miércoles, 28 de julio de 2010

Plácido Boccanegra: triunfo justo y necesario

Acudí acompañado por mi madre a Madrid para presenciar la segunda de las tres funciones en las que Plácido Domingo interpreta el rol titular del Simon Boccanegra que anda estos días ofreciendo el Teatro Real. Canceló Angela Gheorghiu tras una primera función en la que, según todos los testimonios, evidenció una considerable inseguridad: otro testimonio más –y van- de la total y absoluta falta de profesionalidad de la diva rumana. Tenía morbo escucharla, pero al final se terminó agradeciendo su ausencia porque Inva Mula, que cantaba en ese primer reparto que debería haber protagonizado un Carlos Álvarez aún en reposo, se mostró dispuesta a sustituir a la rumana, y lo hizo muy bien. En cualquier caso la noche fue, como no podía ser de otra manera, del inmenso Plácido Domingo.



La crítica

La producción escénica ya se había visto en Madrid. Por lo visto el rojo de entonces ha sido sustituido ahora por un purísimo blanco marmóreo. De mármol de Génova, por descontado. Y de gran belleza: enorme acierto del escenógrafo Michael Scott. La dirección escénica del irregular Gian Carlo del Monaco (¡qué diferencia con sus soberbias realizaciones en Hoffmann o Fanciulla!) no valía un pimiento. Y me refiero a los movimientos de masas y a los personajes secundarios, claro, porque me consta que a los miembros del segundo reparto –o sea, el que comentamos- no se dignó a dirigirlos y tuvieron que improvisar. Al menos fue una dirección de esas “que no molestan”, lo que dados los tiempos que corren ya es bastante.

Jesús López Cobos ofreció el Verdi que acostumbra: flácido, aburrido y sin el menor estilo. Encima en el prólogo y en el primer acto hubo detalles de cursilería (ay, esos violines) bastante deplorables. Luego se mostró expresivamente más centrado, pero las inmensas bellezas de la genial y aún hoy bochornosamente infravalorada partitura no salieron al flote. La orquesta tuvo una noche digna, solo eso, y al coro Intermezzo (esposa del Presidente de Gobierno incluida) lo encontré mejor que en otras ocasiones.

A Inva Mula me parece que es la primera vez que la escucho en directo. La voz no es grande pero sí muy bien timbrada. Canta con enorme gusto y correcto estilo. Además se arriesgó, y lo hizo hasta el punto de tener un par de resbalones perfectamente perdonables. Un poquito más de entrega expresiva no le hubiera venido mal a su algo sosa Amelia, pero aun así firmó un trabajo muy estimable desde todos los puntos de vista.

Ferruccio Furlanetto está mal de voz, ya lo sabemos. Su canto es bronco y está lastrado por no escasa tosquedad. Pero se cree el personaje, lo canta con mucha entrega y consigue además que suene a Verdi; desde luego lo prefiero antes que a voces más sanas pero planas en lo expresivo. Marcello Giordani, excelente y adecuadísimo instrumento en manos de un intérprete generoso en el agudo, ofreció un dignísimo Gabriele Adorno al que le faltó algo de técnica para apianar y matizar como es debido... y para mantenerse siempre afinado. Y Ángel Ódena me sorprendió muy gratamente: su Paolo es lo mejor que le he escuchado hasta ahora.

Del Simone de Plácido solo puedo decir que no lo cambio por ningún barítono, ni de antes ni de ahora. Por descontado que se puede tener una voz mucho más adecuada para el personaje; al menos en lo tímbrico, claro, porque las notas, aunque con alguna trampa para las más graves, las dio. Pero me resulta difícil imaginar un Simone más comunicativo y más sincero. Su canto fue de una belleza y de una emotividad difícilmente comparables. Todo ello con una voz que sigue estando en condiciones admirables, con una dicción ejemplar y con un estilo italiano a más no poder. Y encima, aun sin ser un gran actor, moviéndose como un auténtico señor de la escena, con clase y sin la menor concesión al divismo. La escena final fue de las que te ponen el corazón en un puño, y nos retrotrajo a todas esas grandes escenas culminantes que en sus diferentes personajes el tenor madrileño nos ha ofrecido a lo largo de su prolongadísima carrera. Por cierto, vaya castañazo que se quiso pegar a la hora de la muerte: aunque le pusieran un acolchado en el vestido a tal efecto, semejante riesgo solo lo corren los artistas que llevan el teatro en la sangre.

La crónica

La velada fue más, muchísimo más que una buena representación de Simon Boccanegra. Fue, por fin, el gran, enorme, apoteósico y largamente merecido triunfo de Plácido Domingo en su ciudad natal. El triunfo que tanto tiempo le han negado los estirados que le criticaban su comercialidad, su interés por el dinero y –sobre todo- su fama: ya se sabe que lo que le gusta a las masas no es para los “exquisitos”. El triunfo que le ha negado esa legión de beckmesseristas que, empeñados en defender las presuntas esencias de no se sabe muy bien qué tradición canora, han antepuesto una limitación del agudo por aquí, una escasez de recursos belcantistas por acá o una técnica presuntamente poco refinada por más allá, ante lo que es un arte inmenso en el que lo más importante, la correcta interpretación del personaje y la emoción sincera a la hora de construirlo, le han convertido en el tenor más aplaudido de los últimos cincuenta años.

Se aplaudió mucho la noche del domingo. Más de veintitrés minutos pude cronometrar. La Reina Doña Sofía estuvo de pie aplaudiendo a rabiar todo ese tiempo. El público bramaba como yo jamás he visto. Se vitoreó a todos, pero con Plácido se desató la histeria colectiva. No dudo que la recuperación del cáncer tuviera bastante que ver con semejante muestra de afecto, como también la excelencia de su Simone, pero el asunto fue mucho más allá: ha sido, por fin, la rendición del pueblo de Madrid ante el arte de Domingo. El tenor salió al balcón a saludar al público que se concentraba ante una pantalla gigante colocada en la Plaza de Oriente. Cantó el chotis “Madrid, Madrid…” a capella y luego aquello de “Campeooooooooooooooooooones, campeooooooooooooooooooooones, oeeeeeee ooeeeeeeeeeeeeeee oeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee”: no soy precisamente entusiasta del fútbol, pero me enterneció verle tan eufórico –y por ende tan juvenil- ante la multitud.

Sufrimos más de media hora de espera en los camerinos porque Domingo se entregó a una entrevista televisiva. Luego, como en él es costumbre, estuvo firmando autógrafos y sacándose fotos con todos cuanto se lo pedíamos. Con una visible cara de agotamiento, sí, pero poniendo su mejor sonrisa cuando saltaban los flashes. Cuando salió por la puerta de artistas le esperaba otra multitud. Aplausos, gritos, flashes, ovaciones… Juro que había señoras llorando. Más autógrafos. Más fotos. A la una menos cinco de la madrugada se despidió de un público que no dejaba de aplaudir y –ni la limusina de la Gheorghiu ni leches- subió la calle arriba flanqueado por sus guardaespaldas. Creo que Plácido no olvidará fácilmente esa noche. Nosotros tampoco.

Ah, la grabación radiofónica se puede obtener en el blog de Nina la Pazza (enlace).


PS. En un principio escribí que la producción de Del Monaco también se había visto en Valencia. En realidad se trató de una producción propia del Palau de Les Arts a cargo de Lluis Pasqual. Ya lo he corregido en el texto. Mil perdones.

3 comentarios:

Andante moderato dijo...

Estimado Fernando:
Quisiera preguntarte cuando saldrá la próxima entrega de la discografía de las Sinfonías de Johannes Brahms, pues hace algunos meses que vengo profundizando en el universo orquestal del compositor alemán, especialmente en la Cuarta Sinfonía.
De todas las grabaciones de esta obra maestra que hasta ahora he escuchado, mis preferidas son, en primer lugar, la de Carlo Maria Giulini con la Sinfónica de Chicago (EMI, 1969) y, luego, la de Carlos Kleiber con la Filarmónica de Viena (DG, 1980), aunque aún no he podido disfrutar de muchas otras recreaciones famosas como, por ejemplo, las antiguas de Wilhelm Furtwängler o la del magnífico ciclo del maestro italiano con la misma orquesta vienesa (DG), todas ellas muy difíciles de encontrar en CD.
Comparto tus apreciaciones acerca de la sensacional Cuarta de Giulini - Chicago: he pensado que quizás un punto discutible sea el Allegro giocoso por ser bastante más lento que de costumbre, demora que indudablemente contribuye a acentuar esta visión intensa y dramática del tercer movimiento, que continúa en un monumental Allegro energico e passionato.
En cuanto a la de Kleiber - Viena, me parece que es, en términos generales, una gran versión: técnicamente perfecta (muy logrado el sonido orquestal típico de Brahms), correctamente planificada, llevada a buen pulso, con una dirección clara, refinada y que alcanza un buen equilibrio entre los momentos de arrebato y los de dulce lirismo. Sin embargo, noto que esta interpretación adolece de cierta precipitación y nerviosismo, por ejemplo, en la recapitulación del primer movimiento o en el tercero (que en las primeras audiciones de esta grabación, me parecía un mero ejercicio virtuosístico). También, hay momentos de mayor poesía, como el matizadísimo comienzo de la sinfonía o el suave Andante con moto, que se desarrolla aquí con más ligereza. Dentro de este enfoque urgente, aunque no exento del reposo y la sensibilidad necesarios, creo que se destaca, además, un arrollador cuarto movimiento. Me interesaría conocer tu opinión acerca de esta Cuarta vienesa de Kleiber.
Entre otras interpretaciones que conozco, se encuentran la de Rafael Kubelík con la Sinfónica de la Radio de Baviera, del sello Orfeo (Lectura equilibrada y precisa, se le puede reprochar excesiva seriedad en algunos pasajes, que recuerda los dichos acerca de Brahms de era un compositor de estilo academicista); Rudolf Kempe con la Sinfónica de la BBC (Correcta, falta, tal vez, un mayor compromiso expresivo en los movimientos primero y segundo. Destaca un último movimiento, no perfecto, pero llevado con apasionamiento); Herbert von Karajan con la Philarmonia Orchestra (1955, EMI. Buena versión, sin más, del maestro salzburgués, no tan perfecta en la técnica como su posterior con la Filarmónica de Berlín, pero sí con mayor sinceridad y expresión); von Karajan con la Filarmónica de Berlín (DG. Coincido totalmente con tus comentarios. Mejor con la Philarmonia); Fritz Reiner – Orquesta Filarmónica Real y Arturo Toscanini – Orquesta de la NBC (En su supuesta objetividad, ambos directores dejan de lado los aspectos expresivos de la partitura. No son versiones recomendables para profundizar en Brahms).
Entonces, ¿cuáles son según tu preferencia, las grabaciones imprescindibles (o las cinco mejores que conozcas) de la Cuarta Sinfonía de Brahms?
Excelente el blog.
Un saludo.

P.D: ¿Tienes alguna idea sobre cuál es el nivel de la integral de Eduard Van Beinum con la Concertgebouw y la de Bruno Walter con la Filarmónica de Nueva York? Van Beinum tiene fama de buen brahmsiano, pero sus discos no se consiguen y esta primera integral de Walter, según dicen algunos en Internet, es preferible a la de Columbia.

Andante moderato dijo...

Estimado Fernando:
Quisiera preguntarte cuando saldrá la próxima entrega de la discografía de las Sinfonías de Johannes Brahms, pues hace algunos meses que vengo profundizando en el universo orquestal del compositor alemán, especialmente en la Cuarta Sinfonía.
De todas las grabaciones de esta obra maestra que hasta ahora he escuchado, mis preferidas son, en primer lugar, la de Carlo Maria Giulini con la Sinfónica de Chicago (EMI, 1969) y, luego, la de Carlos Kleiber con la Filarmónica de Viena (DG, 1980), aunque aún no he podido disfrutar de muchas otras recreaciones famosas como, por ejemplo, las antiguas de Wilhelm Furtwängler o la del magnífico ciclo del maestro italiano con la misma orquesta vienesa (DG), todas ellas muy difíciles de encontrar en CD.
Comparto tus apreciaciones acerca de la sensacional Cuarta de Giulini - Chicago: he pensado que quizás un punto discutible sea el Allegro giocoso por ser bastante más lento que de costumbre, demora que indudablemente contribuye a acentuar esta visión intensa y dramática del tercer movimiento, que continúa en un monumental Allegro energico e passionato.
En cuanto a la de Kleiber - Viena, me parece que es, en términos generales, una gran versión: técnicamente perfecta (muy logrado el sonido orquestal típico de Brahms), correctamente planificada, llevada a buen pulso, con una dirección clara, refinada y que alcanza un buen equilibrio entre los momentos de arrebato y los de dulce lirismo. Sin embargo, noto que esta interpretación adolece de cierta precipitación y nerviosismo, por ejemplo, en la recapitulación del primer movimiento o en el tercero (que en las primeras audiciones de esta grabación, me parecía un mero ejercicio virtuosístico). También, hay momentos de mayor poesía, como el matizadísimo comienzo de la sinfonía o el suave Andante con moto, que se desarrolla aquí con más ligereza. Dentro de este enfoque urgente, aunque no exento del reposo y la sensibilidad necesarios, creo que se destaca, además, un arrollador cuarto movimiento. Me interesaría conocer tu opinión acerca de esta Cuarta vienesa de Kleiber.
Entre otras interpretaciones que conozco, se encuentran la de Rafael Kubelík con la Sinfónica de la Radio de Baviera, del sello Orfeo (Lectura equilibrada y precisa, se le puede reprochar excesiva seriedad en algunos pasajes, que recuerda los dichos acerca de Brahms de era un compositor de estilo academicista); Rudolf Kempe con la Sinfónica de la BBC (Correcta, falta, tal vez, un mayor compromiso expresivo en los movimientos primero y segundo. Destaca un último movimiento, no perfecto, pero llevado con apasionamiento); Herbert von Karajan con la Philarmonia Orchestra (1955, EMI. Buena versión, sin más, del maestro salzburgués, no tan perfecta en la técnica como su posterior con la Filarmónica de Berlín, pero sí con mayor sinceridad y expresión); von Karajan con la Filarmónica de Berlín (DG. Coincido totalmente con tus comentarios. Mejor con la Philarmonia); Fritz Reiner – Orquesta Filarmónica Real y Arturo Toscanini – Orquesta de la NBC (En su supuesta objetividad, ambos directores dejan de lado los aspectos expresivos de la partitura. No son versiones recomendables para profundizar en Brahms).
Entonces, ¿cuáles son según tu preferencia, las grabaciones imprescindibles (o las cinco mejores que conozcas) de la Cuarta Sinfonía de Brahms?
Excelente el blog.
Un saludo.

P.D: ¿Tienes alguna idea sobre cuál es el nivel de la integral de Eduard Van Beinum con la Concertgebouw y la de Bruno Walter con la Filarmónica de Nueva York? Van Beinum tiene fama de buen brahmsiano, pero sus discos no se consiguen y esta primera integral de Walter, según dicen algunos en Internet, es preferible a la de Columbia.

Fernando López Vargas-Machuca dijo...

Ante todo, mil perdones por el monumental retraso en contestar. Entre mis viajes veraniegos y otras cuestiones varias me he demorado mucho más de lo que me permite la educación.

En cuanto a Brahms, no sé cuándo saldrá mi proxima entrega, que será la de Abbado.

La Cuarta de Brahms es una de mis sinfonías favoritas. Comparto al cien por cien tus apreciaciones sobre las lecturas de Guilini/Chicago y Kleiber/Viena. Yo no sabría explicarlas así de bien.

La de Kubelik la escuché hace ya mucho: recuerdo que no me gustó. Tendré que repasarla. La de Kempe no la conozco, por lo que agradezco mucho el comentario. La de Karajan/Philharmonia tampoco. Ni la de Toscanini/NBC, porque me decidí por el ciclo con la Philharmonia que comenté en su momento. La de Reiner sí que me gusta bastante (¡y qué bien suena!), aunque no esté entre mis favoritas.

De Van Beinum, ni idea. De la de Walter en Nueva York se dice que es menos buena que la posterior.

¿Imprescindibles? Las dos últimas de Guilini (Chicago y Viena, son complementarias), la de Bernstein/Viena... Esas tres quizá sean mis preferidas. Y luego, a un nivel "menor", es decir, no genial pero sí extraordinario, las de Furt, Barbirolli, Markevitch (increíble el último movimiento), Celibidache, Kleiber (también la del DVD), Sanderling/Berlín, Haitink/Boston, Mravinsky (espartano pero lleno de fuerza)... Hay un montón. Quizá debería sacar una comparativa con mis anotaciones, lo que pasa es que querría repasar algunas, como la de Barenboim, sobre la que no tengo aún las ideas del todo claras. Mil perdones de nuevo por el retraso, y gracias por los comentarios. Un saludo.

¡Menos chichi y más chicha!

Perdón por el chiste malo y ordinario, pero tenía que hacerlo. Acabo de salir del Ateneu Ruman (sí, estoy en Bucarest) de escuchar el Concie...