domingo, 14 de septiembre de 2014

Regreso a Mahagonny

He decidido estrenar la nueva ubicación –ya en Jerez– de mi equipo de música viendo el Blu-ray editado por BelAir de la producción de Ascenso y caída de la ciudad de Mahagonny que inauguró oficialmente la malograda era Mortier en el Teatro Real. Ya hablé de ella en su momento, primero a partir de una toma radiofónica y luego de la función en directo a la que asistí, pero en esta filmación, que se corresponde con el día del estreno y se retransmitió en su momento en cines, son distintos los dos cantantes principales.


Como Jim MacIntyre vi a Christopher Ventris, pero en el vídeo está Michael Köning, que me ha gustado menos por su voz poco interesante, su expresividad limitada y su pobre capacidad actoral. Elzbieta Szmytka, por el contrario, se quedaba bastante más corta que aquí lo hace Measha Brueggergosman, floja en la célebre “Alabama Song” con que irrumpe en escena pero más tarde artista de muchos quilates, no tanto en el plano vocal como en lo que a intención expresiva y verdad escénica se refiere, aspectos en los que está francamente bien.

El resto es idéntico: notables actuaciones de Jane Henschel, Donald Kaasch y Willard White como los tres dueños de la ciudad, absolutamente sensacional y reveladora la batuta de Pablo Heras-Casado, que saca petróleo de la partitura de Kurt Weill haciendo que suene particularmente expresionista, visceral y dramática, y admirable la puesta en escena de Alex Ollé y Carlus Padrissa, quienes saben ser tan originales como sensatos y ofrecen no tanto el cúmulo de efectos esperable en La Fura como teatro de buena calidad, sabiendo sintonizar además con el pesimista mensaje de Bertolt Brecht. Por supuesto, el público más mojigato del Real intentó montar el numerito al terminar la función.



En este blog comenté otra dos filmaciones comercializadas, la de Salzburgo de 1998 y la de San Francisco de 2007. En la primera hay que rescatar la actuación escénica –no la musical– de Catherine Malfitano, y en la segunda brillan con luz propia unas extraordinarias Audra McDonald y Patti Lupone como Jenny y la Begbick respectivamente. En cualquier caso la del Teatro Real, aun sin cantantes del nivel de los citados, resulta globalmente mucho más recomendable, sobre todo porque desde el podio el maestro granadino nos demuestra que la música de Kurt Weill posee bastante más sustancia de la que aparenta. La realización visual es buena, ofreciéndonos la oportunidad de apreciar una muy trabajada dirección de actores (¡soberbio el tenor John Easterlin!). Magnífica la toma sonora, en surround auténtico DTS HD Master Audio. Hay subtítulos en castellano, aunque no contenidos extra. Da igual: recomendación plena de una obra y una producción más vigentes aún hoy que hace cuatro años. ¿Acaso resulta difícil reconocer en las contradictorias pancartas que salen al final el maremagnum ideológico que estamos viviendo en la actualidad?

Ah, la nueva ubicación de mi equipo finalmente no ha resultado satisfactoria en lo que a música se refiere. Para películas la cosa sí va bien, pero para la música clásica ruidos vecinales no permiten una audición sin sobresaltos. Mientras busco soluciones, tendré que seguir sin escuchar apenas discos. Por eso mismo, entre otras razones que ahora no hacen al caso, este blog seguirá inactivo durante un tiempo. Les ruego que sepan excusarme.

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