Cuarteto Emerson.
Deutsche Grammophon/Decca
5 CDs 359’41’’
DDD
Universal
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Primero se decía que su obra era mera propaganda del régimen soviético. Luego resultó que esta música era mucho más inconformista de lo que parecía, pero entonces se le acusó de posicionarse al margen de las vanguardias. Ahora, en estos confusos tiempos de la postmodernidad en los que por fortuna lo que se valora no es tanto el “compromiso” con la contemporaneidad como la solidez formal y la fuerza expresiva, vienen de nuevo los detractores de Shostakovich para decirnos, ahí es nada, que su música es insincera. ¿Realmente puede decirse eso de cuartetos como los Decimotercero, Decimocuarto o Decimoquinto, tres diferentes reflexiones sobre la muerte a cual más acongojante y nihilista, escritos por un compositor anciano e irremediablemente enfermo durante lo que él sabía que era el final de su vida?
Otra cosa es la convicción de los intérpretes de turno. El Cuarteto Emerson le pone mucha voluntad al asunto e intenta decir algo nuevo con unas lecturas, registradas en vivo con cálida y natural toma sonora en el Festival de Aspen entre 1994 y 1999, realizadas no tanto desde el dolor del presente como desde una óptica distanciada y una voluntad de alcanzar un cierto “clasicismo”, esto es, que no resulten tan marcadas por las aristas del sarcasmo, el desgarro y la angustia existencial que en las justamente aclamadas versiones del Borodin (Chandos, Melodiya, Virgin y Teldec) llegaban a imponerse por encima de la belleza sonora.
¿Quiere esto decir que los norteamericanos se acercan a la abstracción y sobriedad llenas de tensión interna de las otras lecturas de referencia, las del Fitzwilliam en Decca? Pues no, porque optan más bien por una ironía agridulce y una buena dosis de lirismo e incluso de nostalgia. Desdichadamente eso queda traducido como blandura y falta de carácter, molesta sensación a lo que contribuye el sonido un tanto endeble y quebradizo de los violines, Eugene Drucker y Philips Setter, que no siempre empastan bien con sus colegas; incluso al chelista David Finckel se le escapa alguna sonoridad sollozante. Por otra parte, cuando intentan resultar dramáticos caen en un fraseo nervioso e incluso en cierto “histerismo” sonoro que, aun quedando aparente, le resta convicción a sus lecturas.
Así las cosas, los chicos del Emerson funcionan mejor en las partituras más abstractas y especulativas, que les resultan ambiguas, inquietantes y atmosféricas, como es el caso de los cuartetos Séptimo, Undécimo y Duodécimo, que en aquellas necesitadas de unos intérpretes más identificados con el contenido expresivo. Un Shostakovich insincero, en definitiva. Pero la culpa no es de él.
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Artículo publicado en el número de julio-agosto de 2006 de la revista Ritmo.
3 comentarios:
Hola ! Gracias por tu comentario. Dudaba acerca de cual integral de los Cuartetos comprarme. Si la del Emerson, la del Fitzwilliam o la incompleta integral del Borodin. Después de leer tu crítica y escuchar algunos ejemplos de los que circulan por internet, me he decidido y adquiero la del cuarteto Fitzwilliam. Saludos !. José Manuel.
Hola !. A la hora de comprarme una integral de los cuartetos de Shostakovich dudaba entre las del Emerson, Fitzwilliam ó la cuasi integral del Borodin. Después de leer tu crítica y oír algunos fragmentos de los que circulan por internet me decido por la del Fitz. Me han parecido, respecto a este compositor, lo mismo que el cuarteto Italiano con respecto a Beethoven. Saludos. JM.
Hola, creo que has hecho bien. Ojo que el Borodin tiene una integral completa, la de Melodiya que también publicó EMI, aunque globalmente es mejor la semi-integral comenzada en Virgin y continuada en Teldec. Un saludo.
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