miércoles, 3 de diciembre de 2008

Doble Manon: Netrebko, Dessay, Villazón

Dicen que las comparaciones son odiosas, pero a veces resultan necesarias para aclarar ideas. Y estas dos versiones en DVD de la Manon de Massenet grabadas en la Staatsoper berlinesa y en el Liceu de Barcelona con pocas semanas de diferencia (del 26 de abril al 19 de mayo de 2007 la primera, del 24 al 30 de junio la segunda), editadas por Deutsche Grammophon y Virgin respectivamente, bien que se prestan a ello. Incluso cuando ambas cuentan con idéntico protagonista, un Rolando Villazón que cada día desata más pasiones a favor y en contra, hasta el punto de que resulta muy difícil manifestar una opinión ajena a estos dos extremos sin ganarse al mismo tiempo la furia tanto de quienes le adoran como de quienes le detestan.

Villazón me parece un buen e interesante tenor con virtudes indiscutibles, pero también con limitaciones -mejor dicho, defectos- bastante evidentes. Entre las primeras se encuentran una voz de muy buena calidad, una línea extrovertida, muy latina y comunicativa, y una gran sinceridad tanto en el plano vocal como el escénico. Entre los segundos tenemos una técnica muy alejada de la ortodoxia, sobre todo en lo que a la emisión se refiere, por su tendencia a abrir el sonido y ese oscurecimiento artificioso del timbre con el que busca parecerse más aún a su admirado Plácido Domingo; pero también se le debe reprochar, y en no menor medida, su habitual inclinación a sustituir los matices canoros por una hiperexpresividad que le lleva a ofrecer retratos más bien monolíticos de sus personajes, a los que suele encarnar como si estuvieran en un perpetuo estado de arrebato pasional.

Teniendo en cuenta semejantes circunstancias, a nadie debería extrañar que Villazón sea poco menos que el Demonio -con pezuñas y rabo- para los que en la lírica valoran ante todo la belleza, pureza y ortodoxia del canto; que guste bastante a quienes aplauden la comunicatividad y la calidez expresiva por encima de otras circunstancias; y que entusiasme a los fans incondicionales de Plácido Domingo, por mucho que el genial tenor madrileño supere ampliamente al mexicano por técnica, autocontrol y capacidad para el matiz psicológico.

Yo me sitúo entre sus admiradores mas no entre sus entusiastas, pues a mi modo de ver son muy reprochables los defectos arriba señalados. Concretando en el título de Massenet, me ha gustado bastante su Des Grieux por la calidez con la que canta, por la emoción sincera que desprende su encarnación del personaje, pero no me parece ideal debido a su falta de estilo (lo “francés” no ha de significar blandura ni cursilería, pero sí elegancia, sutileza, morbidez y una buena dosis de introversión) y a sus consabidos problemas canoros, por otra parte más evidentes en la grabación de Barcelona -donde además está menos atento al matiz- que en la de Berlín.

Anna Netrebko tiene una voz más cálida y sensual que Natalie Dessay. Y chilla bastante menos. Pero la soprano francesa se come con patatas a la rusa, una cantante muy correcta pero más bien sosa e impersonal, en lo que a interpretación se refiere: gracias a una gama mucho más variada de recursos vocales y a una inteligencia artística superior, la Manon de la Dessay está más matizada en lo expresivo, mejor trazada en su evolución psicológica; es más inocente cuando tiene que serlo, y más coqueta, más frívola y también más trágica cuando corresponde. Y además está más en el estilo, aunque la rusa desde luego no carece de morbidez en el fraseo. Por otro lado, y siendo la Netrebko una sin duda estupenda actriz, la Dessay la supera también desde el punto de vista escénico con una interpretación de acongojante sinceridad.

Ninguno de los dos Lescaut convence: tanto Alfredo Daza en Berlín como Manuel Lanza en Barcelona se muestran más bien toscos y vulgares. En cuanto al Conde Des Grieux, no hay duda: muy preferible el barenboiniano Christof Fischesser que un Samuel Ramey engoladísimo y tremolante. Escuchar a este último supone un trauma a los que hemos sido sus rendidos admiradores.

Barenboim, al parecer, llegó en una sustitución de última hora. Jamás lo hubiera imaginado dirigiendo este título en principio tan poco afín a sus maneras de enfocar el hecho musical. Y el repertorio francés, en general, nunca ha sido su fuerte. Sin embargo el de Buenos Aires ofrece aquí una dirección magistral, llena de fuego y garra, tan apasionada como en él se podía esperar, pero también, y he aquí la relativa sorpresa, controlada en todo momento, muy variada en su paleta de colores, muy clara en la orquestación y con la suficiente dosis de elegancia en el fraseo y de intimismo; vamos, una dirección inflamadísima pero no fuera de estilo. Comparado con él, un aquí muy rutinario, plano y cuadriculado Víctor Pablo Pérez no tiene nada que hacer, y menos aún con una orquesta como la del Liceu.

En la Staatsoper Unter den Linden se ofrece una coproducción con la Ópera de los Ángeles que, no en balde, rinde homenaje a mundo del cine, con una Manon que cree vivir continuamente dentro de un película cuyo final terminará siendo uno muy distinto al esperado. Por mucho que la acción se traslade a los años cincuenta del pasado siglo, los protagonistas y las situaciones son las de Massenet. Vincent Paterson define de manera maravillosa a los personajes y ofrece una dirección de actores y de masas trabajadísima. Los cortes que infringe a la partitura no sólo no son graves desde el punto de vista musical, sino que además benefician a la fluidez dramática. En conjunto, una producción escénica sobresaliente.

David McVicar, en una producción que en origen fue de la English National Opera, realiza una propuesta de teatro dentro del teatro que, pese a su magnífica dirección de actores, no termina de funcionar, quizá en parte por la fealdad y oscuridad plástica que singulariza a su único escenario. Los toques de presunta procacidad, por su parte, no escandalizan hoy a nadie. Aburre.

En conclusión: el DVD de Barenboim, que además es el que mejor se ve y suena, se lo recomiendo vivamente a todo el que ame la ópera como espectáculo global de música y drama, salvo que deteste profundamente a Villazón. El del Liceo, por el contrario, queda muy en segunda fila y solo merece la pena para disfrutar de la Dessay. ¡Ojala hubiera estado ella en la producción de la Staatsoper!

Otra valoración del DVD de Barenboim y clips de la filmación en el blog de Pablo Vayón (enlace)

2 comentarios:

Carlos dijo...

Tuve la oportunidad de ver en directo una de la funciones de Berlin con Netrebko, pero sin Villazón, y una de las funciones de Barcelona con Dessay y Villazón. Tengo el dvd de Berlin, pero no he tenido la necesidad de comprar el de Barcelona. Dessay, en la función que pude ver en Barcelona, no estuvo mal, pero Netrebko seguía estando a años luz de Dessay, tanto vocalmente como escénicamente. Dessay no llegó a transmitir, ni de lejos, lo que sí hizo Netrebko. Villazón seguía arrastrando problemas en Barcelona. Si no recuerdo mal, creo que ésta fue una de las últimas actuaciones que hizo antes del descanso forzado que se tomó. No pude verle en Berlin. En el dvd de Berlin está genial, pero los dvds acostumbran a estar "mejorados" a posteriori. Imagino, por lo que dices, que con Dessay en el de Barcelona las "mejoras" habrán hecho maravillas.

Fernando López Vargas-Machuca dijo...

Desde luego no es usted el único en preferir a Netrebko como Manon antes que a la Dessay. Yo mismo, antes de escuchar estos dos DVDs, y sabiendo el actual estado vocal de la soprano francesa, esperaba que Netrebko me gustara más; su voz, desde luego, es bastante más atractiva, y seguramente su capacidad para el canto ligado es mayor. Al final ha sido al revés por una cuestión fundamentalmente expresiva, pero ya se sabe lo subjetivas que son estas cosas.

Villazón ya estaba tocado en Barcelona, claro. Obviamente debe de haber retoques, a tenor de lo que me han contado algunas personas que allí estuvieron y de lo que todos sabemos de la evolución del tenor. De todas formas, casi todos los DVDs de música clásica están realizados a partir de lo mejor de varias funciones, así que tampoco hay que escandalizarse. Saludos.

¡Menos chichi y más chicha!

Perdón por el chiste malo y ordinario, pero tenía que hacerlo. Acabo de salir del Ateneu Ruman (sí, estoy en Bucarest) de escuchar el Concie...