miércoles, 25 de abril de 2012

Faust y Abbado: expresionista Berg, luminoso Beethoven

Este disco registrado, sin todo el acierto técnico posible, por Philipp Knop en Bolonia en noviembre de 2010, supone el imprevisto y desconcertante debut de Claudio Abbado en Harmonia Mundi de la mano de Isabelle Faust con un programa exigente en grado sumo: los geniales conciertos de Alban Berg y Ludwig van Beethoven. Conociendo cómo se las gasta el milanés, los resultados entran por completo dentro de lo previsible, es decir, muy bien el primer autor y bastante discutible el segundo. Pero hay algo que sorprende y maravilla: la actuación de la violinista alemana.


Realmente lo de la Faust es asombroso, sobre todo en Berg. Su sonido, sin ser el más bello posible, impresiona por su solidez, precisión y capacidad para ofrecer las más variadas texturas, desde lo etéreo hasta lo rugoso: recuerda en este sentido a Szigeti en su excepcional recreación con Mitropoulos. Claro que lo que convierte su interpretación en memorable es su intensidad emocional, de una incandescencia rebelde, virulenta a más no poder, pero siempre controlada merced a una impresionante concentración, atenta al matiz y con capacidad para desplegar el vuelo poético aquí imprescindible.

Aquí quien nos viene a la mente es Zuckerman en su increíble registro junto a Pierre Boulez, y si este no nos parece a la misma altura se debe a la dirección de Abbado. Esta es rápida, extrovertida y de elevadísimo sentido teatral, e impacta gracias al enorme sentido del color del maestro italiano y a la incisividad de su batuta, pero -como generalmente ocurre en sus acercamientos a la Segunda Escuela de Viena- resulta un tanto ruidosa, superficial y de cara a la galería, perdiéndose un tanto sutileza y espiritualidad en aras del impacto sobre el oyente. En cualquier caso, una interpretación que conmoverá profundamente a quienes prefieran, como quien esto suscribe, una línea antes expresionista que lírica a la hora de abordar la página.

De nuevo hay que atender a los gustos personales a la hora de valorar los resultados del Beethoven. Porque a decir verdad la interpretación está maravillosamente realizada, pero no es fácil que a los que encontramos a esta página llena de tensión dramática y densidad filosófica nos guste esta visión extrovertida, desenfadada y luminosa que Abbado dirige con agilidad, mucha comunicatividad y -como en su doble integral sinfónica de hace unos años- acentuando los contrastes entre sonoridades volátiles con otras musculosas con la clara intención de epatar al personal.

Sobresale en cualquier caso el virtuosismo de la Faust, poderosísima en el sonido -cálido, con carne-, de una asombrosa claridad y no menor exactitud en la digitación. Además la artista se muestra muy intensa, expresiva y matizada, siempre en la línea referida, con aportaciones personales que en general resultan de interés. La realización gustará mucho a determinado tipo de público. Otros nos seguiremos quedando con los Menuhin, Schneiderhan, Zukerman y Perlman de toda la vida al violín y con los consabidos Furtwängler, Klemperer y Barenboim empuñando al batuta.

2 comentarios:

Bruno dijo...

No me puedo ni sé ponerme en contacto con D. Alfredo Brotons, crítico del Levante, Valencia. Me imagino que Ud. le conoce.
Me permito informarle que el Concierto para Orquesta no lo estrenaba la OV cuando Galduf protestó por la falta de auditorio.
La Orquesta ya lo había interpretado mucho antes bajo la dirección de Pirfano. Si mal no recuerdo. De lo que sí me acuerdo fué la intervención inicial de las trompetas que me llamaron la atención.
No hace falta que publique ésto. Haga el mejor uso que pueda.

Fernando López Vargas-Machuca dijo...

Mensaje en exclusiva para Bruno:

No conozco a ese señor ni a ningún otro de los críticos valencianos. ¡Ni siquiera de vista! Así que no le puedo ayudar, lo siento. Un saludo.

Semana Santa pasada por agua

En realidad, el problema no es tanto la lluvia –lloviznas intermitentes y no muy abundantes–, sino el terrible viento que nos azota. Aquí en...