martes, 14 de diciembre de 2010

Enanos

Acabo de terminar uno de los DVDs que me han enviado este mes para comentar en la revista Ritmo. Se trata de una filmación realizada en marzo de 2008 en la Ópera de Los Ángeles. Programa doble muy del gusto del maestro James Conlon, gran recuperador de músicas "olvidadas", cuando no directamente "enterradas" por los nazis, como es el caso: El jarrón roto de Viktor Ullmann (compositor gaseado en Auschwitz en 1944), comedia simpática pero menor, y El enano de Alexander Zemlinsky, una magnífica creación que había sido estrenada por nada menos que Otto Klemperer en 1922.

Esta última la he escuchado con emoción, con mucha emoción en toda la estremecedora parte final en la que el protagonista descubre su verdadera naturaleza en el espejo (no es más que un bufón que sirve de juguete a la caprichosa infanta de España). Pero también la he escuchado con pena. Pena de recordar lo que algunos críticos sevillanos escribieron cuando, unos meses después de realizarse esta filmación californiana, Pedro Halffter ofreció en el Teatro de la Maestranza el estreno en España de esta ópera de inspiración velazqueña, con fortuna interpretativa superior a la del referido DVD: que se dejaran ya de cosas raras, que lo que hay que hacer en Sevilla es más zarzuela (sic).

Alguien ha escrito hace poco que algunos críticos hispalenses continúan en el Paleolítico. Inexacto: están en el Paleozoico. Por lo menos.


8 comentarios:

Eugenio Murcia dijo...

En el Scherzo de este mes se dice que en la "Lulú" de Barcelona había muchos huecos. Y seguramente muchos de los que fueron sólo querían ver a la Petibon en bolas. Por cierto, la chica está como un queso, pero la ópera yo creo que tiene bastante interés (y lo digo yo, que no soy muy bergiano, y el maestro Carrascosa ya me lo reprochó en un comentario en su blog).

Fernando López Vargas-Machuca dijo...

Eugenio, es normal que incluso en Barcelona (tierra wagneriana por excelencia) haya huecos en Lulu, porque es normal que haya muchas personas que carecen de la formación y/o sensibilidad para reconocer determinada formaciones artísticas.

Lo preocupante para mí es que personas encargadas de formar a los que no saben, y me refiero a los críticos, sigan anclados en ese Paleozoico al que me refería, y hasta usan su poder e influencia para que sus lectores no sagan de él.

Cuando en mayo de 2006 Pedro Halffter hizo Lulu en el Maestranza se notaba la crispación entre ciertos sectores. La función, pese al muy escaso volumen vocal de la protagonista (la Petibon, por cierto, lo tiene enorme, aunque no gana precisamente a la que vimos en Sevilla en otra clase de volúmenes),fue en conjunto un éxito artístico. Sin embargo, un amigo con bastante poder -por escribr donde escribe- hizo una crónica enla que daba a entender que había sido un fracaso.

Como la confianza da asco, me permití el lujo de telfonearlo y ponerlo a parir. Le dije, me temo que con razón aunque tal vez no con el tacto debido (soy de sangre caliente, qué le vamos a hacer), que él sabía claramente que la función había triunfado, pero que él, como otros con quienes tengo poco trato, y a los que lógicamente no les dije nada, lo que estaba intentando era hundir el nuevo rumbo en su programación lírica que estaba tomando el Maestranza bajo la dirección de Halffter.

Y es que, como él mismo reconoce (por suerte seguimos siendo amigos), hay gente que aún no ha salido del recitativo-aria-cabaletta. Así nos va, añadiría yo.

Y otra cosa más me permito añadir, esta vez desde mi profesión verdadera, que es la de docente: ¿cómo demonios se quiere formar al alumnado en las artes plásticas del siglo pasado, o sea, del XX, si la mayoría de los profesores evitan dar esa parte del temario por la sencilla razón de que no les gusta y, claro está, no se lo saben?

Fernando López Vargas-Machuca dijo...

Debo hacer algunas puntualizaciones.

Alguien me pide en privado que dé nombres, que de otra manera el colectivo de críticos de Sevilla se puede considerar ofendido. Respondo ahora en público que esta entrada del blog no es un ataque al colectivo de críticos que cubren con regularidad eventos musicales sevillanos, entre otras cosas porque se trata de un grupo tan amplio y heterogéneo que resulta imposible aplicarle cualquier calificativo global, en el sentido que sea.

Ahora bien, no tengo el menor reparo en afirmar que dentro de semejante colectivo sí hay una “línea” (no como grupo organizado a la manera de “secta”, sino como mera coincidencia de pareceres) que se caracteriza por el rechazo frontal al giro programador que en su momento efectuó Pedro Halffter (al que ahora, por presiones político-financieras, el músico y gestor madrileño ha tenido que renunciar). Y también afirmo que por muchísimo que sepan esos sin duda sabios y respetabilísimos señores de música, y por muchos que sean los temas artísticos en los que podrían darnos lecciones a los que sea salirse de los repertorios más trillados y su clarísima complacencia hacia el belcanto y la zarzuela, algunos de cuyos títulos estos especialistas sobrevaloran claramente, me parecen actitudes muy poco positiva para el avance cultural de una ciudad que necesita, entre otras cosas, que sus “formadores” sean personas de mentalidad abierta.

Insisto, el asunto no es muy distinto de aquellos profesores colegas que se llevan un mes en sus clases explicando escultura barroca (un tema que adoro, dicho sea de paso) y luego pasan de puntillas ante el arte del siglo XX. ¿Exagero? Vamos al manual de Historia del Arte de Segundo de Bachillerato editado por Anaya-Algaida cuyo autor es el profesor de la Universidad de Sevilla D. Jesús Palomero Páramo (edición de 2003). Escultura y pintura románicas: 3 páginas. Imaginería barroca española: 14 páginas. Pintura del siglo XX, desde el Fauvismo hasta la abstracción: 14 páginas. De Jackson Pollock en adelante no hay arte, parece. Y este es el manual más utilizado en los institutos de Andalucía.

No descubro nada nuevo diciendo que en Sevilla a algunos les gusta mucho mirarse el ombligo. En artes plásticas y en más cosas. Por ejemplo, en música.

vicentet dijo...

yo estuve en una de las funciones de Lulú y no habia tantos huecos. Otra cosa que en el acto II ya se habia ido bastante gente y el acto III como quien dice estabamos en familia.Como espectaculo tanto visual como musical fue una maravilla, con guiños surrealistas, expresionistas y por supuesto la maravillosa musica de Berg, tan unida a Mahler
Esta opera es muy actual, porque refleja los grandes temas del siglo XX, el sexo, el poder, el amor,la musica subyuga y aunque es dura de oir al final te deja destrozado emocionalmente.
Nadie deberia de huir de esta musica, no es Turandot, ni Tosca ni nada por el estilo,pero lo prefiero Mil veces antes que las ñoñerias de una Boheme.

Fernando López Vargas-Machuca dijo...

No seas joío, Vicentet. Lulu es maravillosa, y La Bohème también.

vicentet dijo...

Fernando, sabes por donde voy, el publico llena la Boheme en Sevilla, donde han tenido que prorrogar las funciones,el publico cada vez es mas conservador, solo van a espectaculos politicamente correctos.Ni Lulú es tan escandalosa, ni el publico, que se supone curado de espanto pues suele ser gente de un cierto nivel cultural,puede sentir repugnancia por esa maravillosa criatura del Dr. Schon.

Paco dijo...

Volviendo al tema del post, el Enano de Zemlinsky , que vi en Sevilla por casualidad, fue una de las experiencias operísticas que más profundamente me han "colpito".
Realmente de esto trata el espectáculo del arte, de que el público al que va dirigido guarde una profunda emoción de lo presenciado. Las líneas críticas se quedan en reseñas pero la verdadera obra de arte, bien realizada, perdura.

Fernando López Vargas-Machuca dijo...

Paco, para mí El enano fue también muy emocionante. Apenas conocía la obra y quedé hondamente impresionado, en partes gracias a que el nivel musical fue espléndido. En este DVD -en cualquier caso muy estimable- los resultados no han sido tan elevados, pero volví a quedar “tocado” por una página que tal vez no sea de primerísima línea, pero que guarda en su interior belleza, sinceridad y una apasionante reflexión sobre el ser humano. Fue esa emoción la que me hizo correr al blog y dejar unas líneas que me debería haber ahorrado, porque ya tengo demasiadas cosas de las que ocuparme como para crearme problemas adicionales.

Pero a lo hecho, pecho. Me duele y me seguirá doliendo que haya sabias firmas en la ciudad de la Giralda que para calificar títulos que el Maestranza ofrece de Schreker, Busoni o el citado Zemlinsky utilicen términos como “discutibles experimentos” o “rarezas fruto de los gustos personales de Pedro Halffter”, al mismo tiempo que cuando se recuperan obras del sevillano Manuel García o, más recientemente, del catalán afincado en Sevilla Pedro Rabassa (maestro de capilla de la catedral hispalense durante el segundo tercio del XVIII), se prefieran expresiones del tipo “feliz rescate” o “afortunado redescubrimiento”.

“Perplejos y preocupados” se llamaba el manifiesto que firmaron hace años siete críticos ante la inminente sustitución de José Luis Castro por Pedro Halffter al frente del Maestranza. Pues bien, a mí el cambio me ha parecido en general bastante positivo (no así la forma en que se realizó, lo he dicho ya muchas veces), y por ello me permito mostrarme, sin pretender ponerme al nivel de conocimientos y prestigio de las firmas que rubricaron el referido manifiesto, PERPLEJO ante el hecho de que a estas alturas se pida “menos alemanes y más zarzuela” y PREOCUPADO ante la circunstancia de que el probable cambio político que se avecina, que podría llevarse por delante a Pedro Halffter, convierta en realidad dicha petición. Creo que Sevilla perdería muchísimo. Ay Sevilla, Sevilla.

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