Declaró ayer Helga Schmidt que para aliviar la marcha de Maazel, la temporada 2009/10 del Palau de Valencia se abrirá con unos Troyanos dirigidos por Valery Gergiev, lo que según ella “confirma que la calidad va a seguir” (sic). Me parece a mí que la intendente está confundiendo comercialidad con calidad, porque el ruso es el mayor bluff de la batuta de los último lustros. Su modus operandi (expresión que, como dicen Les Luthiers, se aplica a los delincuentes famosos) se basa en interpretar toda partitura que se le ponga por delante como si fuera el final de la Obertura 1812: acumulación de decibelios, teatralidad mal entendida, arrebatos insinceros y vulgaridad expresiva, dicho sea con perdón de Tchaikovsky. Escúchese, por ejemplo, su reciente integral sinfónica de Prokofiev, un compositor con el que presuntamente tiene una gran afinidad.
Y para volver a comprobarlo, ya tenemos aquí su primer Mahler discográfico: una Sexta que, entre ataques de risa, acabo de escuchar en mi sufrido equipo. Es verdad que de su aplastante mediocridad ya había advertido mi colega José Antonio Ruiz Rojo en el último número de la revista Ritmo, pero había personas que hablaban maravillas de esta toma, realizada en Londres en noviembre de 2007, y me apetecía comprobar por mí mismo cómo está la cosa. Aún peor de lo que me sospechaba, la verdad.
Todo suena muy alto de volumen, muy contrastado en los tempi y las dinámicas, y desde luego, en apariencia, muy arrebatado. Pero en realidad no hay tensión interna ni fuerza dramática, sino una mera acumulación de masa orquestal, de contrastes vulgares y de decibelios sin sentido de la arquitectura y de la planificación de las tensiones. La batuta se precipita con frecuencia, no diferencia las dinámicas y apenas ofrece matices expresivos interesantes. Por si fuera poco son frecuentes los ataques de vulgaridad, con metales prepotentes y timbalazos por completo fuera de tiesto.
Lo peor es sin duda el cuarto movimiento, cuajado de momentos tan ridículos como el canijo y deshilachado tratamiento de los violines en el arranque (y en sus posteriores repeticiones); el segundo golpe de martillo no se puede escuchar más hortera. Sólo se salva el adagio, aquí colocado en segundo lugar, que al menos se queda en lo simplemente rutinario e impersonal. Ni que decir tiene que la magnífica orquesta está desaprovechada, e incluso por momentos suena regular. Pero claro, se ve que la vulgaridad vende y ahora nos viene el ciclo completo: el otro día escuché en el coche la Séptima que está a punto de aparecer en el mercado (es fácil de localizar en Internet) y puedo asegurar que en ella los desmanes son aún mayores que en esta tan lamentable Sexta. ¡Lo que nos viene encima!
Un cajón de sastre para cosas sobre música "clásica". Discos, conciertos, audiciones comparadas, filias y fobias, maledicencias varias... Todo ello con centro en Jerez de la Frontera, aunque viajando todo lo posible. En definitiva, un blog sin ningún interés.
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4 comentarios:
Lo siento por usted pero Gergiev me encanta, sencillamente me arrebata tengo su 6ª de Mahler y ya he encargado la 7ª a traves de la pagina de LSO , además de casi toda su discografía.
Giergiev debería afeitarse y bañarse más seguido. ¿Pasaste por mi blog?
Hombre, con lo que suda en concierto no le vendría mal un bañito... entre movimientos.
Acabo de entrar en tu blog. Procuraré seguirlo :-)
Un saludo.
Para mi Gergiev ha sido una decepcion permanente. Escuché como última novedad para mi su ciclo de las sinfonías de Prokofiev : más mediocre imposible !!! No quiero ni imaginar el desastre que hará con Mahler este cosaco barbárico !
Jorge
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