Fascinante visualmente la propuesta escénica, pero menos que en el Oro: el argumento no da aquí tanto pie a desplegar la muy imaginativa y algo superficial pirotecnia de La Fura. Una preciosidad el árbol del acto primero, aunque está descaradamente copiado del Tristán de Ponnelle. El bosque del final del segundo acto resulta difícil de interpretar como tal. Muy descuidada la dirección de actores, con la excepción del enorme acierto de que Siegmund enseñe a Sieglinde a caminar. Las grúas, eso sí, se desplazan teniendo muy en cuenta la partitura. Poco agraciado el vestuario, al menos el de las walkyrias: convence bastante más en las otras entregas de la tetralogía. Lo mejor, que se trata de una propuesta original y en absoluto rancia al mismo tiempo que respeta al cien por cien la dramaturgia wagneriana: no hay aquí necesidad de reinterpretar nada ni de ofrecer discursos más o menos políticos encima del que ya existe. Es decir, que no se toma al espectador por idiota.
Mehta dirige con técnica formidable, gran claridad y una enorme dosis de belleza sonora, además de con un enorme instinto teatral. Su visión es mayormente lírica, elegante y refinada, lo que no resulta precisamente lo ideal para esta obra: es preferible una sonoridad más bronca y oscura, así como una dosis mayor de garra dramática y carácter visionario. Aun así ofrece un altísimo nivel, desde luego muy por encima de lo que hace el propio maestro indio en El oro del Rin, donde se muestra despistadísimo. De lujo la orquesta.
Reparto de enorme categoría, aunque no puedo olvidar la impresión que como la pareja de welsungos me causaron Plácido Domingo y Eva-Maria Westbroeck: el matrimonio Peter Seiffert / Petra Maria Schnitzer no llega a esa altura, no solo por sus voces en exceso líricas sino también por temperamento, pero en cualquier caso lo hacen francamente bien. Aunque ya algo gastado vocalmente, sensacional el Hunding de Matti Salminen, que además se muestra soberbio como actor. Más que notable el Wotan de Juha Uusitalo, sin las irregularidades que le encontré en 2009: obviamente esta filmación procede de varias funciones y se ha tomado lo mejor de cada una. Le faltan “autoridad” y dimensión trágica, lo que en cierta medida se debe a un instrumento muy lírico para la parte. Estupenda Anna Larsson como Fricka, aunque pase apuros en algunos pasajes. Y excelente la Brunilda de la joven Jennifer Wilson por voz, estilo y –algo menos, pero también– convicción expresiva. Ojalá que ahora en 2013 se conserve como entonces, aunque a tenor de su Isolda del año pasado parece dudoso.
Imagen y sonido sensacionales (¡DTS Master Audio 7.1!) e irreprochables –sin excesivas florituras– los subtítulos en castellano. Media hora de extras. Muy recomendable.
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