domingo, 19 de abril de 2015

Dudamel dirige Richard Strauss

Busco información sobre este disco en internet y la mayor parte de las valoraciones resultan ser tibias o abiertamente negativas. Ángel Carrascosa, por su parte, lo puso muy bien en las páginas de Ritmo. Yo he tenido por fin la oportunidad de escucharlo, concretamente en una descarga en sonido HD que le otorga singular presencia a esos sonidos graves tan relevantes en una orquesta como la Filarmónica de Berlín. La verdad es que he obtenido una impresión positiva, aunque un tanto desigual, de estas lecturas registradas en vivo de Así habló Zaratustra, Till Eulenspiegel y Don Juan en las que Gustavo Dudamel dirige a la sensacional formación alemana en conciertos correspondientes a marzo de 2012 (el primero de los poemas sinfónicos citados) y febrero de 2013 (resto), aunque me advierte Ángel que las tomas no son exactamente las mismas que se pueden ver en la Digital Concert Hall: él me asegura que el Zaratustra del vídeo, correspondiente al 28 de abril, es superior al del audio, que procede de conciertos celebrados en días consecutivos. Yo no tengo tan claro este punto, pero ahí va mi opinión.

Dudamel Strauss Zaratustra

Tras una poderosa, soberbia introducción, el maestro venezolano ofrece una interpretación cálida y comprometida de la partitura inspirada en Nietzsche, alcanzando el punto justo entre brillantez, hedonismo sonoro bien entendido y sentido dramático. Se puede echar de menos un clímax central –el de Der Genesendemás escarpado, o una mayor chispa e incisividad en Das Tanzlied , así como en general unos contrastes más marcados; es decir, justo lo que conseguirá con la misma orquesta Andris Nelsons en octubre de 2014, sensacional lectura disponible en la Digital Concert Hall. En cualquier caso la de Dudamel es muy convincente, siempre y cuando se acepte una recreación más lírica que visionaria de la página.

La de Don Juan es una interpretación muy bien trazada, apreciable por su sensualidad, elocuencia y perfecto control de los medios, pero algo más suave de la cuenta, falta de toda la incisividad, el fuego y el sentido dramático que demanda la partitura, por lo hablar de esa especialísima magia sonora que aquí no termina de brotar. Un Böhm, un Karajan o un Barenboim han logrado con la misma orquesta cosas mucho más interesantes. Notable alto, pues, pero solo eso.


Till Eulenspiegel es lo que me ha gustado menos: visión demasiado inocente, incluso naif, la del maestro venezolano. Incuestionablemente dirige con entusiasmo, su dominio de la orquesta es grande y obtiene de ella unas apreciables dosis de calidez y sensualidad, pero la incisividad, la ironía y la mala leche que también son importantes en esta obra quedan en exceso difuminadas. No es suficiente para quien se perfila como uno de los principales candidatos al podio de la Berliner Philharmoniker.

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