La gira de Frans Brüggen y su orquesta por España les trajo al Festival de Jaén. Al final no me animé a ir, pero aquí va la crítica de mi amigo Gonzalo Pérez Chamorro para Diario Jaén de este concierto, ofrecido en el Teatro Infanta Leonor el viernes 31 de octubre. A ver si luego me animo a dar mi propia opinión sobre el Beethoven de Brüggen, que por cierto no difiere mucho de la de mi colega.
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BEETHOVEN DE TODOS LOS SANTOS
Por Gonzalo Pérez Chamorro
Las coincidencias entre la importada fiesta de Halloween y la presencia de Frans Brüggen con su Orquesta del Siglo XVIII obedecen a la casualidad, pero cualquiera diría que Brüggen personifica esta fiesta como nadie, con ese aspecto tan lozano que tiene, como si llevara enterrado veinte días bajo tierra. En realidad el maestro holandés viene teniendo ese aspecto tan agradable desde años, aspecto que por suerte no se transmite a su forma de hacer música, contagiada de enérgica juventud y brillante transparencia. La Orquesta, como algunos descubrieron y otros ya sabían, está formada por instrumentistas que tocan instrumentos de época, con sus afinaciones, técnicas y gestos interpretativos tan particulares. Otra cosa es que esto le vaya a Beethoven, o que nos guste.
Puestos, prefiero este Beethoven de Brüggen al inflado de Karajan, pero a Brüggen le vendría bien entender que los instrumentos originales también pueden respirar (no hubo una pizca de vibrato), o aligerarse de ese ritmo tan metronómico; aunque la eficiencia técnica de la Orquesta sea prodigiosa, con una idea más “calmada” del asunto este Beethoven sonaría mejor, en especial la Sexta, que sufrió un tanto por no contrastar y mantener una línea constante entre secciones, planeando siempre a la misma altura del suelo. La Orquesta no espera del viejo maestro sorpresas en los conciertos: su dirección se reserva a lo esencial, movimientos básicos que esconden ensayos y centenares de interpretaciones. Es como esa pareja que se conocen tras una vida juntos y que con una sola mirada saben que esperan el uno del otro, con la diferencia que aquí el uno ya le ha dicho al otro como tiene que ser todo.
Con la Sinfonía núm. 5, “la Quinta” (en un programa de TV preguntaron una vez “¿quién compuso la Quinta Sinfonía?”, contestando el concursante: “Beethoven”…) la idea de Brüggen es más lírica de lo habitual, obteniendo bellezas en el Andante, con unas maderas de ensueño, aunque cuando los decibelios aprietan Brüggen los doma como a leones encerrados, que están pidiendo a gritos ser soltados para demostrar su naturaleza salvaje en todo su esplendor.
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