Siendo de los melómanos que valoran mucho antes la sinceridad expresiva, la riqueza de matices y la comunicatividad por encima de la belleza vocal o la ortodoxia en la técnica, debería contarme entre los muchos entusiastas de Jonas Kaufmann. No es así: cada vez que el telón muniqués abre la boca me pongo nervioso, tal es el grado de rechazo que me produce el paupérrimo sonido que se deriva de su particularísima técnica de emisión desde el mezzoforte hacia abajo. A partir del forte la seguridad es apreciable y la brillantez del canto termina emocionándonos, sobre todo estando respaldado por un amplio fiato que le permite realizar algunos tremendos alardes, pero para mi gusto las desigualdades son excesivas.
Ahora bien, no sería justo por mi parte regatear otras virtudes muy importantes que hay que añadir a las arriba señaladas: Kaufmann canta con exquisito gusto, el exhibicionismo (impactantes aquí sus Wälse, Wälse) está siempre al servicio del drama y el canto, desplegado con amplio legato no diré que italianizante pero sí lejos de rigideces presuntamente germánicas, se encuentra modelado por ricos pliegues expresivos; su sensibilidad es grande, como lo son su atención al detalle y la intencionalidad de sus difuminados.
Será por eso por lo que me ha gustado bastante en este recital Wagner registrado en Berlín en septiembre de 2012 en el que encarna, con mayor o menor fortuna pero siempre de modo convincente, a personajes wagnerianos tan ilustres como Siegmund, Siegfried, Rienzi, Tannhäuser, Walther von Stolzing y Lohengrin, todos ellos en sus escenas más características. Particularmente memorable su recreación del caballero del cisne, con un “In fernem Land” ofrecido aquí en su inhabitual –y más convincente– versión completa. ¡Bravo!
De postre nos ofrece Kaufmann los Wensendonck-Lieder, nada menos. Resulta raro escucharlos en la voz de un hombre, pero el tenor resuelve la papeleta, ya que no con especial inspiración, sí con apreciable sensibilidad: nada de cantante de ópera metido en el campo del lied, sino artista de verdad capaz de ponerse al servicio del canto más íntimo y sutil.
La Orquesta de la Deutschen Oper de Berlín se muestra en plena forma bajo la batuta de un Donald Runnicles solvente y ajeno a veleidades sonoras, pero alicorto en vuelo poético y no muy capaz de distinguir entre situaciones expresivas; a decir verdad, ni siquiera esto le suena mucho a Wagner. Eso sí, técnicamente el registro es una gozada: lo he escuchado en Blu-rau Pure Audio, en concreto en la pista DTS Master Audio a 24bit/96khz, y suena de manera soberbia.
Un cajón de sastre para cosas sobre música "clásica". Discos, conciertos, audiciones comparadas, filias y fobias, maledicencias varias... Todo ello con centro en Jerez de la Frontera, aunque viajando todo lo posible. En definitiva, un blog sin ningún interés.
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