jueves, 15 de enero de 2009

Entrevista a Javier Perianes

Al hilo de las dos reseñas discográficas que acabo de colgar, traigo aquí la entrevista que le realicé a Javier Perianes hace un par de años en Sevilla.
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“La música es una manera de entender la vida”

El aún hoy joven Javier Perianes (Nerva, Huelva, 1978) ya llamaba poderosamente la atención cuando siendo todavía casi un adolescente ofrecía obras tan “sencillitas” como el Concierto para piano de Schumann o el primer libro de los Preludios de Debussy. Claro que de un tiempo a esta parte ha sufrido un importante desarrollo tanto técnico como espiritual que le ha hecho dejar de ser una sólida promesa para convertirse en un pianista plenamente maduro que, además, tiene muchas cosas nuevas e interesantes que ofrecer. Revelador en este sentido resulta que se haya escuchado decir a varios expertos críticos de esta revista, como también a otros no menos experimentados de medios y tendencias muy diferentes, que este chico es sin lugar a dudas uno de los dos o tres mejores pianistas españoles de la actualidad. Semejante coincidencia en un mundillo en el que no es difícil llevarse la contraria no hace sino confirmar lo que también se ha oído decir públicamente a cierto pianista y director argentino-israelí bien conocido por ustedes: que Perianes tiene un extraordinario talento. El pasado 4 de enero ofrecía en el Teatro de la Maestranza Noches en los jardines de España junto a la Sinfónica de Sevilla, y allí tuvo la amabilidad de atendernos.

P: Aunque resulte convencional, podríamos comenzar esta entrevista conociendo cómo se introdujo en este mundo.

R: Pues mi primer contacto con la música se produjo cómo no en Nerva, mi localidad natal. Recuerdo que una señora vino por casa para informar que se necesitaban niños en la banda del pueblo... y allí que me fui, a aprender solfeo. Justo antes de adquirir un requinto -un clarinete de cortas dimensiones- fui de vacaciones a la Antilla, una playa de Huelva donde suelo veranear, y allí una tía mía profesora de piano me hizo cambiar de opinión. Siendo un niño de apenas ocho años fui fácilmente impresionado por semejante instrumento. Acto seguido mis padres, por mediación de una tía mía de Nerva, me pusieron en manos de mi primera profesora, Julia Hierro, con la que todavía mantengo un contacto y una relación muy especial.

P: Y de ahí a Sevilla…

R: No, de Nerva pasé primero a Huelva capital, con Lucio Muñoz y María Ramblado. Y ya de allí sí que vine aquí, con la maestra Ana Guijarro. Años más tarde marché a vivir a Madrid, donde he seguido trabajando con ella y desde hace algunos años con el maestro Josep Colom. Así que mi formación es básicamente española.

P: ¿Diría que existe una escuela española de pianistas?

R: No lo sé. En mi caso concreto no creo que haya ningún vínculo absoluto y directo entre mis dos últimos maestros. Aunque ambos fueran alumnos durante algún tiempo de un mismo profesor en París, afortunadamente para mí son personalidades artísticas diferentes, y eso es algo tremendamente enriquecedor.

P: En todo caso, ellos dos habrán sido los responsables de despertar en usted un particular interés por el repertorio español.

R: Más bien han encontrado la manera de combinar de un modo armónico lo necesario para el estudiante con lo conveniente para su personalidad artística, para su desarrollo como músico. Creo que ahí está el secreto de un buen profesor, saber adaptarse al alumno, a su manera de entender la música: buscar el repertorio que mejor le va y combinarlo con obras adecuadas para su desarrollo musical y su formación humanística. Sea como fuere, Ana Guijarro y Josep Colom han supuesto y suponen un referente constante en mi vida como músico. Y a todos y cada uno de mis profesores les tengo una admiración personal y musical enorme.

P: Y ya que lo menciona, ¿sería capaz de definir su propia personalidad artística?

R: No, imposible. No puedo definirme a mí mismo en absoluto, pero podría intentar definir lo que significa la música para mí. No es sólo el medio por el que te ganas la vida; esto último es algo cierto, pero bastante irreal si tenemos en cuenta lo que realmente significa. La música, más que una profesión, es una manera de entender la vida. Para todos los músicos. No puedes desconectar de la música, es algo que te envuelve por completo. De todas maneras, las definiciones sobre uno mismo las dejo para los demás.

P: ¿Pero aceptaría quizá que se definiese su manera de hacer música como un pianismo que antes que buscar la mera belleza sonora, resulta dramático y tenso?

R: Sinceramente no sé si mi forma de hacer música resulta de una manera o de otra concreta, lo único que pretendo es ser lo más honesto posible con la partitura y con el trabajo que realizo. Creo además que lo ideal es integrar todos esos elementos que comenta: el dramatismo, la tensión, la belleza sonora, la arquitectura formal, etc.

P: En todo caso, tiene una manera poco tópica y muy dramática y concentrada de acercarse al Clasicismo musical.

R: Quizás me haya oído obras clásicas con cierta carga de dramatismo, no lo sé, pero no es una manera absoluta de ver un período musical, para nada. La manera de acercarme a una obra clásica, como usted me dice, no la preconcibo como algo dramático ni concentrado, sino que depende de muchos factores; la manera de entender una frase, una sección… una obra, en definitiva.

P: Pero esa visión también la aplica usted en Nebra, por ejemplo.

R: Insisto en comentarle que depende de muchos factores. Obviamente la Sonata nº 5 en Fa # menor tiene para mí cierta carga no sé si llamarla dramática, quizás profética, pero es una cuestión de concepto, pues de hecho no siempre entiendo las obras desde el punto de vista de la tensión que usted me comenta. Por ejemplo, los segundos movimientos de Nebra no los entiendo afectados, más bien más cercanos a Scarlatti. Otras aproximaciones a obras clásicas o barrocas seguro que no las habré entendido desde la tensión dramática. Recuerdo ahora mismo el concierto Jeunhomme de Mozart con el maestro López Cobos y la Orquesta de Galicia, donde se presentan muchas y muy diversas emociones, desde lo más alado y ágil, pasando por un segundo movimiento de mayor carga emotiva (una verdadera aria operística) y acabando por un movimiento final de mayor contundencia, incluyendo un Rondó central de gran elegancia. Como puede observar, hay tantas emociones y momentos distintos en el clasicismo…


P: ¿Plantea el repertorio que hace atendiendo a la demanda del público?

R: Es el eterno debate entre si tocas para el público o tocas para ti. Creo que hay que encontrar un equilibrio y primar por encima de todo aquel repertorio en el que piensas que puedas aportar más de ti mismo, y que piensas que puedas hacer mejor y defender esa música con mayores garantías. Tus preferencias no garantizan absolutamente nada sobre el nivel de la interpretación que pueda uno lograr, pero es importante el entusiasmo con el que afrontas el estudio de las obras que realmente deseas hacer.

P: En todo caso hasta ahora nadie ha discutido su repertorio, aunque desde luego ha escogido a veces programas muy arriesgados.

R: La verdad es que después de una trayectoria corta, quizás tampoco haya sido tan inapropiado hacer determinados programas. Recuerdo la presentación en el ciclo de piano del Maestranza con una primera parte todo Schubert y la segunda todo Chopin; este último es sin duda un compositor más tocado, pero a mí me pareció interesante programar toda un hora del primero. No pretendí absolutamente nada, sólo expuse un programa de música que me parecía de gran nivel musical y eso me parece suficiente. Es absurdo pensar en adiestrar a nadie en oír música quizás más infrecuente. Estoy convencido de que cualquier buena música bien “dicha” llega directamente al corazón del oyente.

P: Aunque hasta ahora tiene muy bien definidas sus preferencias en cuanto a repertorio, es de suponer que el tiempo le irá llevando…

R: ... a muchos otros sitios. Por ejemplo, hasta hace dos años no estaba ni mucho menos entre mis planes hacer un concierto de Rachmaninov, pero toqué el Segundo: dos veces aquí en Sevilla, otras tantas en Madrid, luego una en Córdoba y otras dos con la Orquesta Joven de Andalucía. Y lo he programado de manera voluntaria. Ha sido un aporte a todos los niveles de gran interés para mí.

P: ¿Y el Rachmaninov para piano solo?

R: No lo sé, los Preludios, algunos Estudios… Es una música sin duda interesante. Pero quiero hacer muchas cosas: seguir tocando obras de Falla, adentrarme en el último Schubert, Mompou, volver a las Sonatas de Beethoven, Bach, Brahms, etc. Es que el repertorio es tan vasto… ¡y tan maravilloso!

P: El impresionista parece ser uno de sus repertorios favoritos.

R: Y tanto. Es verdadera pasión la que siento por Debussy y Ravel. Ahora pienso volver de nuevo a los Preludios, y seguramente los tocaré de otra manera, pues el tiempo hace que las mismas obras te descubran nuevos secretos. Precisamente entre las próximas obras a estudiar está el Concierto en Sol de Ravel, toda una obra maestra. Lo hago la próxima temporada con varias orquestas españolas y a finales de la temporada 2006/07 lo hago en Lisboa y Madrid con la London Symphony Orchestra y el maestro Daniel Harding.

P: ¿Y qué tal la música de cámara?

R: Últimamente sí he tenido la fortuna de hacer más. Es un verdadero regalo para un músico poder compartir la experiencia sublime de hacer música juntos. Hace ya algunos años colaboré con el Cuarteto Casals y con el Cuarteto de la Habana, y más recientemente he podido hacer algún recital con el extraordinario viola sevillano Alejandro Garrido, así como con un prestigioso conjunto alemán, el Trío Gaede. Le aseguro que es un privilegio y un enorme placer poder hacer música de cámara con músicos del nivel que le he nombrado. Precisamente durante este año 2006 y el próximo 2007 proseguiré mi colaboración con Gaede haciendo los cuartetos de Mozart, alguno de Dvorák y algún que otro de Beethoven, en lugares como Madrid, Barcelona y Bilbao.

P: Está claro que su nombre está sonando mucho fuera de Andalucía.

R: Tengo muchos compromisos fuera de Andalucía, por supuesto, pero mantengo un vínculo extraordinario con mi tierra y unas relaciones permanentes con las orquestas andaluzas. Este año voy a Granada para hacer Scriabin y para el año próximo también tengo compromisos con otras formaciones andaluzas. Además el año pasado estuve con la Orquesta de Málaga, la de Córdoba y con la Sinfónica de Sevilla dos veces, una voluntaria y otra involuntariamente -sustituyendo a la violinista Janine Jansen-. Y bueno, hoy mismo estoy con la ROSS en este concierto extraordinario tocando las Noches en los jardines de España con el maestro Carlos Kalmar. Ya le digo, es un verdadero placer tocar siempre en Andalucía, es tocar en casa.

P: Aunque es de suponer que también será un placer actuar en sitios como el Carnegie Hall de Nueva York, donde usted debutado hace unos meses.

R: Pues fue una experiencia realmente inolvidable. La actividad cultural de una gran ciudad como Nueva York es sin duda frenética. El Carnegie Hall es uno de esos "templos" de la música donde uno respira toda esa tradición de grandes músicos que han actuado en sus diferentes salas. Fue todo un regalo y un privilegio poder hacer música en un lugar así.

P: ¿Observa alguna diferencia significativa entre el público español y el norteamericano?

R: Pues no, aunque sí es cierto que al público americano le apasiona la música española. No puede uno abstraerse que en el Carnegie Hall se han presentado grandes maestros del piano como Arthur Rubinstein o Alicia de Larrocha con programas que incluían música de Falla y Albéniz y que han dejado una huella indudable en tan mítica sala. En definitiva, supuso toda una experiencia que nunca podré olvidar.

P: Volviendo a nuestra tierra, ¿cómo ve la situación de la enseñanza musical en Andalucía? ¿Qué es lo más urgente de de cara a la enseñanza musical en las escuelas y/o conservatorios?

R: Creo que la enseñanza musical andaluza es extrapolable a cualquier punto de la geografía española. Estoy convencido de que se ha andado mucho camino y que la formación musical en España no tiene nada que ver con la que se ofrecía hace algunos años, tanto en la cuestión cualitativa como especialmente en la cuantitativa. Cada vez hay más jóvenes que quieren entrar en un conservatorio y la demanda de enseñanza musical es altísima. Pero también es cierto que queda mucho camino por andar y mucho en lo que mejorar, y creo que un aspecto fundamental radica en que los conservatorios españoles estén dotados de las mejores infraestructuras y profesorado posibles, para facilitar al alumnado una enseñanza realmente de calidad.

P: Alguien a quien le interesan muchos los temas educativos es Daniel Barenboim, un músico que le está ofreciendo últimamente un gran apoyo.

R: Es un auténtico privilegio para mí poder recibir clases y consejos del maestro. Que dedique parte de su escaso tiempo para darme algunas clases, ya sea en Sevilla -mientras discurre el proyecto del West-Eastern Divan-, ya sea en Viena, o en Berlín, entre sus múltiples conciertos, ensayos y demás compromisos, es todo un regalo, se lo aseguro, y nunca podré darle suficientemente las gracias por todos esos estímulos.

P: Tengo entendido que además estuvieron usted y otros pianistas el año pasado en Chicago recibiendo de él unas clases magistrales.

R: Sí, sobre las Sonatas de Beethoven. Estábamos Lang Lang, Alessio Bax, Jonathan Biss, David Kakouch y Saleem Aboud-Ashkar, entre otros. Siete pianistas en total. Cada uno tocábamos un movimiento de una sonata y el maestro nos daba una clase de tres cuartos de hora sobre el mismo. Bueno, sobre las primeras páginas, porque yo creo que ninguno logramos pasar de las primeras (risas). A mí me tocó hacer el primer movimiento de la Sonata op. 110. Lang Lang hacía la Apassionata, Bax hacía la fuga de la Hammerklavier, y así. Además esas jornadas fueron filmadas con la intención de publicarlas en unos DVDs que saldrán el próximo diciembre en los que el Maestro Barenboim interpreta las treinta y dos Sonatas en la Staastoper de Berlín.

P: Suele decirse uno de los repertorios más difíciles para cualquier pianista.

R: Es un compositor de una dificultad extrema, sin duda. Cada aproximación a Beethoven resulta sin duda apasionante y de extrema dificultad a todos los niveles.

P: Por cierto, ¿cuáles son los pianistas de la actualidad que más admira?

R: Por lo pronto a mis profesores, tanto por su enseñanza como por su propia calidad pianística. De los denominados grandes maestros, admiro a muchísimos, creo que a casi todos, puesto que cada uno tiene algo especial que mostrarnos. Esa es la magia de la música. Desde Radu Lupu, Maria Joao Pires, Leif Ove Andness, Sokolov y por supuesto el maestro Barenboim como músico total. Aunque le confieso que también me apasionan los pianistas de antes (Schnabel, Arrau, Rubinstein, Sofronitky, Myra Hess, Lipatti y un largo etcétera). Son tantos y tan grandes...

P: ¿Qué destacaría entre sus próximos proyectos?

R: Pronto saldrá el CD que se grabó en vivo en el Patio de los Arrayanes de la Alhambra con motivo de mi participación en el último Festival Internacional de Música y Danza de Granada. Los próximos compromisos son actuaciones en los ciclos de Las Folles Journees en Nantes, Bilbao y Lisboa, colaboraciones con orquestas españolas (Granada, Filarmonía de Galicia) y con orquestas internacionales como la Orquesta de Zagreb, y mi presentación con dos recitales en el Festival de Ravinia y Gilmore en Estados Unidos. Para el verano queda una gira con la JONDE por España y Alemania y otros compromisos en festivales europeos, como la vuelta al Festival de La Roque D´Antheron. Gracias a Dios, proyectos preciosos para seguir trabajando con la misma ilusión y entusiasmo.

P: ¿Y nada en particular para celebrar el año Mozart?

R: Nada mejor para celebrar el año Mozart que hacer música del genial compositor salzburgués, claro. Ya le he comentado que haré los cuartetos, algún concierto con orquesta y música para piano solo. Tocar su música es todo un aprendizaje. Es tremendamente difícil conseguir esa transparencia que a veces requiere, ese toque tan especial que exige... En fin, es un regalo para los oídos de cualquier buen melómano. Nos queda un maravilloso año Mozart por delante.
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Artículo publicado en el número de abril de 2006 de la revista Ritmo.

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