Tras la presentación al alumnado el pasado viernes, comienzan hoy las clases de enseñanza secundaria del curso 2017/18. Al igual que el anterior, voy a trabajar exclusivamente en la educación de adultos, lo que significa hacerlo en horario vespertino. Son muchas las ventajas, y no pocos los inconvenientes. Nada de levantarse temprano, pero a cambio se llega a casa bien entrada la noche. Conviene cenar durante el recreo. El tiempo de descanso es el de la mañana, lo que significa no relajarse del todo: el número de horas libres es el mismo, pero antes de acudir al trabajo uno permanece "en tensión" y no desconecta del todo. Sí, las clases habrá que preparárselas en una hora del día o en otra, pero no da igual hacerlo tomando el café y las galletas sabiendo que no se acudirá a clase hasta el día siguiente, que siendo consciente de que hay que ir allá en tan solo unas horas. El ambiente en el aula es mucho menos tenso con adultos. Bueno, siempre hay quien no para de charlar, o reivindica que le aprueben sin alcanzar unos mínimos, pero lo cierto es que no se masca ese ambiente de enfrentamiento total en el que en todas partes se está convirtiendo la enseñanza secundaria debido a unos menores cada día más hiperprotegidos y más subidos a la parra.
Ya les digo que hay aspectos positivos y negativos en esta decisión. Sea para bien o para mal, comienzan esas tardes largas y melancólicas impartiendo clases en el mismo centro educativo donde yo mismo fui alumno no hace tanto.
¿Y por qué les cuento esto? Primero, para que sepan que de lunes a viernes no podré atender el blog por la tarde, solo por las mañanas. Las entradas programadas –tengo muchas en la nevera escritas desde agosto, con la intención de disponer de más tiempo ahora para mi trabajo en el instituto– saldrán a las tres de la tarde. Segundo, para deja constancia de que este curso también me toca prescindir de mucha música en directo. Y de teatro, y de cine. También de ópera en cine, aunque el ciclo del Metropolitan en los Yelmo es los sábados y sí que podré acudir con regularidad.
¿Viajes musicales? A Sevilla sábados y domingo, cuando haya algo. Lo de Madrid y Valencia se ha acabado casi por completo: en mi exilio en la Sierra de Segura no era complicado, pero desde Jerez resulta demasiado lejos y demasiado caro. No obstante, me gustaría ver
Die Soldaten en el Real y
Peter Grimes en Les Arts. Estoy a la expectativa de una posible visita de Barenboim y la WEDO a Andalucía, pero no he logrado averiguar nada al respecto. Tengo claro que el de Buenos Aires es en la actualidad el artista que me puede proporcionar más gratas experiencias musicales, así que tengo que hacer todo lo posible para escucharle. Su recital pianístico en Madrid cae en muy mala fecha: tendría que pedirme un día de asuntos propios, lo que duplicaría el ya muy considerable precio de la entrada de Ibermúsica. Veremos.
2 comentarios:
Me alegro de que te hayan destinado junto a tu familia, tus vinos y tus playas. Pero en Jaén echaremos de menos a un filarmónico (sí, melómano soy yo...) de tu talla. Tenía la ilusión de que volvieras alguna vez por Úbeda, o acercarme yo a Siles a saludarte a ti y a mi amigo el inefable Laureano Luna, al que también conoces... Espero que el respeto y el interés de los mayores reafiancen tu fe en la docencia.
Un fuerte abrazo, Fernando, y espero que encuentres medianamente interesantes mis aportaciones a tu blog.
Un fuerte abrazo,
Rafa
Gracias por tus palabras, Rafael, y por tus aportaciones, que son siempre bienvenidas.
Mi fe en la docencia sigue inquebrantable: es lo que más me gusta. Pero también es cierto que la cosa va a peor.
Me gustaría volver a Siles muchas veces en mi vida, aunque no es fácil, pues exige seis horas de coche. Debo añadir que la provincia de Jaén me ha aportado muchas cosas positivas, pero yo no le he aportado a ella absolutamente nada -salvo un par de notas al programa- escribiendo sobre música. Mi única aportación, no sé si buena o mala, han sido mis clases. Un abrazo.
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