lunes, 1 de diciembre de 2008

El Falstaff de Mehta y Ronconi en Florencia: un descubrimiento


Termino este recorrido por los registros de la última ópera de Verdi con una filmación que no había podido ver hasta esta misma tarde: la realizada el 12 de mayo de 2006 en el Maggio Musicale Fiorentino bajo la dirección escénica de Luca Ronconi y la batuta de Zubin Mehta. Lo mejor es precisamente la batuta del maestro indio, idónea para una partitura llena de dinamismo, teatralidad, colorido y hallazgos onomatopéyicos, los cuales son subrayados por el director con evidente complacencia. Mehta logra además revelar detalles que no se escuchan en otras versiones (la trompeta que anuncia que "el oro es un capitán" es un ejemplo entre muchos), y sólo se le puede reprochar algún desajuste con las voces en los complicados pasajes polifónicos de la obra. Así que en conjunto, y a pesar de las obvias limitaciones de la orquesta del festival, puede considerarse su dirección de Falstaff como la más interesante desde tiempos de Bernstein, más aún que la de Colin Davis, por encima de Solti y Muti y a años luz de las de un Haitink o un Abbado.

Por desgracia este registro pincha relativamente en el rol titular. Ruggero Raimondi no tiene -no ha tenido nunca, por excesivamente lírica- la voz de Falstaff, y aquí se encuentra además en un estado vocal más bien lamentable. Pero claro, el barítono boloñés es un artista único y sabe ofrecer una recreación realmente atractiva de Sir John, muy madurada con respecto cuando lo debutó en 1986 (existe una interesante filmación bajo la batuta de Jeffrey Tate). En ella pone de relieve los aspectos más amargos del personaje, y en este sentido el soliloquio que abre el tercer acto llega a poner los pelos de punta.

Barbara Frittoli deja aquí su tercer retrato de Alice, poco atractivo en lo vocal y apañado en la escena, aunque en conjunto sigue resultando más bien soso. Otro que repite es Daniil Shtoda, tenor de voz fea y engolada que hace aquí un Fenton tan mediocre como con Abbado. Muy floja la Meg de Laura Polverelli, y sólo aceptable -en exceso vibrada y demasiado corta por abajo- la Quickly de Elena Zilio. Notable la representación española: el sólido -algo plano- Ford de Manuel Lanza y la sensual -aunque no muy refinada- Nanetta de Mariola Cantarero, que consigue un gran éxito personal entre el respetable.

Luca Ronconi ofrece una propuesta teatral dinámica, siempre atenta a la música y muy sugestiva en lo visual en la que traslada la acción a nuestros días, juega de manera lúcida con el kitsch, retrata ácidamente a las comadres como unas marujonas de clase alta y nos presenta al gordinflón no como un rufián aprovechado, sino como un niño grande e inocente que termina siendo víctima de las burlas amargas de sus vecinos. Puede discutirse, eso sí, la conveniencia de presentar el segundo cuadro del último acto como un sueño de Falstaff, pero esta idea da pie a un hallazgo poético fascinante: el protagonista despertando en su cama y encontrándose en medio del irreal bosque de Windsor. Sonido e imagen estupendos. Pese a sus reparos, he aquí un DVD muy, pero que muy recomendable.

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