Me quedaron en el tintero los dos conciertos a los que asistí el pasado
domingo 12, correspondientes al Festival de Música Española de Cádiz. Si la tarde
anterior había estado en El Puerto de Santa María escuchando a la
Filarmónica de Málaga, la mañana siguiente fui al Gran Teatro Falla a escuchar a
la Sinfónica de Sevilla. Abiertamente superior a su compañera, cosa que ya
sabíamos pero que al escuchar a las dos en días consecutivos queda más meridianamente
clara. Otra cosa es que la mayoría de sus miembros permanecieran durante el
concierto con una cara de póker que evidenciaba cierta incomodidad,
no sé si por el hecho de tener que desplazarse hasta la costa gaditana
para tocar en horario matutino, por el de soportar un frío considerable dentro del teatro o por el de lidiar con un programa dedicado
a la música de cine, un género al que –me consta de buena tinta– sigue teniendo
poderosos detractores en Andalucía.
A mí me pareció una excelente idea que Fernando Velázquez dirigiera una
amplia selección de las bandas sonoras que viene escribiendo desde hace ya casi
dos décadas, antes para cineastas españoles y ahora también para Hollywood.
Dicho esto, creo que el compositor vasco responde exactamente a las
circunstancias que marcan al resto de sus compañeros de generación, e incluyo aquí a los más prestigiosos a
nivel mundial, con los que se puede codear perfectamente y comparte tanto virtudes como
limitaciones.
Entre las primeras, un incontestable dominio de la escritura
sinfónica, gran capacidad para saltar de un lenguaje musical a otro –siempre en
función de las características de la película de turno– y una extraordinaria
habilidad para integrarse con la imagen. Entre las segundas, una evidente falta
de personalidad musical propia. No, no es nostalgia mía por los tiempos pasados.
Cuando yo era joven, allá por los años ochenta, los más reputados creadores para
la pantalla grande resultaban inconfundibles: Jerry Goldsmith, John Williams,
John Barry, Ennio Morricone, Maurice Jarre, Georges Delerue, los ya veteranos
Elmer Bernstein y Henry Mancini… También los por entonces muy jóvenes Hans
Zimmer y Danny Elfman tenían un lenguaje propio, y solo James Horner, de entre
los realmente grandes, resultaba un tanto indiferenciado. Entre las nuevas
generaciones creo que no ha aparecido ni uno solo con semejante personalidad. Se
parecen demasiado los unos a los otros. ¡Incluso a Elfmann cuesta hoy distinguirlo de otos colegas! Y la inspiración parece haberse perdido casi definitivamente. Conociendo todos los
resortes dramáticos de la creación cinematográfica, estos señores componen
magnífica música de cine, pero no una gran música.
Claro que esto no impide que nos lo podamos pasar estupendamente escuchando
sus creaciones en concierto, fuera de su medio natural. Y eso justamente fue lo
que hice el domingo. Conocía la mayoría de estas partituras gracias a las
películas. Me gustan especialmente El orfanato, Devil (La
trampa del mal), Un monstruo viene a verme y, sobre todo, Crimson
Peak (La cumbre escarlata), que me parece una obra de singular
hermosura. Simpáticos los temas para las dos películas de Zip y Zape.
Poco me interesan, por el contrario, cosas como Hércules, Ocho
apellidos vascos o, por descontado, Orgullo + Prejuicio + Zombies.
Estas dos últimas no fueron incluidas en el programa, aunque sí se nos ofreció
entre las propinas el estreno mundial de El secreto de Marrowbone, a mi
entender no muy estimulante. Seguro que en el futuro nos ofrecerá cosas de mayor relevancia.
En lo que a las interpretaciones se refiere, la ROSS se mantuvo en el nivel
en ella habitual y el Coro Ziryab de Córdoba se comportó con enorme
profesionalidad. El compositor hizo un muy buen trabajo empujando la batuta y se
mostró simpatiquísimo con el público. Al final, una estupenda sorpresa: apareció
Pasión Vega y cantó una de Carlos Cano en arreglo del propio Velázquez que
procedía de uno de los dos discos grabados conjuntamente. Fue lo más aplaudido
de una mañana para el disfrute sin complejos. Todo lo contrario de lo que
ocurrió esa noche en el Teatro Villamarta con el nuevo y fallido espectáculo de
Fahmi Alqhai, del que a lo mejor escribo otro día. O no.
Un cajón de sastre para cosas sobre música "clásica". Discos, conciertos, audiciones comparadas, filias y fobias, maledicencias varias... Todo ello con centro en Jerez de la Frontera, aunque viajando todo lo posible. En definitiva, un blog sin ningún interés.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
El Trío de Tchaikovsky, entre colegas: Capuçon, Soltani y Shani
Si todo ha salido bien, cuando se publique esta entrada seguiré en Budapest y estaré escuchando el Trío con piano op. 50. Completada en ene...
-
Me permito rendir un pequeño homenaje a Beethoven en su 250 cumpleaños con esta breve comparativa de la Novena que he improvisado recogiendo...
-
ACTUALIZACIONES 2.IX.2024 Pasamos de 54 grabaciones a 76. 19.X.2022 Publiqué una cata de solo quince grabaciones en junio de 2019, pasé a cu...
-
Al hilo de la lujosa exposición que ofrece Murcia en torno a Alfonso X en la que se reúnen por vez primera los cuatro códices de las Cantiga...
No hay comentarios:
Publicar un comentario