Los Veinticuatro preludios fueron compuestos entre 1932 y 1933, justo después de su Lady Macbeth, por las mismas fechas que el Concierto para piano nº 1 y poco antes de la banda sonora de Las amigas y de su fundamental Cuarta sinfonía. Estamos por tanto (¡nada que ver con la densidad intelectual de sus Preludios y fugas de 1950!) en la época del Shostakovich irónico, juguetón, gamberro e iconoclasta por excelencia, pero época también en la que empieza a despuntar claramente el Shostakovich lírico, doliente y visionario que, tras la caída en desgracia ante los ojos de Stalin por la ópera arriba referida, quedará relegado a la música de cámara hasta volver a despuntar en la obra orquestal de los últimos años.
De todo ello, desde lo lúdico hasta lo trágico pasando por un latente romanticismo y una espiritualidad de lo más inquietante , hay en estas breves piezas para piano en las que Korobeinikov se nos descubre como un artista hecho y derecho no solo irreprochable en lo técnico, sino también capaz de variar la expresión para destilar todos estos ingredientes, aportando además sinceridad e imaginación al asunto. Sin contar con otras referencias para comparar, su realización me parece admirable.
La interpretación de los conciertos no me ha ensutiasmado tanto, al menos la del Primero. Se trata de una lectura muy atenta a los aspectos más patéticos de la obra que se concentra en un muy trágico y profundo Lento, desgranado con un tempo dilatado y gran sensibilidad; pero también resulta algo sosa en los movimientos extremos, sin toda la ironía y el carácter trepidante que la partitura demanda, tanto por parte de la batuta como del solista. Comparando lo de Korobeinikov con lo que hizo su paisano Kissin a los dieciséis añitos (la grabación con Spivakov en RCA), queda claro que al artista que nos ocupa le falta un grado mayor de compromiso, riesgo e imaginación. El trompetista se encuentra en la misma línea, por completo solvente pero sin mucha retranca y, en cualquier caso, sin el aroma jazzístico que otros prefieren destilar.
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