Esta semana la interpreta la Orquesta Sinfónica de Sevilla contando con Benjamin Grosvenor como solista. Las cosas que le he escuchado a este chico en discos me hacen pensar que se trata de un nuevo bluf: la agilidad y limpieza de su mecanismo son alucinantes, como lo es también su capacidad para regular el volumen, pero el sonido de su piano carece de densidad y su expresividad oscila entre una delicadeza mal entendida –indolencia cercana a la cursilería– y la más mecanográfica exhibición de virtuosismo. Dudo mucho que el joven pianista británico sea capaz de acertar ni con la ironía ni con el profundo dolor que, a mi modo de ver, anidan en la página. No, no quiero ver cómo transforman una de mis obras favoritas en un mero divertimento, así que me mantendré alejado del Maestranza.
Al mismo tiempo, quiero expresar mi desacuerdo con las notas al programa escritas por Martín Llade y disponibles en el siguiente enlace, porque transmiten una imagen a mi entender equivocada de esta obra que, ya les digo, toca mi fibra sensible de manera especial. Desde el más absoluto de los respetos al señor Llade, no puedo compartir la afirmación según la cual en esta partitura “todo es luminosidad, sencillez y espíritu risueño”. Tampoco que “es en el movimiento central donde Shostakóvich parece mostrarse más inspirado y tierno, logrando un inocente pero eficaz contrapunto a la alegría sin ambiciones de los allegri”. A mi entender, ni hay inocencia en el Andante ni alegría sin ambiciones en el resto. Si Grosvenor camina por ese sendero –probablemente lo hará– y Pedro Halffter también –eso no puedo saberlo–, escasa justicia se le hará a la partitura.
Como ven, no puedo resistirme a dar mi propia opinión sobre la obra. Por eso mismo he salido de mi piloto automático e improviso aquí una discografía comparada a partir de las notas que ya tenía tomadas en mi bloc particular desde hace tiempo. Me encantaría que sirvieran para que los melómanos descubrieran que en este concierto hay mucho más de lo que a primera vista parece y de lo que el propio compositor –especialista en mentir sobre su propia obra, como es bien sabido– estaba dispuesto a reconocer. Adelanto ya cuál me parece la grabación de referencia: Leonard Bernstein al piano y a la batuta en la añeja grabación para CBS.
1. Dmitri Shostakovich. Cluytens/Nacional de la Radio de Francia (EMI, 1958). Irregular el maestro flamenco con una dirección solo correcta en el movimiento central pero espléndida en los extremos, llenos de fuerza, entusiasmo y dinamismo sin caer en lo trivial ni lo meramente humorístico, sino con mucha garra dramática. Eso sí, se puede reprochar su tendencia a precipitarse. Quien defrauda seriamente es el propio compositor, quien parece avergonzarse de la expresividad de su obra hasta el punto de resultar mecánico en los movimientos extremos y bastante frío en el central, que aborda como si fuera un mero interludio. ¿Un caso más de compositor incapaz de traducir en sonidos las maravillas que él mismo escribe en sus pentagramas, o más bien el perpetuo deseo de Dmitri Dmítrievich de ocultar las verdaderas intenciones expresivas de su música lanzando pistas falsas? (7)
2. Bernstein/Filarmónica Nueva York (Sony-Praga Digitals, 1962). Tanto al piano como dirigiendo, el aún joven Lenny demuestra comprender perfectamente el universo del compositor ofreciendo una interpretación entusiasta y sincera, que desprende frescura y desparpajo –comunicativos a más no poder los movimientos extremos– sin dejar de hurgar en los aspectos corrosivos de la obra. Muy hermoso y sentido el movimiento central, aunque se pueda preferir más lento y contemplativo. Queda claro que Bernstein no pretende romantizarlo en exceso, y hace bien: una cosa es que suena chopiniano o incluso a lo Rachmaninov y otra es perder de vista que esta obra es de Shostakovich. El sello Praga Digitals ha reeditado la grabación en un SACD que suena bastante potable. (10)
3. Ortiz. Berglund/Sinfónica de Bornemouth (EMI-Brilliant, 1975). Interpretación muy hermosa y bien trazada, de adecuada sensibilidad en el Andante, pero no del todo clara por parte de la orquesta y, en general, un tanto naif. Prescindible. (7)
4. Dmitri Shostakovich. Maxim Shostakovich/I Musici de Montreal (Chandos, 1985?). Tiene morbo este disco: dirige la persona para quien la obra fue escrita, Maxim Shostakovich, y a su vez éste deja a su propio hijo la parte del teclado. Resultados insatisfactorios: como suele ser habitual cuando dirige la música de su padre, Maxim se muestra centrado y solvente, sin salidas de tono, pero no del todo comprometido y escasito de verdadera emoción. El nietísimo toca muy bien pero se muestra superficial, meramente virtuosístico en los movimientos extremos y algo trivial en el central. Como su abuelo, vamos. La toma sonora es espléndida a pesar de la abundante reverberación. (7)
5. Ortiz. Ashkenazy/Royal Philharmonic (Decca, 1989). Como en su grabación anterior, la pianista brasileña ofrece una recreación lírica y sensible, también un tanto naif, sin esa ironía típica del compositor, pero ahora se muestra algo más entusiasta y matizada, así como más conmovedora. Defrauda la batuta, tan solvente y aseada como falta de compromiso, además de no del todo clara. (7)
6. Leonskaja. Wolff/Orquesta de Cámara de Saint Paul (Teldec, 1991). Una lectura depurada y esencial, por completo ajena al romanticismo, mucho antes desolada que evocadora en el segundo movimiento, y ante rebelde que jovial en los extremos. Leonskaja resulta muy trágica (¡cómo se nota la herencia de Richter en esta señora!) y evita lo chopiniano. Magnífica la orquesta, admirablemente diseccionada. La lectura de Bernstein resulta en conjunto más emocionante que esta, pero aquí es quizá donde se profundiza más en el universo shostakoviano. Imprescindible. (10)
7. Rudy. Jansons/Filarmónica de Londres (EMI, 1997). En perfecta sintonía conceptual con la batuta, el pianista francés se lanza sin rubor a ofrecer una versión abiertamente romántica del segundo movimiento, ensoñada a más no poder pero en absoluto blanda o hedonista, sino muy poética, sincera y emocionante. A los movimientos extremos les falta un poco de garra y electricidad, sobre todo por parte de la batuta. Lástima. (8)
8. Bronfman. Salonen/Filarmónica de Los Ángeles (Sony, 1998). Menos analítico y más comunicativo que lo habitual el director finés, armado de su habitual sonido poderoso el pianista ruso, los dos artistas nos entregan una versión enérgica, con nervio, pasión y garra, pero siempre controlada y capaz de cantar con el vuelo lírico debido el Andante, todo ello sin caer en la tentación de romantizar en exceso la página. (9)
9. Hamelin. Litton/Sinfónica de la BBC Escocesa (Hyperion, 2003). Haciendo gala de un sonido bastante afilado y de una gran agilidad, el canadiense Marc-André Hamelin apuesta por una interpretación particularmente angulosa de los movimientos extremos, siempre llena de fuerza, pero en el tercero se deja llevar por lo cuadriculado y meramente virtuosístico. El central, muy lento y fraseado con gran sensibilidad, es bellísimo, muy romántico, melancólico y triste, pero no blando. La batuta sintoniza plenamente con el concepto y dirige con gran compromiso. (8)
10. Goodyear. Eschenbach/Philadelphia (Philadelphia mp3, 2006). Una realización irreprochable desde el punto de vista técnico pero equivocada desde el expresivo, porque tanto director como solista –este último más bien plano y poco variado en el toque– eluden por completo tanto el pathos como la ironía para decantarse por una visión amable, lúdica y hasta coqueta que no convence en absoluto. (6)
11. Matsuev. Gergiev/Mariinsky (Mariinsky, 2009-10). Dirección vistosa, enérgica y entusiasta, pero algo tosca y de cara a la galería. O sea, puro Gergiev. Pianista muy ágil pero cuadriculado, insensible, por lo que flojea de manera considerable el segundo movimiento. Muy bien el tercero, por el contrario. (7)
12. Melnikov. Currentzis/Orquesta de Cámara Mahler (Harmonia Mundi, 2010). Pianista sensible y matizado, alejado por completo de lo cuadriculado y de lo percutivo, que sabe desplegar lirismo al tiempo que alcanza un buen equilibrio entre lo humorístico y lo dramático, sin caer en la trivialidad pero también sin cargar las tintas. Particularmente flexible e imaginativo el Andante, muy emotivo y melancólico. Currentzis ofrece una dirección comprometida, con gran atención a las maderas, acentuando los contrastes entre los dos movimientosextremos y el segundo, muy lento y ensoñado, pero no blando sino doliente. Gran acierto. (9)
13. Korobeinikov. Kamu/Filarmónica de Lahti (Mirare, 2011). Solista y director –también la orquesta, ahora mejor empastada– no se encontraban tan a gusto con la ironía de Primer concierto como aquí en el Segundo, donde pueden dar rienda suelta a su interés por subrayar la el profundo lirismo trágico de la música del autor en un Andante particularmente lento (7’35’’, todo un récord) que rezuma desolación. Los movimientos extremos, llenos de entusiasmo, están francamente bien, sin llegar al entusiasmo desbordante de un Bernstein. El pianista está un punto mecánico por momentos. Espléndida la toma sonora. (9)
8 comentarios:
Muchas gracias por su blog y sus referencias, siempre que puedo las leo. Shostakovich es uno de mis compositores favoritos(hasta el punto de que mi perro lleva su nombre), también la música en directo es una de las cosas que más aprecio. Y no me extraña que elija, más allá de la personalidad y cualidades de los interpretes, la versión discográfica menos manipulada, la más cercana a una grabación en directo. Me agradaría leer en su próxima entrada de blog que ha acudido al Maestranza para disfrutar en directo de esta versión y luego confirmara o no lo que ha escrito. La música en directo tiene un extraño poder, ¡corra el riesgo aunque sea para confirmar lo que ha escrito!. Ya me gustaría a mi poder elegir ir o no a ese concierto. GRacias de nuevo.
Muchas gracias. Desdichadamente, además de lo mucho que desconfío del joven británico a la hora de interpretar este concierto, hay otras razones que me mueven a quedarme hoy en Jerez. Entre ellas, que mi madre sale el viernes muy temprano hacia Berlín y tengo que ayudarla a llevar las maletas al autobús.
Ojalá Grosvenor se muestra comprometido y ofrezca todo el dolor y el sarcasmo que, junto con la jovialidaidad y el entusiasmo que sin duda también hay que entregar en esta obra. Me encantaría que el público del Maestranza se enamorase de ella como yo lo estoy. Un cordial saludo.
Yo estuve ayer en el concierto y cómo dice el anterior comentario la música cambian en la sala en directo.Yo no conocía el concierto, desgraciadamente xq me lo he perdido durante toda mi vida es alucinante pero a mi me pareció mucho más que correcta su interpretación X parte dela pianista cómo de la orquesta.
Yo estuve ayer en el concierto y cómo dice el anterior comentario la música cambian en la sala en directo.Yo no conocía el concierto, desgraciadamente xq me lo he perdido durante toda mi vida es alucinante pero a mi me pareció mucho más que correcta su interpretación X parte dela pianista cómo de la orquesta.
Empiezo diciendo mi gran sorpresa xq no conocía la obra, eso que me he estado perdiendo toda mi vida imperdonable. Para seguir digo como el anterior comentario la música y la interpretación en vivo cbia todo.A mi me pareció una interpretación tanto por parte del pianista cómo X la orquesta y dirección más que correcta en palabras me impactó y hoy vuelvo a repetir.
Empiezo diciendo mi gran sorpresa xq no conocía la obra, eso que me he estado perdiendo toda mi vida imperdonable. Para seguir digo como el anterior comentario la música y la interpretación en vivo cbia todo.A mi me pareció una interpretación tanto por parte del pianista cómo X la orquesta y dirección más que correcta en palabras me impactó y hoy vuelvo a repetir.
Muchas gracias por tu aportación, Macarena. Me alegra mucho que te gustara la obra.
Si yo viviera en Sevilla, aun desconfiando de los resultados artísticos, iría a escuchar el concierto. Pero desde Jerez, entre otras cosas, me supone un gasto considerable (entrada+gasolina+peaje autopista) que no creo que me compense. En mi ciudad no hace muchos años teníamos una excelente programación, pero ahora tenemos que desplazarnos. Lástima. Claro que el año que viene será para amí aún peor, porque vuelvo a la sierra segureña y allí sí que hay que desplazarse muchos kilómetros. ¡Qué le vamos a hacer! Un saludo.
Sólo puedo intervenir para hablar de lo que conozco y es para elogiar ese extraordinario disco (el nº 2) del artículo, con los dos conciertos para piano de Shostakovich y el nº 1 para cello. Es un disco SONY, donde complementando la información que ya consta, el concierto nº 1 lo toca Previn y el de cello Yo-Yo Ma. En este último caso el director es Ormandy y la Orquesta, Filadelfia. En los de piano la Orquesta es la NYP.
Editado en 2001, no leo en ningún caso que haya sido remasterizado en esa fecha; aún así el sonido es muy bueno, de gran nitidez y presencia.
Precioso disco donde todas las interpretaciones parecen estar a la altura de las mejores.
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