jueves, 9 de abril de 2015

Conciertos de Schoenberg por Kubelik

Arnold Schoenberg escribió su Concierto para violín en 1936, ya en su fase californiana, ateniéndose en todo momento a la técnica dodecafónica que él mismo había desarrollado años atrás; conoció su estreno en 1940 bajo la batuta de Leopold Stokoswki. El mismo maestro estrenó cuatro años más tarde el Concierto para piano, obra que de nuevo seguía el dodecafonismo pero buscando una mayor inteligibilidad. Relativamente, claro: se trata de dos partituras de extrema dificultad para el oyente. Ahora bien, como las dos páginas protagonizan el nuevo lanzamiento de Peral Music y Daniel Barenboim –que toca en una y dirige la otra, en ambos casos junto a la Filarmónica de Viena–, me ha parecido oportuno volver a escuchar las versiones “de toda la vida”, las que seguramente han dado a conocer las dos partituras a varias generaciones de oyentes: las que grabó Rafael Kubelik para Deutsche Grammophon en 1971 al frente de su Orquesta Sinfónica de la Radio Bávara, contando con Zvi Zeitin y Alfred Brendel como solistas.

Schoenberg Conciertos Kubelik lp

En la primera de las obras, un violín asombrosamente sólido, pleno de virtuosismo y magníficamente tensado –reconozco no haber escuchado nunca antes a Zeitin–,  junto con una batuta ágil, incisiva y teatral, pero capaz también de ofrecer atractivas veladuras y plegarse a muy sutiles matices, se integran perfectamente para ofrecer una interpretación expresionista por excelencia, ardiente y  dramática, de temperamento bien controlado y siempre comunicativa. ¿Se agotan aquí las posibilidades expresivas de la obra? Creo que no, pero los resultados son espléndidos.

Schoenberg Conciertos Kubelik CD

En el Concierto para piano Kubelik es más claramente él mismo. Quiero decir con esto que, además de mostrarse vehemente y sincero –no hay ni rastro de intelectualismo en su lectura–, no se limita a subrayar con intensidad los aspectos expresionistas de la obra, sino que atiende también a vertiente lírica de la partitura. Por esta última se decanta más bien Alfred Brendel, quien parece plantear una cierta oposición entre el refinamiento del piano y la virulencia de la orquesta. De nuevo el resultado es muy convincente, aunque las cosas se puedan abordar de otra manera. En cualquier caso, disco muy recomendable, sobre todo si se encuentra en la serie barata Eloquence (es precisamente la edición que yo tengo: suena bien).

En la próxima entrada espero decir algo del lanzamiento de Barenboim.

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