Me acusa alguien a quien aprecio de meterme (en este blog) de manera innecesaria con el PSOE de Zapatero y Chaves. Igual que hay quienes me acusan de ser muy duro con mi paisano el tenor Ismael Jordi o, en otro terreno, de escribir maldades sobre ciertas cosas que están pasando en el mundillo de la crítica musical de Sevilla y de Jerez. Allí, en mi tierra, casi consideran que soy un enemigo de la patria que se ha vendido a la ciudad vecina...
Sobre todo ello me permito reflexionar en voz alta. Lo primero: si uno cree en la libertad de expresión y en el poder de la crítica constructiva (crítica musical, política o lo que sea), está claro que no hay que arredrarse a la hora de decir cosas negativas sobre personas, instituciones o ideologías afines. Es que si no uno está ciego o, lo que es peor, vendido. Sí, ya sé que en esta España crispadísima el cierre de filas es lo que se estila, pero no parece que esa actitud conduzca a nada bueno. La pluralidad de pensamiento y la autocrítica son siempre necesarias, quizá ahora más que nunca.
Lo segundo: precisamente por el hecho de ser afín -y votar- a un partido político determinado tiene uno más derecho que otros a exigir responsabilidades a quienes se le ha dado confianza para llevar adelante un proyecto concreto; en este caso, un proyecto cultural. Y si a uno se le cae la baba oyendo hablar de tolerancia, de la necesidad de escuchar al otro, de diálogo entre culturas y tal, y luego se encuentra con que los mismos a los que se les llena la boca con semejantes argumentos practican actitudes de verdadero totalitarismo cultural, lo que debe hacer no es esconder la cabeza y decir que "los otros" hacen lo mismo (que seguramente lo hacen), sino pedir responsabilidades.
El Maestranza es el teatro en el que me crié musicalmente, aquél en el que hice horas y horas de cola para ver a los artistas que entonces, siendo un estudiante, empezaba a admirar. Su prestigio siempre ha sido notable y el actual proyecto de renovación emprendido por Pedro Halffter me parece (ya oigo las risotadas) digno de admiración. El Villamarta es el teatro de mi ciudad, ha desarrollado una maravillosa trayectoria en estos años y Francisco López ha demostrado inteligencia y sabiduría como director. E Ismael Jordi es un tenor en ascenso, con buena voz y bastante talento, al que además aprecio mucho en lo personal. Por eso mismo me permito ser duro cuando percibo (equivocadamente o no) que algo no está funcionando como debe: porque para todos ellos quiero lo mejor. Quien no entienda esto, bien despistado está.
Un cajón de sastre para cosas sobre música "clásica". Discos, conciertos, audiciones comparadas, filias y fobias, maledicencias varias... Todo ello con centro en Jerez de la Frontera, aunque viajando todo lo posible. En definitiva, un blog sin ningún interés.
miércoles, 12 de noviembre de 2008
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