jueves, 2 de octubre de 2008

La Calisto en el Covent Garden

Aprovechando una fiesta local en Siles tomé un avión para pasar tres noches en Londres; en total, dos días y medio aprovechadísimos en los que pude asistir a seis espectáculos musicales sobre los que poco a poco voy a ir anotando algo en este cuaderno de bitácora. Empiezo por el primero, una producción de La Calisto que ya se había visto en la Ópera de Baviera (se volverá a ver dentro de unos meses) que ha recalado ahora en el Covent Garden.


No fue un espectáculo redondo, pero me lo pasé estupendamente. Mereció la pena gastarme las libras en una butaca en segunda fila, porque la producción de David Alden saca muchísimo partido de la gestualidad de los cantantes y, además, resulta plásticamente muy atractiva gracias a los diseños pop-psicodélicos de Paul Steinberg. Por descontado que hay unas cuantas salidas de tono y algún detalle gratuito para llamar la atención (qué pesado Mercurio todo el día con la PDA esa), pero el resultado es coherente en sí mismo, está realizado con inteligencia, saca buen partido de una peculiar actualización de la mitología clásica, sintoniza con el desarrollo musical de la obra y sabe ser muy divertida sin descuidar la parte dramática de la pieza: el final, hermosísimo y más bien deprimente, es de los que se quedan en la memoria por mucho tiempo.

Me pareció muy bueno y equilibrado el elenco vocal, a pesar de que la Calisto de Sally Matthews, más bien estridente, sólo convenció en el bellísimo "duo" con Giove del último acto (¡vaya música, por cierto!). Este papel estuvo en manos de un Umberto Chiummo magnífico como actor y más que solvente en lo vocal, aunque para hacer de Júpiter travestido en Diana se llegó a una solución mixta bastante insólita, la de cantar a ratos en falsetto (bastante menos bien que Marcello Lippi en la grabación de Jacobs) y dejar en otras ocasiones que desde el foso Monica Bacelli le pusiera voz a su "playback". Esta última realizó una labor notable y dio rienda suelta en lo actoral a esa extraordinaria capacidad histriónica que ya le disfruté en su Tamerlano de Madrid junto a Domingo (más que en el espléndido DVD dirigido por Pinnock).

Véronique Gens, aun como siempre un pelín sosa, fue una Juno de lujo por pasta vocal y hermosa línea de canto, Markus Werba estuvo muy bien como Mercurio y Guy de Mey -otro lujo- cantó y actuó estupendamente el rol de Linfea. Dominique Visse, ya mermado en lo vocal y recurriendo a algún que otro truco, nos divirtió a todos muchísimo en su emblemático rol del satirino, robando la escena cada vez que aparecía con una actuación de verdadera matrícula de honor. Descacharrantes sus escenas con Linfea.

Claro que quien se llevó el gato al agua fue Lawrence Zazzo. Como nunca le había escuchado, para mí fue una verdadera revelación: un contratenor de voz bellísima y línea exquisita que nos emocionó a todos profundamente con su tan lírico como apasionado Endimione, un rol que en esta producción adquiría una importancia especial en su desventurada pasión por Diana. Pronto hará Giulio Cesare en Sevilla, así que ya tengo una razón más para no perderme ese título. Por cierto, amabilísimo y encantador en la firma de autógrafos, todo lo contrario que la Gens, como siempre en plan diva. Y Dominque Visse ya es un señor canoso: ¡cómo pasa el tiempo!

Ni Ivor Bolton dirigió mal ni los de la Orchestra of the Age of Enlightenment son malos músicos, pero la comparación con lo que en su momento hicieron Jacobs y su Concerto Vocale no les deja en buen lugar: eché de menos variedad expresiva e imaginación. También hubiera preferido una instrumentación más rica, a pesar de que en sus espléndidas notas al programa Álvaro Torrente advertía contra esta práctica y acusaba veladamente a Jacobs de hacer con Cavalli algo parecido a colorear película en blanco y negro. ¿Pero acaso no es sabido por todos que en el repertorio renacentista y barroco las cuestiones organológicas están más en función de la disponibilidad de instrumentos en un momento dado que de otra cosa? En cualquier caso, me lo pasé pipa en esta función matinal del Covent Garden. Por cierto, curiosa costumbre esa de los ingleses de ir corriendo a por un helado en los intermedios, sea la hora que sea. Para que luego se molesten si los llaman excéntricos...

Ah, aquí a un vídeo de la Ópera de Baviera sobre esta producción: enlace

1 comentario:

Anónimo dijo...

Sobre Zazzo,
Hizo un impresionante Giulio Cesare en Madrid con Jacobs.

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