domingo, 1 de abril de 2018

La Pasión (feminista y de izquierdas) según John Adams

El agotamiento me ha llevado a que por primera vez en muchos años me quedara en casa el Sábado Santo en lugar de ir a ver la Semana Santa de Sevilla: la edad pasa factura. Decidí pasar la tarde viendo y escuchando, a través de la Digital Concert Hall de la Filarmónica de Berlín, un oratorio muy apropiado para estas fechas: The Gospel According to the Other Mary, un encargo de Gustavo Dudamel y la Filarmónica de los Ángeles con música de John Adams sobre libreto de su habitual Peter Sellars.


Este último toma como protagonista a esa peculiar fusión que ha realizado la tradición entre las figuras de María la hermana de Marta y Lázaro –por un lado– y María Magdalena –por otro–, para dramatizar momentos como la resurrección de Lázaro y la unción en Betania, ofrecernos luego las principales secuencias pasionistas y terminar con la escena del sepulcro en la mañana del Domingo de Pascua. Ahora bien, Sellars incorpora textos de autores de lo más diverso –desde Hildegard von Bingen hasta Primo Levi pasando por Rubén Darío– con la intención de interpretar la Pasión desde el punto de vista del activismo político progresista, y por ende adoptar un posicionamiento ideológico que, además de confesadamente feminista, resulta muy cercano a ese cristianismo que fue perseguido desde la Congregación de la Doctrina de la Fe por el muy siniestro Joseph Aloisius Ratzinger –más tarde Benedicto XVI– a petición del no menos inquietante Karol Józef Wojtyła​, esto es, del recientemente canonizado Juan Pablo II. Nos encontramos, pues, ante un libreto que nada a corriente dentro de la oleada conservadora que nos ha venido encima a lo largo y ancho del planeta. Postura a mi entender muy valiente por parte de Adams, de Sellars, de Dudamel y de quien dirigió la página en este concierto berlinés del 28 de enero de 2017: Sir Simon Rattle.

En su momento empecé a escuchar la grabación oficial de Dudamel editada por Deutsche Grammophon: la quité a los tres cuartos de hora porque me aburría. Esta vez no solo he aguantado hasta el final, sino que me ha gustado mucho. Y no porque la interpretación sea mejor –probablemente sí lo sea, por la increíble calidad de la orquesta alemana–, sino porque he contado con un buen resumen del libreto que me ha permitido seguir la acción (ver aquí). También porque viendo, obviamente, a uno le llegan mucho mejor las cosas que solo escuchando. Concretando un poco, debo dejar constancia de que el primero de los dos actos me ha parecido interesante pero algo más largo y reiterativo de la cuenta –el minimalismo, o lo que quiera que sea esto, se me hace cuesta arriba–, mientras que el segundo me ha fascinado. A mi manera de ver, además de ser extremadamente fácil de escuchar y comunicativa a más no poder, esta música posee una considerable elevación poética; y si cuando se pone más “política” flaquea un tanto en los pentagramas, cuando llega la hora de generar atmósferas oníricas, de espiritualidad inquietante y cargadas de pesimismo (¡impresionante toda la escena del Gólgota!), recibe por parte del compositor norteamericano una perfecta mezcla entre solidez técnica, sinceridad expresiva e inspiración.

La dirección de Sir Simon Rattle es a todas luces sensacional, entre otras cosas por poner de relieve la excelencia de una escritura orquestal en la que sobresale las muy sugerentes pinceladas del bajo eléctrico y –sobre todo– el címbalo, instrumento omnipresente a lo largo de toda la partitura y utilizado con enorme acierto. La Berliner Philharmoniker está increíble, como también el Rundfunkchor Berlin. Con la excepción del Lázaro de Peter Hoare, el resto del elenco es el mismo que el de Dudamel: las estupendas mezzos Kelley O'Connor y Tamara Mumford –María y Marta respectivamente– y más el trío de contratenores formado por Daniel Bubeck, Brian Cummings y Nathan Medley.

El público berlinés respondió con un entusiasmo a mi entender muy justificado, y aplaudió con calidez no solo a los intérpretes sino también a Adams y Sellars, que se desplazaron a la capital alemana para la ocasión. Me permito recomendarles a ustedes que, si les resulta posible (aquí va el enlace: hay que pagar), vean este concierto. A mí me ha emocionado.

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