Me refiero al compositor, no al barrio homónimo. Y es que empecé mi fin de semana musical en Madrid presenciando el estreno de un programa doble en el Teatro de la Zarzuela: El bateo y De Madrid a París. Nunca he sido muy del género chico, más bien al contrario, pero tengo que reconocer que la primera de las obras siempre me ha parecido muy fresca, pegadiza y divertida, a pesar de la debilidad de su libreto. De la segunda, estrenada en 1889, nadie sabía nada: se ha tratado de una recuperación en toda regla. Interesante recuperación, hay que añadir, porque su música tiene toda la gracia, el salero, la autenticidad y la chispa melódica de su autor, por mucho que su ilazón dramática sea inexistente (una serie de variopintos personajes viajan a la Exposición Universal de París de 1889) y que no aporte nada especial al género.
El morbo del asunto estaba en ver qué hacía Andrés Lima con todo esto. Por fortuna, nada escandaloso ni disparatado pero sí muy personal y creativo. Su propuesta es ortodoxa y por completo respetuosa con los libretos, pero aportando numerosos matices sobre personajes y situaciones y moviendo con enorme maestría a solistas, coro y figurantes, aportando por la espectacularidad bien entendida y por un implacable ritmo narrativo. Es verdad que el recurso del “teatro dentro del teatro” está más que visto, pero hecho con talento y con justificación no molesta en absoluto. Lo único que se le puede reprochar es cierta tendencia al grito y a lo arrabalero de todo punto innecesaria. Fantásticas las coreografías de Javier Latorre, que ayudaron lo suyo al éxito de la propuesta.
La Orquesta de la Comunidad de Madrid sigue siendo mediocre, pero Miguel Roa (menos mal que no me tocó Remartinez) dirigió con su habitual chispa y desparpajo. El coro lo hizo bastante bien. Y el nivel canoro fue homogéneo y estimable, con la sola excepción del flojísimo Wamba de Eric Serra, con la voz muy atrás y discretito como actor. ¡Qué lástima que ese día no cantara Luis Álvarez, que lo hace muchísimo mejor! Fantástico como siempre Enrique R. del Portal, que no pudo estar en la Francisquita jerezana del mes pasado por culpa precisamente de estos ensayos. Me resultó especialmente emocionante volver a ver en escena a mi admirado Luis Varela, que sabe sacar petróleo de las piedras: el suyo fue un papel cortito pero logró hacerlo muy divertido. Total, que me lo pasé de maravilla, aunque mejor aún sería el Makropulos del día siguiente.
Un cajón de sastre para cosas sobre música "clásica". Discos, conciertos, audiciones comparadas, filias y fobias, maledicencias varias... Todo ello con centro en Jerez de la Frontera, aunque viajando todo lo posible. En definitiva, un blog sin ningún interés.
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