Leo con perplejidad (enlace) que el señor Omer Meir Wellber se encaró el pasado viernes 9 con los breves bufidos que recibió tras su programa Falla en el Palau de Les Arts. Supongo que el joven maestro israelí, protegido de Mehta y Barenboim por motivos que parecen más políticos que artísticos, anda aún calentito por los tremendos abucheos que recibió en La Scala por su Aida (enlace). Vamos, que lo de Valencia no es su primera vez.
Si es verdad que se puso chulo en Les Arts hay que concluir que a este señor no solo le falta experiencia, sino también saber estar. Porque tiene que ser consciente de que le han puesto al frente de una orquesta de primera fila y que hasta ahora, al contrario de lo que ocurre con otros maestros de su edad, algunos de ellos españoles, no ha dado cuenta de un talento particularmente interesante, y sí ha ofrecido algún fiasco considerable: su Petrushka aquí comentada (enlace) más bien apuntaba a graves carencias tanto técnicas como expresivas. En lugar de encararse con el público, debería ofrecer explicaciones sobre semejante fiasco. O sobre la presencia en los elencos por él escogidos de ciertas personas que cantan menos que regular, pero que son “de la agencia” (enlace). Que se guarde la chulería para otra ocasión y que se prepare bien Tosca para las próximas representaciones en Valencia. Buena falta le va a hacer.
7 comentarios:
Jajajaja que razón tiene usted!!
Creo que lo de la Scala ya era Tosca
Efectivamente, yo también creo recordar que le habían abroncado en el título de Puccini, pero estuve buscando en internet al escribir la entrada y no encontré nada al respecto. Lo que es seguro es que fue en la reciente Aida cuando le dieron el gran meneo.
Que se guarde los humos. Seamos francos. La orquesta de Les Arts tiene unas bases consolidadas por Maazel (últimamente criticado, aunque siempre mantenía con pulso y tensión sus interpretaciones. Siempre le defendí por aquellos momentos que nos brindó en Valencia) y Mehta y es sin duda, la mejor orquesta de la península, incluso pareja a algunas de las mejores orquestas europeas. Algunos ya escuchamos a Wellber en su presentación (con Aida) y ya vimos una dirección demasiado rápida, acalorada, sin tiempo para el reposo y el refinamiento, además de destensionada y caída, mortecina. Muchos ya le criticamos y efectivamente, al mes siguiente se le abucheó Tosca en la Scala. Si alguien le abuchea, debe guardar la compostura, ya que de lo contrario se palpa una falta de profesionalidad y humildar alarmante.
Pues eso. Ya que le ha tocado la lotería con la titularidad de Les Arts y su presencia en La Scala, lo menos que puede hacer es quedarse calladito, aunque los abucheos sean injustos. Por cierto que Carlos Kleiber no se envalentonó cuando en Milán le pitaron su genial Otello.
Posiblemente porque Kleiber tenía la conciencia más tranquila que Wellber. Era un genio y lo sabía. Otros necesitan la palmada permanente en la espalda para creerse algo que a muchos también nos cuesta creer.
El día 11 no hubo ni siquiera amago de abucheo a Wellber. Yo no creo que fuese merecedora de abucheo su labor, aunque no me gustó.
Y efectivamente ya había sido sonoramente abucheado en la Tosca de La Scala antes de Aida.
Y a mí la Aida que le escuché en Valencia tampoco me pareció digna de abucheo, pero tengo claro que dentro del sueldo del artista se incluye aguantar el chaparrón que caiga, por muy injusto que sea. Seguir el ejemplo de José Cura solo puede llevar al precipicio.
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