Estaba cantado que la orquesta que estrenó la obra –la de Dresde– tenía que volver a grabarla con su nuevo titular, quien desde luego demuestra su contrastada sintonía con el universo de Richard Strauss en una recreación que evita caer en el excesivo ternurismo de la que registró en 2000 para Deutsche Grammophon –la de 2011 en Salzburgo no la conozco–, mientras que sigue ofreciendo colorido, elocuencia y muy acertados matices expresivos.
A pesar de ello, las cosas no terminan de alcanzar el mayor nivel posible: la introducción resulta algo nerviosa, a la salida del sol le falta grandeza, hay algún que otro momento en el que falla la concentración y, en general, se echan de menos el refinamiento de las texturas, la poesía y la magia sonora del citado Karajan, que firmó en 1981 la que para mí sigue siendo la versión de referencia. La Staatskapelle de Dresde rinde de manera formidable, por descontado, aunque los metales no son comparables a los de las mejores formaciones europeas. Muy notable interpretación, pues, pero solo eso.
Más que eso, es decir, una seguramente no referencial pero sí magnífica interpretación, es la que nos ofrece el tantas veces pretencioso y mediocre Harding. El ya no tan joven maestro británico nos da aquí la monumental sorpresa con una lectura de perfecto idioma, excelente trazo, buen aunque no excepcional trabajo con las texturas –espléndida la cascada– y muy considerable inspiración poética, que se encuentra llena de grandeza sin retórica en sus clímax y, en el plano conceptual, alcanza un admirable equilibrio entre lo descriptivo y lo filosófico: tras una tormenta muy lograda, toda la sección final se eleva a cotas realmente emotivas de amarga reflexión sobre la condición humana.
Lo menos extraordinario de la realización de Harding es la sección digamos paisajística, donde sobra algún portamento y hay ciertos coqueteos con ese ternurismo al que antes hacíamos referencia. Espléndida la orquesta nipona (¡con Baborák como primera trompa!). La toma sonora, siendo más que notable, no es la mejor de las posibles, aunque en 24bit/96khz, que es como yo la he escuchado pasando los archivos HD disponibles en Internet a DVD-Audio, la percusión alcanza un relieve abrumador.
Ya dije que mi interpretación favorita es la de Karajan de 1981. Aprovecho para añadir que, en una línea muy distinta, me parece casi igual de admirable la de Barenboim, y que también me gustan mucho las Maazel, Nelsons, Sinopoli, Luisi, Wit, Haitink e incluso Previn, por este orden. ¿Y la mítica de Kempe también con Dresde? Pues esa un poco menos, la verdad. Algún día recopilaré mis notas y ofrecerá una discografía comparada.
2 comentarios:
¿Solti?
La de Solti me parece una versión muy irregular, a ratos espléndida, a ratos nerviosa e incluso precipitada. Me gusta bastante menos que cualquiera de las que he citado. Saludos.
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