En esta otra interpretación, la del 8 de julio de 2001, un Wand ya muy anciano y en claro deterioro físico consigue por el contrario el más portentoso equilibrio entre belleza apolínea y fuerza dramática. Lo consigue construyendo una perfecta arquitectura que no cae en la rigidez, dotando a la obra de todo su sentido filosófico sin resultar gótico ni excesivamente romántico, y desplegando un aliento lírico que puede parecer frío pero que en realidad es más bien descorazonador. Contribuyen a la excelsitud de los resultados el fraseo evocador y punzante de los magníficos solistas de clarinete y oboe.La Novena de Bruckner que ocupaba la segunda parte del concierto es asimismo muy atractiva, tratándose de una interpretación en conjunto muy notable, dramática y sincera, muy alejada de lo meramente contemplativo, de lo pseudomístico y de lo blando, pero que se resiente de una relativa falta de vuelo lírico y emotividad, sobre todo en el tercer movimiento, y de diversas pifias de una orquesta que no siempre está a la altura. En cualquier caso, el Schubert obliga a hacerse con este DVD.
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