domingo, 19 de agosto de 2012

El piano de Shostakovich por Korobeinikov

Confieso que hasta ahora no había escuchado los Veinticuatro preludios op. 34 de Shostakovich. Tampoco conocía nada del pianista ruso Andrei Korobeinikov (Moscú, 1986). Por eso me ha sorprendido doblemente este compacto, registrado con espléndida toma sonora en mayo de 2011 por el sello Mirare, en el que también se incluyen los dos Conciertos para piano del autor, una música de plena actualidad discográfica toda vez que en pocos meses han aparecido hasta cuatro nuevos registros de los mismos: el de Melnikov con Currentzis ya comentado por aquí, la de Helmchen con Vladimir Jurowski, la de Matsuev con Gergiev y este que nos ocupa, que cuenta con el concurso del casi adolescente (veintiún años) primer trompeta de la orquesta del Bolshoi, Mikhail Gaiduk, y de la batuta de Okko Kamu dirigiendo a una orquesta sueca sólida sin más, la Sinfónica de Lahti.


Los Veinticuatro preludios fueron compuestos entre 1932 y 1933, justo después de su Lady Macbeth, por las mismas fechas que el Concierto para piano nº 1 y poco antes de la banda sonora de Las amigas y de su fundamental Cuarta sinfonía. Estamos por tanto (¡nada que ver con la densidad intelectual de sus Preludios y fugas de 1950!) en la época del Shostakovich irónico, juguetón, gamberro e iconoclasta por excelencia, pero época también en la que empieza a despuntar claramente el Shostakovich lírico, doliente y visionario que, tras la caída en desgracia ante los ojos de Stalin por la ópera arriba referida, quedará relegado a la música de cámara hasta volver a despuntar en la obra orquestal de los últimos años.

De todo ello, desde lo lúdico hasta lo trágico pasando por un latente romanticismo y una espiritualidad de lo más inquietante , hay en estas breves piezas para piano en las que Korobeinikov se nos descubre como un artista hecho y derecho no solo irreprochable en lo técnico, sino también capaz de variar la expresión para destilar todos estos ingredientes, aportando además sinceridad e imaginación al asunto. Sin contar con otras referencias para comparar, su realización me parece admirable.

La interpretación de los conciertos no me ha ensutiasmado tanto, al menos la del Primero. Se trata de una lectura muy atenta a los aspectos más patéticos de la obra que se concentra en un muy trágico y profundo Lento, desgranado con un tempo dilatado y gran sensibilidad; pero también resulta algo sosa en los movimientos extremos, sin toda la ironía y el carácter trepidante que la partitura demanda, tanto por parte de la batuta como del solista. Comparando lo de Korobeinikov con lo que hizo su paisano Kissin a los dieciséis añitos (la grabación con Spivakov en RCA), queda claro que al artista que nos ocupa le falta un grado mayor de compromiso, riesgo e imaginación. El trompetista se encuentra en la misma línea, por completo solvente pero sin mucha retranca y, en cualquier caso, sin el aroma jazzístico que otros prefieren destilar.



Solista y director -también la orquesta, aquí con la cuerda mejor empastada- se encuentran más a gusto en el Segundo, donde pueden dar rienda suelta a su interés por subrayar el profundo lirismo trágico de la música del autor en un Andante particularmente lento (7’35’’, todo un récord) que rezuma desolación. Los movimientos extremos están francamente bien, aunque sin llegar al extremo dionisíaco de un Bernstein (su grabación de 1962 tocando y dirigiendo al mismo tiempo sigue siendo referencial); además, en los pasajes más virtuosísticos el piano resulta un pelín más mecánico de la cuenta. Sea como fuere, disco muy recomendable. Y si no se lo quieren comprar o buscarlo "por ahí", ustedes ya me entienden, les dejo a través de YouTube esta otra interpretación del Segundo a cargo de los mismos artistas.

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