¿Han visto ustedes alguna vez escenificado Daphnis et Chloé, en vídeo o en directo? Yo tampoco. Por eso, y por la excelencia del resultado artístico, he disfrutado muchísimo de esta producción de 2014 presentada en la Ópera Nacional de París –La Bastilla– en la que Benjamin Millepied –señor marido de Natalie Portman desde Black Swan– se encarga de la vertiente coreográfica y Philippe Jordan empuña la batuta para recrear la obra maestra absoluta de Maurice Ravel.
Millepied toma la decisión más sabia: seguir la dramaturgia original –excepción hecha de todo lo que tiene que ver con Pan– y optar por una danza “tradicional”, pero llevándolo todo a su más absoluta esencia. Neoclasicismo sin olor a naftalina. Coreografías depuradísimas, tan hermosas como elegantes y de perfecto equilibrio entre lo narrativo y lo conceptual. No sobra ni un solo movimiento, ni un solo gesto. La estilización se impone.
En perfecta coherencia con semejante planteamiento, de la vertiente plástica se ocupa el veterano Daniel Buren: confieso que las proyecciones "minimalistas" de los primeros minutos me aburren, pero en cuanto aparecen los bailarines la tremenda belleza visual de su trabajo, del que no pueden desligarse una luminotecnia y un vestuario maravillosos, termina atrapándonos.
Los bailarines son todos formidables, y si Aurélie Dupont y Hervé Moreau saben aunar elegancia y sensualidad como la pareja protagonista, aún brillan más Marc Moreau, François Alu y la bellísima Eleonora Abbagnato.
Philippe Jordan parece saber lo que tiene entre manos. Dirige para la escena, con más atención al trazo global que al detalle y sin permitirse –es lógico– demasiados juegos agógicos, pero musicalmente convence. Lástima que no podamos apreciar del todo su labor debido a una toma sonora perjudicada por la situación de la orquesta y del coro –a este ni lo vemos–, y que además adolece de una molesta compresión dinámica. La calidad de imagen sí que es sensacional.
Pueden ver la producción tanto en Medici TV como en Filmin, plataformas ambas a las que estoy suscrito, y que aprovecho para recomendarles muy calurosamente. ¿Mi versión favorita en disco? La de Chaill. Y más todavía las suites (¡qué lástima no grabara el ballet completo!) de Sergiu Celibidache.
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