viena de los años cincuenta, sesenta y setenta: Solti,
Böhm, Karajan… Al discófilo bien informado no hay que decirle más. La antigua sala de baile conoció la ruina en los años noventa y sufrió
un incendio en 2001 que la puso al borde de la desaparición total. Pero en 2013
se culminó una restauración que ha salvado el edificio, aun convirtiéndolo en
un salón para eventos privados y en un hotel.
Como mi pensión quedaba a cinco minutos y era la hora de
comer, lo primero que hice fue acercarme a la Sofiensaal para tomar algo en el
restaurante trendy que han construido
en su lado derecho. ¡Imaginen la emoción al llegar! Como había apetito, primero
me tomé el Wiener Schnitzel –filete empanado típico de Viena que había que probar– y luego me dirigí a la puerta principal. Jarro de agua fría: lo que
te encuentras es el acceso a un gimnasio. Resulta que la Sofiensaal,
como luego descubrí que ocurre con la sala dorada de la Musikverein, no es un bajo
sino un primer piso. Tomé las escaleras de la izquierda, cutrísimas y todavía
con restos de los carteles de antaño, pensando en cuántas veces directores,
solistas y cantantes célebres habrían ascendido por ellas. Todo cerrado. Bajé y
tomé las de la derecha. Ahí sí que llegué a la recepción del hotel.
Imposible
pasar al interior de la gran sala, como me temía, pero muy amablemente me
permitieron acercarme a una puerta acristalada al fondo y verla desde el otro
lado del cristal. La verdad es que ha quedado preciosa. Me quedé soñando unos
minutos y luego me dirigí al metro para no llegar tarde a la Musikverein. Pero
eso se lo cuento a ustedes en otro momento, que ahora me toca descansar.
PD. Perdonen la baja calidad de las imágenes. Mi talento no da para más.
PD. Perdonen la baja calidad de las imágenes. Mi talento no da para más.
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