lunes, 7 de octubre de 2024

Concierto para piano nº 2 de Rachmaninov: discografía comparada

Actualización: 7-10-2024

Se incorporan Buniatishvili/Paavo Järvi y Wang/Dudamel.


Actualización: 28-12-2022

Añado las grabaciones de Istomin/Ormandy, De Larrocha/Dutoit y Ousset/Rattle.


Actualización: 12-04-2021

Realizo un nuevo comentario de la grabación de Rubinstein con Ormandy, que ha recuperado su cuadrafonía.

Actualización: 6-10-2019

He vuelto a escuchar la versión de Weissenberg/Karajan, reformando su comentario, y he añadido las de Ashkenazy/Kondrashin, Orozco/De Waart, Licad/Abbado, Ortiz/Atzmon, Hough/Litton, Lugansky/Oramo, Lazic/Kirill Petrenko, Matsuev/Temirkanov y Dong-Hyek Lim/Vedernikov. Treinta y nueve referencias en total.


Actualización: 17-04-2016.

Esta entrada se publicó por primera vez el 27 de diciembre de 2013. Además de reformar la reseña de Ashkenazy/Previn, añado ahora comentarios de las interpretaciones de Janis/Dorati, Entremont/Bernstein, Vásáry/Ahronovitch, Grimaud/López Cobos, Grimaud/Ashkenazy, Kawamura/Belohlavek y Kissin/Chung. Lamento no haber podido escuchar la mayoría de las grabaciones recomendadas por los lectores.

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La historia la conocen ustedes de sobra: Rachmaninov cayó en una tremenda depresión tras el estreno de su Primera sinfonía, pero este Concierto para piano y orquesta nº 2, compuesto entre 1900 y 1901, le sacó de la postración y le convirtió en uno de los artistas más populares y queridos del siglo XX, mal que le pese a los pedantorros comprometidos con la modernidad.

No es, con todo, la mejor obra concertante del autor ruso: creo que ese puesto se lo merecen sus muy tardías Variaciones sobre un tema de Paganini. En cualquier caso, se trata de una partitura muy bella a la que con sumo placer le he dedicado en las últimas semanas unas cuantas horas de audición que me ha permitido realizar esta pequeña comparativa. No hay la menor intención de sentar cátedra: no son más que unos apuntes para intercambiar opiniones.

Son sus movimientos: 1- Moderato; 2 – Adagio sostenuto; 3 – Allegro scherzando


Rachmaninov Conciertos piano 2 3 Naxos

1. Rachmaninov. Stokowski/Orquesta de Philadelphia (Naxos, 1929). El gran interés de este registro es, obviamente, escuchar al propio compositor al piano. Desde luego está magnífico, haciendo gala de una gran agilidad, naturalidad y flexibilidad en su parte. Lo curioso es que no se preocupa tanto de la vertiente melancólica como de la más extravertida de su música, como si le quisiera dar la razón a los que ven en él –muy injustamente– un creador superficial y exhibicionista. Muy meritoria la encendida y entusiasta batuta de un Stokowsky que también sabe recrearse bien en la parte lírica de la obra, si bien es cierto que algunas frases podrían estar más paladeadas y que hay algún que otro exceso y contundencia marca de la casa. La toma sonora deja mucho que desear. (8)

2. Istomin. Ormandy/Orquesta de Philadelphia (CBS, 1956). Comienza muy bien el piano, decidido y poderoso, pero en cuanto se le ofrece la oportunidad, se echa a correr para demostrar una incuestionable agilidad digital que no quiere saber nada de matices ni de intención expresiva. A partir de ahí, la desigualdad está servida. Ormandy conoce y ama este repertorio, y maneja a la portentosa orquesta con plasticidad admirable pero aún es un Ormandy inmaduro, expeditivo, volcado en el efecto de cara a la galería: nada que ver con su registro de 1971 con Rubinstein. En cualquier caso, es capaz de ofrecer unos soberbios minutos conclusivos. Correcto sonido monofónico. (6)

 

Rachmaninov Concierto piano 2 Rubinstein Reiner

3. Rubinstein. Reiner/Sinfónica de Chicago (RCA, 1956). Del pianista polaco hay que admirar la prodigiosa naturalidad, fluidez, transparencia y sinceridad de su trabajo, aquí no especialmente personal ni inspirado, pero sí apasionado, flexible, variado y lleno de virtuosismo, pero su conjunción con Reiner no termina de redondearse. El primer movimiento, encendido, rústico y viril, decepciona relativamente por una batuta que se precipita un tanto y que no profundiza todo lo que debe en el lado lírico y sensual de la obra. Magnífico el segundo, muy bien paladeado por la batuta pero dotado también de un punto de dramatismo y rebeldía. El Allegro scherzando tiene altibajos, pero alcanza un final de innegable grandiosidad y apasionamiento. Sonido estupendo para la época. (8) 

 
Rachmaninov Concierto piano 2 Richter Sanderling

4. Richter. Sanderling/Filarmónica de Leningrado (Praga, febrero 1959). Un director de fraseo cálido, humanístico y ajeno a excesos. Un pianista de fraseo lento y concentrado, sensibilidad honda y gran creatividad al que le interesa mucho antes la sustancia dramática –y la relación entre una nota en la siguiente, siempre llena de significado– que la belleza sonora o el mero virtuosismo. Entre dos artistas de tan grande calibre se supone que la interpretación debería ser colosal, mas no termina de ser así: en el primer movimiento el célebre tema principal suena un punto enfático, incluso hinchado, en la sección central del segundo el solista se echa a correr y en el tercero vuelve, poco antes del final, el fraseo algo hipertrofiado e insincero. (8) 
 
 
Rachmaninov Concierto piano 2 Richter Wislocki

5. Richter. Wislocki/Filarmónica de Varsovia (DG, abril 1959). Un par de meses después de su registro en vivo, Richter se metió en el estudio de grabación para dejar su grabación oficial de la obra. Las frases enfáticas de la orquesta en los movimientos extremos siguen aquí, lo que deja claro que no eran cosa de Sanderling sino del propio pianista. Desgraciadamente, Richter no consigue aquí la escalofriante introducción de la anterior ocasión, si bien en la sección rápida del Adagio sostenuto esta vez no se precipita como entonces. Por otra parte, Stanislaw Wislocki carece de la personalidad cálida y comunicativa de su colega, y la formación polaca no posee la belleza sonora de la Filarmónica de Leningrado, así que la interpretación en vivo resulta globalmente preferible. Esta de DG suena, lógicamente, mucho mejor. (7)



6. Janis. Dorati/Sinfónica de Minneapolis (Mercury, 1960). Dirección bien delineada pero seca, fría y escasamente sensual, muy ajena al estilo, al servicio de un pianista de enorme virtuosismo pero bastante cuadriculado en el fraseo que se queda en la mera brillantez en los movimientos extremos, para ofrecer entremedias un Adagio sostenuto tan bonito como insustancial. Incluso escuchada en HD-audio, la toma sonora queda por debajo de lo que el mito de Mercury Living Presence hace esperar. (6) 



7. Entremont. Bernstein/Filarmónica de Nueva York (Sony, 1960). Hay que distinguir aquí entre el Bernstein del Adagio sostenuto, lento y concentrado, atento a paladear las melodías con delectación –aunque sin terminar de resultar todo lo emotivo que debiera–, del Bernstein de los dos movimiento extremos, extrovertido y con gancho pero al mismo tiempo de fraseo impulsivo, por no decir exhibicionista, más atento al golpe de efecto que a la planificación minuciosa y a la creatividad, además de un tanto ajeno al estilo. El joven Entremont –treinta y cuatro años– transita por senda parecida, ofreciendo más fuego que sensualidad, humanismo o poesía, y cayendo no pocas veces en la pura exhibición de agilidad pianística ajena al matiz expresivo. La orquesta no puede ocultar sus limitaciones, y la toma sonora tampoco está a la altura. (6)


Rachmaninov Concierto piano 2 Van Cliburn Reiner

8. Van Cliburn. Reiner/Sinfónica de Chicago (RCA, 1962). El joven pianista tejano aporta incuestionable virtuosismo, un fraseo sin precipitaciones y gran sensatez expresiva. El veterano maestro húngaro, romanticismo objetivo, viril y sin devaneos, además de un fabuloso control de los medios. A ambos les falta riqueza de matices, variedad expresiva y una buena dosis de emotividad. De temperatura emocional, incluso: el gran clímax del primer movimiento sobre el tema principal le falta fuerza. El sonido en SACD es bueno sin más. (7) 



9. Ashkenazy. Kondrashin/Filarmónica de Moscú (Decca, 1963). Aunque todavía tenga que matizar más algunas frases, alcanzar clímax de mayor tensión emocional y, en general, ofrecer un punto adicional de brillantez, cosa que hará en sus dos absolutamente referenciales grabaciones siguientes, lo cierto es que a sus veintiséis años Ashkenazy se mostraba como un perfecto intérprete de este concierto haciendo gala de tres virtudes importantísima, a saber: un virtuosismo enorme que apenas se hace notar como tal, porque está pensado únicamente en función de la música y no de la exhibición, un toque de gran variedad en dinámicas y colores, y un fraseo lleno de naturalidad que recoge a la perfección, sin melifluidades ni gestos de cara a la galería, el lirismo ensoñado, nostálgico y un punto agridulce propio del compositor. Kondrashin quizá no sea el más inspirado recreador de la página desde el podio, pero sabe lo que se trae entre manos, frasea holgadamente para que el piano respire y hace sonar a la cuerda con la voluptuosidad y la emoción que la música necesita, además de obtener un formidable rendimiento de una orquesta –tres años atrás había alcanzado su titularidad– que luce mucho más en Londres con la ingeniería de Decca que bajo los terribles micrófonos de la URSS. (9)


Rachmaninov Concierto piano 2 Wild Horenstein

10. Wild. Horenstein/Royal Philharmonic (Chesky-Chandos, 1965). La dirección de Horenstein, aunque muy poco afín con el estilo y no muy emotiva, es globalmente digna por su buen pulso y acertado sentido dramático. El problema es Wild: pulsación nítida pero más bien neutra, fraseo de monocorde, escasez de aliento poético y búsqueda exclusiva de la espectacularidad. Al final, cascadas de notas una detrás de la otra, todas iguales, concatenadas sin la menor intención expresiva. Muy buena la toma sonora, como era habitual en las producciones de Charles Gerhardt. (5)
 
 

11. Ashkenazy. Previn/Sinfónica de Londres (Decca, 1970). El más grande pianista en Rachmaninov se encuentra con la mejor batuta para este repertorio. El primero ofrece variedad en el sonido, efervescencia controlada –hay virtuosismo a más no poder, pero con sentido expresivo– y una gran riqueza de matices que no conoce narcicismos. El segundo, un fraseo tan natural como flexible donde abundan retenciones de tiempo maravillosamente resueltas y de un enorme impacto expresivo. Entre ambos alcanzan resultados memorables, por todo: idioma, calidez, vuelo poético, melancolía en su dosis justa, claridad, riqueza tímbrica, rusticidad bien entendida, energía… La orquesta londinense está muy aprovechada y alcanza un sonido ideal para el autor, luciendo más aún en la reciente remasterización en HD, que ha hecho mejorado de manera considerable la anterior encarnación en compacto. La versión ideal. (10)


Rachmaninov Concierto piano 2 Rubinstein Ormandy
12. Rubinstein. Ormandy/Philadelphia (RCA, 1971). A sus ochenta y cuatro añitos de edad, Rubinstein nos deja su interpretación definitiva, clásica y alejada de toda afectación, avanzando con respecto a su registro con Reiner en flexibilidad, variedad y emoción. Muy distinta a la de aquel es la dirección de un Ormandy que, aunque siempre tuvo especial sintonía con Rachmaninov, en el último tramo de su carrera alcanzó una inspiración muy especial. Su fraseo sabe ser voluptuoso y otoñal, trata con enorme plasticidad a la formidable orquesta, de maderas muy carnosas, y sabe ofrecer una dosis importante de melancolía incluso en el tercer movimiento, que su batuta se toma sin ninguna prisa y desgranando muy bien las texturas orquestales. Dutton Vocalion ha recuperado en SACD la cuadrafonía original, con bastante información en los canales traseros pero, venturosamente, sin caer en el efectismo. (9) 



13. Orozco. De Waart/Royal Philharmonic (Philips, 1972). El joven Orozco fue visto fundamentalmente como un virtuoso, y en este sentido aquí deja bien claro su irreprochable técnica, pero no se puede decir que su toque sea monolítico, ni su fraseo rígido, ni escasa su implicación emocional. Antes al contrario, el pianista cordobés matiza con sensibilidad, canta las melodías con amplitud y consigue un perfecto equilibrio entre los aspectos más temperamentales de esta obra y los más introvertidos, entre garra dramática y vuelo poético, solo dejándose llevar por los más externos en determinadas secciones del movimiento conclusivo. Quizá hubiera podido profundizar más en su aproximación con una batuta más inspirada que la de De Waart, en general correcto pero escaso de fuego y de carácter viril, incluso algo anémico en algunos pasajes. La toma se ha conservado bien para la época. (8) 



14. Weissenberg. Karajan/Filarmónica de Berlín (DVD DG y CD EMI, 1973). Todo está colocado en su sitio con perfección asombrosa, las sonoridades son muy hermosas y opulentas al tiempo que refinadas, el trazo es seguro, pero la batuta, que opta por la vertiente lírica y evocadora, no parece lograr sus objetivos. A la postre el resultado es frío, aunque no le podemos regatear a Karajan un clímax final muy encendido. El pianista es todo agilidad y venturosamente no se precipita ni se deja llevar por el nerviosismo, pero su sonido no es muy variado, matiza poco y, en general, resulta más bien plano y cuadriculado. Una reciente remasterización en alta resolución ha otorgado nueva vida a la edición en audio de EMI, en general satisfactoria pero con problemas en los tutti. (6) 


15. Vásáry. Yuri Ahronovitch/Sinfónica de Londres (DG, 1975). Excelente toma sonora –salvo en los fortísimos– para una interpretación sosegada, dicha con enorme belleza sonora y fraseada con tanta sensualidad como sentido cantable, pero en exceso centrada en los aspectos más ensoñados y contemplativos de esta música –sobre todo en el segundo movimiento, claro–, echándose de menos tanto el regusto amargo de la particular melancolía del autor como esa incisividad y esa garra dramática que también deben ser ingredientes de la misma. Una recreación, en definitiva, para escuchar a la luz de la luna dejándose embriagar por las fragancias del jardín, pero no para profundizar en la partitura. (8) 


16. De Larrocha. Dutoit/Royal Philharmonic Orchestra (Decca, 1980). El aún joven Dutoit da la campanada mostrándose ya como un enorme intérprete de Rachmaninov, y eso que aún no tiene –como tendrá en su ciclo de sinfonías- a ese instrumento perfecto tan asociado al compositor como es la Orquesta de Philadelphia. Sea como fuere, aquí están el sonido carnoso, la voluptuosidad en el fraseo, la mezcla de rusticidad y morbidez, la atmósfera al mismo tiempo melancólica y malsana del compositor ruso expuestas en todo su esplendor bajo una batuta que lo controla todo. La excepcional De Larrocha no llega al grado de sintonía estilística ni de profundización de un Previn, pero hace gala de una desarrolladísima sensibilidad y, no menos importante, de una técnica equiparable a la de los más grandes virtuosos. Magnífica la toma. (9)


17. Licad. Abbado/Sinfónica de Chicago (Sony, 1983). Veintiún años contaba la pianista filipina Cecile Licad cuando realizó este debut discográfico por todo lo alto sin que, por lo que hemos podido saber, su carrera fonográfica haya terminado de cuajar. Lo cierto es que ofreció una lectura notable en la que hizo gala de un toque sensible y de un fraseo efervescente, pero no por ello menos concentrado, aunque también es verdad que ofreciendo una visión en exceso lírica de la partitura y sin profundizar en sus pliegues expresivos. Abbado sintonizó con su planteamiento y supo paladear la música sin prisas, con gran delectación melódica, aunque escorándose hacia lo ensoñado y sin mostrar la suficiente sintonía con el compositor. Espléndida la orquesta, aunque no siempre trabajada con la excelencia esperable. Sorprende en este sentido que apenas se escuchen los maravillosos diseños de las flautas al final del segundo movimiento, sin que sepamos a ciencia cierta si esto se debe a las circunstancias de una toma poco lograda para la época, a pesar de su amplia gama dinámica. (7)


Rachmaninov Conciertos piano 2 4 Ashkenazy Haitink

18. Ashkenazy. Haitink/Orquesta del Concertgebouw (Decca, 1984). Haciendo gala de su habitual objetividad, claridad, ausencia absoluta de devaneos sonoros y buen pulso, Haitink construye una interpretación lenta y maravillosamente paladeada, muy introvertida y meditativa, pero no por ello falta de brillantez y garra cuando debe. Impresionante toda la última sección del tercer movimiento, intensa y conmovedora sin perder lo más mínimo la lentitud del pulso, y de una grandeza unida a la mayor sinceridad. Ashkenazy vuelve a mostrarse pletórico de virtuosismo y perfecto en el idioma, variado en el sonido, sensible en su punto justo, paladeando y matizando con minuciosidad y sentido. La orquesta holandesa, fabulosa en lo técnico y rebosante de musicalidad. Toma sonora a la altura de las circunstancias. Otra referencia. (10)

19. Ousset. Rattle/Ciudad de Birmingham (EMI, 1984). Un verdadero placer escuchar a dos músicos jóvenes haciendo música así: no solo con enorme técnica y profesionalidad, sino también con una enorme dosis de sensatez. Ciertamente no ofrecen especial inspiración, pero que renuncian al “aquí estoy yo”, al efecto de cara a la galería, para interesarse por los aspectos más líricos de la música haciendo gala, tanto la batuta como el piano, de un fraseo mórbido, sensual y lleno de inflexiones. Eso sí, tan apolíneo es el enfoque que se echa de menos una dosis adicional de tensión interna, de rusticidad bien entendida y de garra dramática, sobre todo en lo que a la solista se refiere. (8)


20. Ortiz. Atzmon/Royal Philharmonic (Decca, 1986). Una introducción apresurada y lineal hace pensar que no va a sintonizar con el espíritu de la obra, pero lo cierto es que la pianista brasileña va a mostrar no solo pleno virtuosismo a la hora de abordar la página, sino también sensatez expresiva y apreciable sensibilidad, ofreciendo a la postre una recreación bastante correcta, incluso notable en un Adagio sostenuto que también conoce los mejores momentos de Moshe Atzmon, atento a paladear las melodías con amplitud y sensualidad. En el primer movimiento termina perdiendo el norte con ciertas rigideces, contundencias y hasta trompeterías, mientras que en el tercero cae en cierta languidez, para luego recuperarse y llegar a un final brillante y encendido. (7)

 
Rachmaninov Concierto piano 2 Kissin Gergiev

21. Kissin. Gergiev/Sinfónica de Londres (RCA, 1988). A sus diecisiete años Kissin está sensacional, arrebatador pero muy controlado al mismo tiempo, exhibiendo un sonido riquísimo de amplia gama dinámica, una enorme claridad y una gran atención a los matices sin caer en amaneramientos. Gergiev se encuentra en su salsa en los momentos más extrovertidos, dichos con garra y sonido apropiado, pero se pierde en los más íntimos, cayendo con frecuencia en lo blando, en la timidez expresiva e incluso en la ñoñería. ¡Qué oportunidad perdida! (7) 
 
 
Rachmaninov Concierto piano 2 Gavrilov Ashkenazy

22. Gavrilov. Ashkenazy/Royal Philharmonic (EMI, 1989). El artista que mejor ha interpretado la obra desde el teclado se encuentra todavía por estas fechas –poco después comenzaría un largo declive– en su gran momento como director, y al empuñar aquí la batuta ofrece una recreación vehemente, apasionada, perfecta en estilo y rica en detalles de elevada inspiración, aunque también algo precipitada por momentos. Quien desconcierta es el pianista, dueño de un toque riquísimo y pletórico de virtuosismo, pero considerablemente desigual en la concentración, alternando pasajes maravillosamente paladeados con otros interesado en hacer alarde de la agilidad digital y dichos por completo de pasada. La toma sonora del CD –existe una filmación comercializada en su día y ahora disponible en YouTube– dista de convencer para la fecha pese a estar realizada contando con la excelente acústica de la Gran Sala del Conservatorio de Moscú. (8)
 
 
Rachmaninov Concierto piano 2 Bronfman Salonen

23. Bronfman. Salonen/Orquesta Philharmonia (Sony, 1990). Ciertamente el maestro nórdico hace honor a su fama de artista analítico y objetivo con una interpretación de magnífico trazo, admirablemente desmenuzada, sometida a un riguroso control de la forma y por completo ajena a efectismos, amaneramientos y cualquier suerte de devaneo sonoro, pero no puede considerarse que su realización resulte fría ni distanciada. De hecho Salonen se toma las cosas con calma, paladea con singular nobleza las melodías y sabe ofrecer una serena calidez poética un Adagio sostenuto esencial y contenido, sin dejar de ofrecer en los movimientos extremos, ya que no especial garra dramática, una irreprochable construcción de las tensiones. Bronfman, de toque ágil e incisivo, se muestra sobrado de virtuosismo y sabe atender a todas las facetas expresivas de la partitura, solo en contados momentos dejándose llevar por el mero mecanicismo con que algunas frases de la partitura suelen tentar al solista. (9)



24. Grimaud. López Cobos/Royal Philharmonic (Denon, 1992). Una Grimaud de tan solo veintidós años hace gala de un sonido muy bello –más que musculado o poderoso–, una enorme agilidad y un asombroso dominio de la gama dinámica para ofrecer una interpretación apolínea ante todo, fluida y equilibrada, de admirable cantabilidad y delicado lirismo, aunque no por ello exenta de garra. En cualquier caso, le falta aún una vuelta de tuerca en lo expresivo, y le sobra la tendencia a lo cuadriculado en la sección virtuosística del segundo movimiento. La dirección de López Cobos es cuidadosa y de apreciable belleza, antes que atmosférica o apasionada, y sabe ofrecer brillantez bien entendida en el movimiento conclusivo. No muy lograda la toma, a pesar de estar realizada en Abbey Road. (8) 

 
Rachmaninov Conciertos piano 2 Thibaudet Ashkenazy

25. Thibaudet. Ashkenazy/Orquesta de Cleveland (Decca, 1993). Técnicamente la interpretación resulta inobjetable. Ashkenazy controla de maravilla a la fabulosa orquesta, haciéndola sonar además en el punto justo de equilibrio entre lo rocoso y lo sensual que necesita Rachmaninov, mientras que Thibaudet, de sonido afilado pero poderoso, ejecuta las cascadas de notas con una limpieza fuera de lo común. Interpretativamente el asunto es harina de otro costal, porque los dos artistas, aun desenvolviéndose de maravilla en el estilo –faltaría más en el caso del de Gorki–, evidencian una extraña irregularidad en la concentración y escaso interés por los matices expresivos. El primer movimiento comienza con irreprochable corrección pero de desarrolla de manera un tanto lineal hasta llegar a un clímax central adecuadamente poderoso para a partir de ahí ofrecer –sobre todo en la orquesta– una calidez en el fraseo y una emotividad absolutamente acongojantes. El Adagio sostenuto está desgranado con esa peculiar mezcla de delicadeza y nostalgia que necesita, pero incomprensiblemente en la sección rápida central el pianista se echa a correr para realizar una exhibición del más vacuo virtuosismo. Flojo, finalmente, el Allegro scherzando, con una batuta que desaprovecha por completo las posibilidades melódicas del tema principal en su primera aparición y un pianista de nuevo obsesionado por dejar clara su agilidad. La apoteosis final sí alcanza mucha garra dramática, pero no puede evitar el agridulce sabor de boca. Magnífica la toma. (7)


Rachmaninov Conciertos piano 2 3 Ogawa Hughes

26. Ogawa. Owain Arwel Hughes/Sinfónica de Malmö (BIS, 1997). La gran virtud de esta interpretación en la amplitud de sus tempi y la manera en la que, amparándose en ellos, se frasea con naturalidad y vuelo lírico, dejando a la música respirar y no cayendo en la menor precipitación. Ahora bien, mientras la pianista oriental se mueve muy bien dentro de este concepto haciendo gala de un fraseo muy bello y sensible, ya que no de un sonido del todo adecuado para el compositor ni de un temperamento con toda la garra dramática que debiera, el maestro galés no logra tensar la arquitectura ni inyectar teatralidad, ni elocuencia ni variedad expresiva a las intervenciones de una orquesta que tampoco es muy allá: a la postre la arquitectura se le viene abajo. Soberbia la ingeniería de sonido. (7)



27. Volodos. Chailly/Orquesta del Concertgebouw (YouTube, Proms 1997). De los BBC Proms nos llega una interpretación pletórica de virtuosismo, de entusiasmo y de brillantez, a la que le falta un punto más de emoción y de idioma para ser excepcional, así como algo más de poesía en los pasajes en los que el solista se deja llevar por los fuegos artificiales. Como sale gratis, merece la pena conocerla. (8)
 


29. Grimaud. Ashkenazy/Orquesta Philharmonia (Teldec, 2000). Han pasado ocho años desde su primera grabación y, aun siendo el enfoque de nuevo lírico y apolíneo ante todo, la pianista francesa ha madurado su lectura y ahora ofrece mayores dosis de apasionamiento, más atención a los matices –sigue habiendo alguna frase un punto mecánica– y, en general, mayor sensibilidad. Claro que lo que marca la gran diferencia es la dirección de un Ashkenazy que conoce como pocos el lenguaje del compositor y, haciendo ahora gala de mayor concentración que cuando dirigía a Gavrilov y a Thibaudet, se lanza en plancha a poner de relieve los aspectos más emotivos de la obra, atendiendo de forma especial a la atmósfera, a la melancolía y a la voluptuosidad bien entendida, ofreciendo además detalles de gran elegancia y sutileza. Entre los dos artistas ofrecen momentos verdaderamente mágicos, como el final del primer movimiento, y consiguen el que quizá sea el Adagio sostenuto más hermoso de todas las grabaciones comentadas. Se podrán preferir enfoques más dramáticos y escarpados, pero como interpretación lírica esta es la número uno. (10)  


Rachmaninov Conciertos piano 1 2 Zimerman Ozawa

30. Zimerman. Ozawa/Sinfónica de Boston (DG, 2000). Increíble de virtuosismo por su claridad digital, riqueza sonora y variedad del sonido, el pianista polaco ofrece una recreación intensa y sentida, pero no muy dada al vuelo lírico, ni al exceso de melancolía ni a los arrebatos románticos, sino manteniendo siempre ese punto de “intelectualidad” que caracteriza su arte. El maestro oriental acompaña con muchísima claridad y gran refinamiento. A ambos se les habría de pedir un punto más de garra, así como de idioma, para que la interpretación fuera genial. La toma sonora no termina de convencer: pone en muy primer plano al piano. (9)
 
 
Rachmaninov Conciertos piano 2 3 Scherbakov Yablonsky

31. Scherbakov. Yablonsky/Snfónica del Estado Ruso (Naxos, 2002). Aunque el interés del sello Naxos al grabar este disco era mostrar las posibilidades del SACD y el DVD-Audio (no lo consiguió del todo: la naturalidad de la reproducción es grande pero la toma original no especialmente memorable), lo cierto es que nos encontramos ante una interpretación de muy buen nivel a cargo de un pianista que frasea con sensibilidad, sin la menor rigidez, acompañado de una batuta que hace sonar con gran belleza a la orquesta –magnífica la cuerda– y desgrana la partitura con apreciable aliento lírico. Para terminar de convencer sería necesario un enfoque menos ensoñado, con más garra dramática, un toque más variado al piano y, en general, una dosis mayor de imaginación y compromiso expresivo. (8) 

 
Rachmaninov Concierto piano 2 Lang Lang Gergiev

32. Lang Lang. Gergiev/Orquesta del Mariinsky (DG, 2004). Tras una introducción lentísima y genial, Lan Lang empieza a vacilar entre momentos muy logrados y otros en los que se precipita en el más insustancial virtuosismo. Y es que el pianista oriental tiene una vena exhibicionista que de vez en cuando sale a flote, llegando a ponerse por encima de su incuestionable talento: este es el caso. No ayuda precisamente la batuta (¡oh, no, otra vez él!) de Valery Gergiev, en exceso robusta, gruesa y vulgar. En suma, una interpretación tan vistosa como deslavazada e insincera. A olvidar. (6)



33. Hough. Litton/Sinfónica de Dallas (Hyperion, 2004). La extrema rapidez con la que el pianista aborda los acordes iniciales, en exceso nerviosa y ajena al misterio, hace temer lo peor de esta interpretación a la postre no mala, pero sí bastante irregular, particularmente en un primer movimiento con muy buenos momentos tanto por parte de la batuta como por la del solista, pero carente de unidad. Mucho mejor el Adagio sostenuto, expuesto con concentración y sensibilidad, quizá también con cierta tendencia a lo frágil y, en el caso del solista, dejándose llevar por la tentación del mecanicismo en los pasajes más virtuosísticos. Algo parecido le pasa a Hough en el Allegro scherzando, al tiempo que a Litton se le escapan portamenti de todo punto innecesarios volviendo a confundir ensoñación con blandura, lo que en cualquier caso no le impide ofrecer inflamación y voluptuosidad cuando corresponde. El SACD multicanal recoge bien la acústica de la sala –y los ruidos del público– en esta toma en vivo. (7)
 
 
Rachmaninov Conciertos piano 1 2 Andsnes Pappano

34. Leif Ove Andsnes. Pappano/Filarmónica de Berlín (EMI, 2005). Pappano procura acentuar contrastes, haciendo que las partes extrovertidas suenen especialmente juveniles e impetuosas y que las introvertidas lo hagan con lirismo especialmente delicado. Por fortuna logra no caer ni en la brutalidad ni en la blandura, respectivamente, si bien el resultado es más vistoso que profundo. El pianista ofrece virtuosismo sobrado y una apreciable objetividad, aunque le falta un punto de imaginación y emotividad. Registro notable pero innecesario. (8) 



35. Lugansky. Oramo/Sinfónica de la Ciudad de Birmingham (Warner, 2005). Dotado de un sonido anguloso y bien perfilado, alejado de lo suave y de lo difuminado sin que falten variedad en el color ni en la dinámica, y haciendo gala de una enorme agilidad por completo ajena al nerviosismo y de una claridad pasmosa, el pianista ruso ofrece una interpretación intensa y comprometida, muy viril y plena de comunicatividad, que se interesa ante todo por los aspectos más visionarios de esta música no tanto por lo que tiene de voluptuoso y ensoñado, lo que tampoco le impide ofrecer momentos líricos de gran concentración. A menor nivel expresivo se mueve un Sakari Oramo notable concentrador e interprete muy centrado, pero en exceso parco a la hora de desplegar esa particular efusividad que esta página necesita; en cualquier caso, paladea la música sin la menor precipitación y sabe ofrecer momentos de incuestionable grandeza y aliento épico. (8)




36. Grimaud. Abbado/Orquesta del Festival de Lucerna (DVD DG, 2008). Batuta y solista coinciden en huir de la ampulosidad, el decadentismo y la retórica para ofrecer una lectura sobria, elegante y analítica, de enorme transparencia, muy fluida, en la que en cualquier caso la enorme poesía y concentración de la pianista, que consigue un bellísimo pero nada almibarado Adagio sostenuto, se pone por encima de una batuta más preocupada por el refinamiento y la levedad del sonido que por la calidez expresiva. (9) 




37. Dejan Lazic. Kirill Petrenko/Filarmónica de Londres (Channel Classics, 2008). A sus treinta y seis años y aún sin haber llegado a la titularidad del foso de Baviera, el maestro ruso evidenciaba ya importantes virtudes y graves limitaciones en el repertorio sinfónico. Entre las primeras, una gran técnica y una apreciable capacidad para cantar las melodías, cosas que aquí hace con enorme delectación en un Adagio sostenuto sensual y ensoñado a más no poder; su belleza subyuga siempre y cuando se acepte un enfoque meramente contemplativo de la página. Entre las segundas, una tendencia a la levedad tanto sonora como expresiva que resulta inconveniente en los movimientos extremos, sobre todo cuando se incurre –a Petrenko le pasa en varios momentos– en una blandura manifiesta. Por si fuera poco, el celebrado retorno “marcial” del gran tema del primer movimiento resulta hinchado y artificioso, dejando bien claro que el maestro no se cree esta música. Deján Lazic se encuentra en perfecta sintonía con el enfoque hiperlírico de la batuta, y por ende no se muestra muy variado en lo expresivo, pero aquí hay que descubrirse ante un toque muy sensible y un fraseo poético, rico en matices, que en general evita el mecanicismo y busca la poesía escondida entre las notas. La toma, en vivo, no es la mejor posible. (7)

 
Rachmaninov Concierto piano 2 Wang Abbado

38. Yuja Wang. Abbado/Mahler Chamber Orchestra (DG, 2010). En este registro en vivo el director italiano vuelve a ofrecer una dirección tan vistosa y eficaz como superficial y obsesionada por esas texturas leves, refinadas y muy pulidas que tanto gustan al maestro. Muy por debajo de la Grimaud la pianista oriental: agilísima, objetiva y sin narcisismos, pero cuadriculada, aséptica y tendente al mero virtuosismo. (6)



39. Kawamura. Belohlavek/Filarmónica Checa (RCA, 2013). Ya desde los acordes iniciales del piano, particularmente decididos y amenazantes, queda bien claro que esta no va a ser una interpretación rutinaria. Efectivamente, solista y director coinciden en alejarse del Rachmaninov sensual, evocador y ensoñado –estamos aquí en las antípodas de Vásáry con Ahronovitch, para entendernos– y ofrecer una visión ante todo encendida e impetuosa, de pasiones de altos vuelos, por momentos muy escarpada, a veces rotunda, y de una vehemencia que, por fortuna, no hace caer a ninguno de los dos en el mecanicismo ni en lo cuadriculado. Antes el contrario, la joven pianista japonesa –de sonido poderoso, algo percutivo– y el maduro maestro checo frasean de manera flexible e imaginativa, ofreciendo numerosos detalles personales que, todo sea dicho, no siempre acaban de convencer. De hecho, aunque globalmente la lectura engancha, el vuelo poético no termina de surgir, en parte por lo unilateral del enfoque, en parte porque probablemente ninguno de los artistas termina de sintonizar con el universo sonoro y expresivo de Rachmaninov. La toma sonora, realizada en vivo, es muy buena, y escuchada en HD audio ofrece gran relieve a los contrabajos –aquí a la izquierda–, pero se echa de menos espacio en la sala: todo suena en exceso apegotonado. (8) 




40. Matsuev. Temirkanov/Filarmónica de San Petersburgo (Blu-ray Euroarts, 2013). Hay que admirar la dirección del veterano maestro ruso, sensualísima en sonoridad (¡qué empaste el de la cuerda de San Petersburgo!) y en fraseo, magníficamente paladeada, pero en absoluto rezagada en lo decadente, sino también llena de fuerza, de expresividad y de convicción, a despecho de algún pasaje –algo lineal el arranque del tercer movimiento– que podría estar más aprovechado. El problema es Matsuev, dueño no solo de una impresionante agilidad digital sino también de un enorme control de los colores y dinámicas del piano, pero insulso en lo expresivo –apenas hay algunos detalles de emotividad en el tercer movimiento– y tendente al puro mecanicismo en los pasajes más virtuosísticos, algunos de los cuales –sección central del segundo movimiento, coda conclusiva– suenan como mecanografía pura. El público, encantado. Toma sonora solo en estéreo –nada de multicanal– con fuerte compresión dinámica. (7)




41. Kissin. Chung/Filarmónica de Radio Francia (YouTube, 2014). A tenor de lo que le estamos escuchando en los últimos años, Kissin parece haber entrado en una fase en la que le preocupa más el análisis objetivo de la partitura que la intensidad emocional. Efectivamente, este Segundo está todo lo increíblemente bien tocado que en él se puede esperar, con un sonido tan poderoso como bien controlado en la dinámica, y se encuentra clarificado en todas sus líneas de una manera difícilmente superable por cualquier otro pianista, pero ese fuego, esa imaginación, ese compromiso interpretativo de antaño parecen hoy en cierto modo atenuados. La dirección de Myung-Whun Chung, curvilínea y rica en el color, se escora claramente hacia lo sensual y lo ensoñado, ofreciendo un Adagio sostenuto muy bello pero quedándose falto de fuego en los movimientos extremos, hasta llegar a incurrir –tema lírico del Allegro scherzando– en una blandura bastante molesta. (8)


42. Buniatishvili. Paavo Järvi/Filarmónica Checa (Sony, 2016). La pianista georgiana hace gala de un sonido hermoso y flexible, así como de una muy considerable limpieza digital y de una importante capacidad para desplegar brillantez. El problema es que ni ese sonido es el más adecuado para Rachmaninov, por su falta de densidad y e incluso potencia, ni la agilidad va acompañada de la suficiente concentración ni el brillo resulta sincero. Su lectura es más bien una sucesión de momentos inconexos en los que la ligereza mal entendida, la delicadeza seductora, el nerviosismo y hasta la precipitación mezclada con la mecanografía se alternan alegremente sin que afloren ni la poesía nostálgica propia del autor ni la grandeza que requieren determinados momento clave, entre ellos el final. Falta de estilo y superficialidad, en definitiva. A la batuta se le pueden poner los mismos reparos: a veces sabe obtener voluptuosidad de la orquesta –notable, mas no en óptima forma– y hay frases de mucha sensibilidad, pero también pasajes muy triviales, ingravideces y una evidente ausencia de tensión armónica. No solo eso: hay clímax bastante emborronados que hacen dudar de la capacidad técnica –o de las ganas de trabajar– del hijo de Neeme. (7)



43. Trifonov. Nézet-Séguin/Orquesta de Filadelfia (DG, 2018). El pianista ofrece una interpretación apolínea, clásica en el mejor de los sentidos, de una impresionante depuración sonora, de apabullante claridad –la lentitud de los tempi ayuda– y muy bien planificada en sus tensiones, pero también algo más distante de la cuenta, en exceso alejada del arrebato y la pasión. El maestro canadiense se amolda al concepto y refrena de manera considerable el ímpetu de su batuta, pero lo hace sabiendo ser voluptuoso, sensual y emotivo desde un absoluto control de los medios a su disposición. Muy notable, pero no excepcional la toma. (8)



44. Dong-Hyek Lim. Vedernikov/Sinfónica de la BBC (EMI, 2018). Sin ser en absoluto mala, esta interpretación se queda a mitad de camino. El pianista coreano Dong-Hyek Lim da las notas sin problemas, evita lo cuadriculado y es sensible a los acentos, pero no parece capaz de destilar toda la poesía que piden las notas, e incluso por momentos resulta algo bruto. El director pone entusiasmo y frasea con una voluptousidad adecuada para Rachmaninov sin mostrarse del todo interesado por diseccionar la partitura –el trazo no es fino– y evidenciando blanduras en el tratamiento de los violonchelos. Ni quiera la toma es todo lo excelente que debería: aunque ofrece una enorme naturalidad tímbrica, al estar realizada a un volumen muy alto resulta amazacotada y pierde gama dinámica. (6)



45. Yuja Wang. Dudamel/Filarmónica de Los Ángeles (Stage + vídeo, 2023). No funcionan las “campanadas” del arranque, tan separadas unas de otras que suenan un tanto pretenciosas, pero a partir de ahí la pianista oriental ofrece un primer movimiento francamente centrado en el estilo y en la expresión; no resulta particularmente emotiva, pero tampoco se puede hablar de mecanicismo ni de carreras gratuitas. Otra cosa es el Adagio: aquí la Wang, aun extremadamente pulcra en el fraseo y capaz de ofrecer ricos matices, se muestra más bien ajena a la emotividad al mismo tiempo sensual y doliente propia del compositor, para en la sección central –les pasa a muchos– se deja tentar por el virtuosismo puro y duro. En el Finale, dicho con ese sentido de la agilidad y del nervio del que hacía gala el propio compositor sentado al piano, Yuja Wang ofrece un poco de todo, bueno y menos bueno, hasta rematar en una coda que rompe todos los récords de velocidad habidos y por haber sin perder nitidez en la pulsación ni que se le mueva un pelo. Lo mejor es Dudamel, que ya ha madurado lo suficiente como para sintonizar plenamente con el particular mundo expresivo del compositor: aun no renunciando a la brillantez, hay aquí mucho de atmósfera, nostalgia y voluptuosidad bien entendida. (8)

18 comentarios:

Agustín dijo...

Para mí, el pianista actual más impresionante es ZIMERMAN.

Agustín dijo...

En Youtube está la versión de Zimerman con Boston que ya me he descargado.
La recomiendo quizá más que la de Ashkenazy con la LSO, aunque yo no soy nadie para recomendar.

Agustín dijo...

Entre Youtube y Spotify, esto parece el paraíso de los aficionados a la música clásica.
En Youtube hay colgadas cosas tales como la integral de las sinfonías de Beethoven con Furtwangler y la Filarmónica de Viena, o los 5 conciertos para piano con Rubinsteín-Baremboim o la integral de las sonatas para piano con Artur Schnabel o la integral de los cuartetos de cuerda por el Cuarteto Italiano.
Alucinante.

Anónimo dijo...

Siendo anzaluz, según creo, te has dejado la grabación del cordobés Rafael Orozco, y Edo de Wart con la RPO para Philips.

Un saludo

Fernando López Vargas-Machuca dijo...

Efectivamente, han quedado fuera el gran Rafael Orozco y muchos otros. Mi tiempo y mis posibilidades de acceder a grabaciones son limitados. Un saludo.

Anónimo dijo...

Creo que falta en la lista alguna grabación de Martha Argerich.

Fernando López Vargas-Machuca dijo...

Pues lo cierto es que no me consta de ninguna grabación del Segundo por la Argerich. Un saludo.

Luis Sanchez dijo...

Seguramente hay incontables grabaciones de este concierto y es imposible (o al menos, muy costoso) escucharlas todas. Pero bueno, en el espíritu de sugerir nuevos puertos para anclar he aquí algunas sugerencias (se pueden escuchar de forma gratuita en play.spotify.com). La idea es simplemente completar esta (ya amplía) bibliografía.

1. Tamas Vasary / LSO (DG) : Esta es una de esas versiones lentas que nos permite saborear todo. Definitivamente una de las versiones más poéticas,, Vasary es conocido por su "poesía" en Chopin y aquí no nos deja atrás. Libre de excentricidades además. Encima, la orquesta es la LSO dando una interpretación excelente.

2. Jeno Jando / Budapest SO (Naxos) : Otra versión lenta, el dominio del "flujo" por parte de Jando es extraordinario, pareciera detener el tiempo. La orquesta de Budapest está lejos de la LSO o Cleveland y por momentos (el tono del solo de flauta al principio del segundo movimiento, por ejemplo) es un poco áspera. Pero en general se desempeña muy bien.

3. Glemser/ Polish National Radio SO (Naxos): Está es una versión llena de energía juvenil. Mucho menos épica que otras, pero el toque y agilidad es encantador. La orquestra se desempeña excelentemente pero está grabada de forma muy remota y suena demasiado "delgada". Viene junto al tercer concierto, siendo esa una de las mejores interpretaciones jamás grabadas. Casi me da un infarto en la cadenza! :D

Orozco / RPO (Phillips) : Un pianista español, por qué no? El estilo de Orozco es muy potente, lo cual va mejor con otras piezas de este set de 4 discos (la mejor Rapsodía en circulación en mi opinión). Pero el contraste entre la potencia de Orozco y el tono denso y "carameloso" de la orquesta es interesante. Una alternativa en el extremo opuesto a Vasary.

Hough / Houston SO (Hyperion): Parece que Hough tomó nota de la grabación original de Rachmaninov. Los tempi son muy rápidos lo cual le cambia totalmente el tono al primer movimiento. La intro es muy rápida (auqnue idéntica a la del propio Rachmaninov) lo cual le quita un poco ese tono tan negro de cuasi marcha funebre. Dígamos que el campanario repica en tono más de convocatoria en esta intro. El virtuosismo de Hough es impresionante considerando que es una toma en vivo!

Finalmente, mencionó la primera grabación de Ashkenazy. Incluye el concierto 2 y 3. Los directores son Fistoulari y Kondrashin, si mal no recuerdo. Está en la serie "Decca Legends". La transferencia a CD es, francamente, malita. Pero la interpretación... wow! MUY por encima de las tomas posteriores con Previn y Haitnik. El tercero en particular es impresionante, libre del tono ríspido de las otras interpretaciones, el concierto es casi una aventura de expresividad y encima, usa la cadenza corta, que le queda mucho mejor a Ashkenazy que la larga.

En fin, saludos! Con suerte puedan encontrar y disfrutar algunas de esas interpretaciones.

Fernando López Vargas-Machuca dijo...

Pues se agradecen muchísimo estas recomendaciones. A ver si encuentro tiempo -en estas semanas, imposible- y escucho algunas de ellas. Cualquier otra aportación será siempre bienvenida.

Nemo dijo...

¿Cuál sería el ciclo de los 4 conciertos globalmente más recomendable?

Puedo imaginar a partir de esta serie dedicada al Segundo, pero claro, a veces hay sorpresas con los ciclos...

Fernando López Vargas-Machuca dijo...

No conoco muchos ciclos, pero parece que la cosa está entre los dos de Ashkenazy, con Previn y Haitink respectivamente. La mejor dirección es la de Previn, pero con Haitink el pianista profundizará aún más. La orquesta del Concertgebouw, lógicamente, es mejor que la Sinfónica de Londres. Y en cuanto a la toma sonora, la de Ámsterdam suena de escándalo. La de Londres lo hacía regular, pero tras la última remasterización está bastante mejor. Así que difícil elección. Si sonaran igual de bien, me quedaría con la de Previn, pero para los amantes del piano es más recomendable la segunda en el tiempo. Saludos cordiales.

Nemo dijo...

Pues muchísimas por tus amables indicaciones Fernando.

Nemo dijo...

Pues muchísimas por tus amables indicaciones Fernando.

Jorge Luis Argüero dijo...

Don Fernando :
Vaya trabajo que se ha tomado usted.!
Le estoy muy agradecido; ya estoy leyendo
paso-a-paso todas sus reseñas.
Tengo desde hace un tiempo (allá por mis "comienzos")
la versión de Nikolai Lugansky
City of Birmingham Symphony Orchestra
Sakari Oramo (que usted calificara 8)
Sin ser yo un experto, siempre que la escucho
la disfruto mucho.!
Reciba usted desde Buenos Aires
un saludo cordial y mucha gracias, Don Fernando.!

Pablo Daffari dijo...

Aunque después me he ido haciendo con más versiones, guardo especial cariño a la de Ortiz / Atzmon, ya que fue mi primer contacto discográfico con la obra cuando lo adquirí, en mis tiempos de universitario escaso de dinero, en una edición barata acompañada con el Concierto para piano de Chaikovski nº1 por Victoria Postnikova diridido por Rozhdestvensky. Gracias por esta sección discográfica.

Fernando López Vargas-Machuca dijo...

Hago lo que puedo.... Mejórate del bicho, que ya he visto que te ha pillado.

J. M. Aguasca Ribot dijo...

Estoy de acuerdo con Zimerman, si se quiere sobriedad y con la segunda grabación de Hélène Grimaud, si se quiere expansión de sentimiento.

vicentin dijo...

Pues echo en falta alguna versión historicista como los cánones actuales mandan. No se si se animará el ubicuo Heras Casado con Anima eterna y por ejemplo Perez Floristan. Disco Woke para que los cantamañanas de siempre le den Loas.

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Si todo ha salido bien, cuando se publique esta entrada seguiré en Budapest y estaré escuchando el Trío con piano op. 50.  Completada en ene...