sábado, 31 de diciembre de 2011

Rattle y Kissin para terminar el año

Mi despiste a la hora de localizar el canal de televisión vía satélite me ha hecho perderme las dos primeras piezas, sendas danzas de Dvorák y Grieg, que abría el concierto de San Silvestre de 2011 de la Filarmónica de Berlín, pero he llegado a tiempo para lo más interesante del mismo: la posibilidad de escuchar por fin el bellísimo Concierto para piano del compositor de Peer Gynt a ese inmenso genio del piano que es Yevgeny Kissin.

Por desgracia debo reconocer que los resultados no me han parecido a la altura de las expectativas. Obviamente el pianista ruso –qué lejos queda ya su fulgurante Primero de Tchaikovsky que ofreció con Karajan por estas mismas fechas– ha hecho gala de una técnica absolutamente portentosa y de una musicalidad fuera de serie, pero a mí me parece que no termina de comulgar con el espíritu de la obra, atendiendo mucho antes a los aspectos dramáticos –increíble, genial la cadenza del primer movimiento– que a los líricos, por los que pasa un tanto por encima. Incluso hay frases en las que el virtuosismo, en cualquier caso pasmoso, prima por encima de la poesía. La encendida y juvenil dirección de Sir Simon Rattle y la enorme sensibilidad de los músicos de la orquesta, con particular mención para el oboe de Albrecht Mayer (enlace), no logran paliar la sensación de que esta lectura, siendo notabilísima, no alcanza la excepcionalidad que las circunstancias demandaban.

La velada siguió con Ravel y su Alborada del gracioso: hubiera sido una gran versión de no ser porque Rattle, buscando el aplauso del público, ofreció un final ruidoso y precipitado. Sin reparos la Danza de los siete velos de Salomé, un verdadero prodigio de colorido, virtuosismo y brillantez. Vinos después el final –del ballet completo, no de alguna de las suites– de El pájaro de fuego, a partir de la Danza infernal, donde Rattle dejó una vez más en evidencia su gran sintonía con Stravinsky, y no solo con la faceta más aristada del compositor: la Berceuse fue sensualísima.

Danzas de Brahms y Dvorák –esta última de propina– interpretadas con gran convicción cerraron un programa precioso pero algo trillado. A ver si se edita en DVD.

viernes, 30 de diciembre de 2011

El mejor disco de valses y polcas

Este registro con los más famosos valses y polcas de Johann Strauss II, realizado entre 1971 y 1972 (exceptuando la Tritsch-Trasch, de 1975) en la Musikverein de Viena con espléndida toma sonora, estuvo ya en su momento en disco compacto, pero llevaba bastantes años descatalogado. Ahora se reedita en la serie Virtuoso a un precio estupendo: 5 euros me ha costado en la FNAC. Yo que ustedes no me lo perdería: es sencillamente “el mejor” de su género en el mercado, porque trae las piezas más célebres, esas que se sabe todo el mundo, en versiones que oscilan entre lo espléndido y lo absolutamente insuperable. Responsables de ello son la Filarmónica de Viena -la de los buenos tiempos, claro- y un maestro poco asociado a este repertorio, Karl Böhm.

Bohm Strauss valses polcas virtuoso

¿Cómo son las versiones del de Gratz? Pues para entendernos, se encuentran en el estilo opuesto al de Carlos Kleiber, director del que aquí se incluye, a modo de propina, su obertura de El murciélago: en lugar de la electricidad, la inmediatez, la chispa, el sentido del humor risueño y la tendencia a los tempi rápidos, Böhm apuesta por la amplitud en el fraseo, las sonoridades marmóreas, la socarronería, la tensión dramática y un carácter marcadamente sobrio, lo que no debe confundirse en absoluto con frialdad o sosería, y menos aún con ausencia de matices: su dominio de la agógica, sutil hasta pasar inadvertido, es de los que dejan a uno con la boca abierta. Ni que decir tiene que la elegancia es la máxima posible sin que haya espacio alguno para la blandura, la liviandad o el amaneramiento.

Concretando un poco, debemos descubrirnos ante una interpretación del Vals del Emperador en la que Böhm logra aunar una enorme tensión interna con la naturalidad del discurso; el violonchelista, de infarto. No menos portentosa resulta Rosas del Sur, en la que un arranque con verdadera magia da paso a una interpretación muy sinfónica, apolínea y de enorme cantabilidad. De la Polca Tritsch-Trasch el veterano maestro y los músicos vieneses nos entregan una lectura lenta, maravillosamente desmenuzada, elegantísima -sin perder densidad sonora- y de un sentido del humor un punto sarcástico. Personalísima también –nada liviana o frívola- la Annen-Polka. Bajo truenos y relámpagos ha sonado sin duda con más electricidad (¡Kleiber!), pero nunca tan portentosamente desmenuzada ni tan sarcástica. En Perpetuum mobile, donde Böhm se nos descubre como un verdadero cachondo sin que se le mueva un pelo, los violonchelos de la Filarmónica de Viena acarician nuestros oídos con su inconfundible sonoridad. Lo menos bueno es el Danubio azul, bellísimamente sonado y fraseado con enorme distinción, pero sin toda la magia posible. Que ello no les impida hacerse con este increíble disco, por favor.

miércoles, 28 de diciembre de 2011

Los martes en Cines Ábaco

Ayer solo estábamos tres personas en los cines de Carrefour Norte de Jerez de la Frontera viendo la filmación de una excelente representación de Giselle –lástima la mediocre música de Adam- ofrecida en el Covent Garden. Por ello quiero insistir: todos los martes no festivos, en torno a las diez de la noche, la cadena de Cines Ábaco ofrecen en sus numerosas salas españolas filmaciones en diferido de óperas y ballets, la mayoría de ellas editadas o a punto de editarse en Blu-Ray, y procedentes en buena medida de la Royal Opera House londinense.

Cierto es que el precio de la entrada –muy superior a la de una película normal- resulta un poco caro para estos tiempos de crisis. También es verdad que la cadena no se preocupa siempre de actualizar la información sobre qué título se ofrece en cada cine –lo mejor es llamar por teléfono a la sala correspondiente-, y que incluso en más de una ocasión ha habido cambios o cancelaciones de última hora. Pero todos ustedes estarán de acuerdo conmigo en que si queremos que la propuesta se perpetúe, cosa de lo más recomendable habida cuenta de que el número de espectáculos en directo va a seguir cayendo en picado en territorio español, el público tiene que mostrar su apoyo asistiendo con cierta regularidad a estas sesiones que, piénsenlo bien, salen más barata que comprar el blu-ray correspondiente y ofrecen una calidad audiovisual mucho mejor que la de la mayoría de los sistemas domésticos.

martes, 27 de diciembre de 2011

Lohengrin en Bayreuth con Sawallisch

WAGNER: Lohengrin.
Jess Thomas, Franz Crass, Anja Silja, Ramón Vinay, Astrid Varnay.
Coro y Orquesta del Festival de Bayreuth. Dir: Wolfgang Sawallisch.
Decca, 470592
3 CDs - 195'34''
ADD
Universal
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Aunque tocada en lo vocal, es la inconmensurable Varnay lo que más interesa en este Lohengrin del Festival de Bayreuth de 1962, dirigido con equilibrio y sabiduría, que no con especial elevación poética, por el joven Sawallisch. Las estridencias de Anja Silja la hacen poco convincente cuando sólo se la oye: habría que haber visto en escena a esta descomunal actriz que, siendo hoy día aún muy atractiva, por aquél entonces reblandecería hasta el más insensible de los corazones. Jess Thomas es un digno protagonista, mientras que la intervención baritonal de un Ramón Vinay tan voluntarioso como hecho polvo no pasa de la curiosidad morbosa.
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Texto extraído de un artículo publicado en el número de febrero de 2003 de la revista Ritmo sobre el segundo lanzamiento de la serie "The Opera Compact Collection", editada por Decca.

domingo, 25 de diciembre de 2011

Gioconda pirata con la Cerquetti

PONCHIELLI: La Gioconda
Cerquetti, Poggi, Stignani, Bastianini, Modesti, Danieli.
Coro y Orquesta del Maggio Musicale Fiorentino. Dir: Emidio Tieri.
Myto, MCD 031.272
2 CD - 157'
ADD
Diverdi
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Para promocionar esta Gioconda florentina del 56, lanzada a precio caro y con deficiente sonido, los señores de Myto recurren al argumento de que apenas existen grabaciones de la Cerquetti. Cierto, pero al año siguiente la soprano, acompañada igualmente del tan tosco como poderoso Bastianini, realizaría para Decca un registro estereofónico en estudio en el que el resto del elenco presenta mayor interés. Es verdad que la diva está mejor en vivo, poniendo su impresionante instrumento al servicio de una recreación dramática más convincente. Lo que ocurre es que allí los Del Monaco, Simionato y Siepi se comen con patatas a los Poggi, Stignani y Modesti que nos encontramos aquí, aun siendo voces igualmente robustas y poderosas (ya se sabe lo que esto les gusta a muchos).

La dirección del desconocido Tieri es buena, a pesar de algún exceso, no desmereciendo de la de Gavazzeni, pero ambos se quedan muy por debajo de las maravillas que ofreciera Bartoletti en la espléndida grabación con Caballé.
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Artículo publicado en el número de junio de 2003 de la revista Ritmo.

jueves, 22 de diciembre de 2011

Cultura: entre todos la mataron…

Dos noticias muy negras en menos de una semana. Hace pocos días el Ministerio de Cultura, el de la etapa socialista, anuncia a las revistas culturales la suspensión del acuerdo por el cual se comprometía a la compra de un número importante de ejemplares para distribuir en las bibliotecas públicas españolas. Quien quiera leerlas, que se las compre. Puro “liberalismo” propio de la última y deleznable etapa de un José Luis Rodríguez Zapatero con los papeles completamente perdidos. Si el gobierno no apoya al Marca o al Diez Minutos, ¿por qué tiene que hacerlo con Scherzo o Ritmo?  ¿Por qué va a ser más respetable la pasión por la ópera que la que se siente por el fútbol o por el así llamado mundo del corazón? ¡Viva el igualitarismo! Igualitarismo por abajo, se entiende. La última revista citada deja en la editorial del mes de enero (enlace) las cosas muy claras: “la probabilidad de que las revistas culturales se vayan al garete no es que sea altísima; es que se va hacer realidad en uno o dos meses”.


La segunda es de ayer mismo y ya la conocen todos ustedes: el gobierno derechista de Mariano Rajoy hace desaparecer el Ministerio de Cultura como tal y lo integra con Educación y Deportes. Ole. Al menos en este caso no hay hipocresía alguna: los socialistas se han comportado -desvergonzadamente- como lo que no deberían ser, pero los populares no necesitan quitarse máscara alguna. Rendición incondicional al neoliberalismo. Recortes para todos menos para quienes lo merecen. Cultura en segundo plano. Y quien la quiera, que se la pague. El Estado no tiene por qué cargar con ella en tiempos de crisis.

¿Consecuencias en el mundillo de la música culta? A corto plazo, cierre de revistas, peligro en determinados auditorios y orquestas, sensible reducción en la cantidad y calidad de los espectáculos y fuerte conservadurismo en la programación, esto último no solo por la ideología del PP sino también por la necesidad de evitar butacas vacías. A medio y largo plazo la cosa es muchísimo más preocupante: escasa creación de nuevos aficionados. ¿Hace falta recordar que para muchísimas personas -entre ellas quien esto suscribe- la posibilidad de escuchar música en directo por poco dinero y de leer revistas gratuitamente en las bibliotecas ha sido fundamental, entre otros factores diversos, para la formación del gusto, habida cuenta de que ésta tiene lugar en una etapa vital en la que, siendo joven, anda uno con muy pocos billetes en el bolsillo? Si a esto unimos el creciente desinterés por la Historia de la Música en los currículos de la enseñanza pública -veremos el nuevo gobierno-, el panorama es desesperanzador. Cuando salgamos de la crisis no será posible recuperar el sector, porque al haber menos afición no habrá demanda suficiente. Total, un desastre. No vale cargar las culpas en un partido u otro: entre todos la mataron y ella sola se murió.

miércoles, 21 de diciembre de 2011

Pedro Halffter, el Sombrero falliano y algunas reflexiones adicionales

FALLA: El sombrero de tres picos. Montañesa. La vida breve: introducción y danza.
Rodríguez-Cusí. Orquesta Filarmónica de Gran Canaria. Dir: Pedro Halffter.
Warner
52’29’’
DDD
Warner Music Spain
**
Falla Sombrero Pedro Halffter

Durante los últimos años le he escuchado a Pedro Halffter algunas cosas sensacionales frente a la magnífica Sinfónica de Sevilla, entre ellas El sueño de Geroncio, la Segunda de Rachmaninov o la mismísima Lulu. No fue el caso de El sombrero de tres picos: la interpretación ofrecida al aire libre el pasado 14 de septiembre resultó francamente insatisfactoria. En la grabada una semana después junto a su otra orquesta, la no menos espléndida Filarmónica de Gran Canaria, el tan talentoso como irregular director madrileño se muestra mucho más centrado: la arquitectura global se encuentra mejor planificada, el fraseo es menos brusco y no hay tantas precipitaciones. Aun así, excepción hecha de una Noche llena de poesía y de las apariciones de la estupenda Rodríguez-Cusí, se trata de una interpretación entusiasta pero de escasa inspiración y afectada por varias caídas en la blandura y efectismo. La orquesta está formidable (¡qué maderas!), pero Halffter podría haberse lucido más en otros repertorios.
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Artículo publicado en el número de julio-agosto de 2007 de la revista Ritmo.

PS. Me consta que hay personas que piensan que soy anti-Halffter. Y tengo amigos que se burlan de mí porque me consideran “uno de sus pocos fans” (sic). La mirada de todos ellos es torticera. He repetido una y mil veces, y vuelvo a hacerlo ahora, que este señor me parece un director con enorme talento pero muy irregular, capaz de hacer cosas buenísimas y otras que lo son bastante menos. No quiero callar mi opinión sincera (otra cosa es que esta valga algo) por vergüenza ante los unos u ante los otros. Por eso mismo, al igual que en este blog le he dado un 9 a su grabación de la Sinfonía de Korngold (enlace) y la misma nota a su Segunda de Rachmaninov (enlace), obra en esta última en la que ofrece uno de los mejores Adagios de la historia del disco, recupero ahora esta antigua crítica de Ritmo y añado que a este Sombrero de tres picos le pondría un 4 en una calificación del uno al diez. Por si alguien tiene curiosidad, ahí va una lista con calificaciones para el resto de las grabaciones que tengo en mi colección.

1. Ansermet/Suisse Romande (Decca, 1961): 9
2. Frühbeck/Philharmonia (EMI, 1964): 10
3. Boulez/Filarmónica de Nueva York (Sony, 1975): 9
4. Ozawa/Sinfónica de Boston (DG, 1976): 9
5. Dutoit/Sinfónica de Montreal (Decca, 1983): 8
6. Barenboim/Sinfónica de Chicago (Teldec, 1997): 8
7. Barenboim/Chicago (DVD TDK, 2000): 9
8. Valdés/OSPA (Naxos, 2002): 4

Añadamos un 9,5 para las suites nº 1 y 2 grabadas por Riccardo Muti en 1979 para EMI al frente de la fabulosa Orquesta de Philadelphia. Esta grabación y la de Frühbeck son a mi juicio las indispensables en cualquier discoteca para acercarse al genial ballet del gaditano.

lunes, 19 de diciembre de 2011

Decepcionante Mesías por Bonizzoni en Valencia

Si me quedé en Valencia la tarde de ayer domingo 18 de diciembre para escuchar El Mesías en el Palau de la Música fue fundamentalmente por el atractivo que tenía escuchar al Coro Tenebrae, a mi entender el más impresionante de cuantos se han acercado a esta emblemática partitura. Me refiero, obviamente, a la versión con Sir Colin Davis y la Sinfónica de Londres en LSO Live (enlace), para muchos anatema total -allá ellos- pero para mí la más recomendable de la amplia discografía de la obra (enlace), al menos entre las realizadas con óptica no historicista. ¿Mereció la pena? Por parte del coro creo que sí: aun sin llegar al nivel excelso de la grabación referida, los chicos de Nigel Short -que venían en formación reducida, adecuándose a las características de la orquesta- realizaron una labor espléndida desde el punto de vista técnico, particularmente en lo que a afinación y pureza sonora se refiere. Por desgracia el resto de los intérpretes ofrecieron un nivel irregular.

FabioBonnizoni003

Me decepcionó de manera considerable la dirección de Fabio Bonizzoni, sobre todo en la primera mitad de la velada (dividida en dos partes tras el coro “All we like sheep”, no en tres). Desde luego el rigor estilístico, siempre dentro del historicismo, fue inobjetable, como también lo fue el buen gusto. El fraseo resultó fluido, natural, en absoluto frívolo o pimpante, pero la desgana, la escasez de matices y la indiferencia expresiva terminaron haciendo mella. Solo en la segunda parte la cosa se fue animando, apareciendo por fin la tensión interna y consiguiendo levantar el edificio hasta culminar en una fuga final espléndida. Eso sí, no se puede aplicar aquello de “sensualidad latina” ni nada que se le parezca: pese a la procedencia de los intérpretes, la interpretación fue más bien británica, para lo bueno y para lo menos bueno. Notable labor técnica la de la orquesta La Risonanza -hubo algunos resbalones sin importancia-, y espléndido el clave del propio Bonizzoni.

Nada del otro jueves los solistas. Quien más me interesó fue Sophie Karthäuser, una voz con cierto peso -canta Paminas, nada que ver con Kirkby y compañía- manejada con excelente línea canora, si bien un poco más de expresividad no le hubiera venido nada mal. Cantó irreprochablemente el contratenor Christophe Dumaux, aunque a mí su timbre no me termina de agradar. Sí que tenía una voz preciosa el tenor Ed Lyon, pero su técnica parece muy mejorable, y junto a momentos espléndidos los hubo que dejaron que desear. Thomas Bauer, cortito por abajo y con serios problemas en las agilidades, estuvo discreto. El público, que abarrotó la sala pero desertó parcialmente tras el “Aleluya” (¿la gente no sabe que hay más música detrás?), reservó su entusiasmo final para los miembros del coro. Con toda la razón.

sábado, 17 de diciembre de 2011

Ariadne triunfa en Valencia

La idea de hacer en concierto la muy inhabitual versión original de Ariadne aux Naxos, es decir, la que incluye en la primera parte no el prólogo al que estamos acostumbrados sino la música incidental de Richard Strauss para El burgués gentilhombre, había sido de Riccardo Chailly. El barítono Carlos Álvarez, aún saliendo de su larga convalecencia, estaba previsto para los pasajes hablados (es decir, para hacer del burgués propiamente dicho en los extractos de la comedia de Molière). Pero el maestro milanés enfermó -esta vez de verdad: anda muy mal del corazón- y hubo que buscar un sustituto. Helga Schmidt encontró a Sir Andrew Davis, que acababa de hacer la obra en Chicago, pero este exigió hacer -lógicamente- la versión de toda la vida, la de 1916. Como el malagueño quedaba así fuera de juego, se le ofreció el papel del Maestro de Música, que lógicamente es cantado: aceptó. Hubo que buscar a toda prisa a alguien con un hueco en su agenda que pudiera cantar el Compositor -papel clave en el prólogo- y se encontró a la mezzo Cecelia Hall. A ultimísima hora cancela Adriane Piezoncka y hay que sacar de la manga una nueva Ariadne, pillándose a la jovencísima y oronda Amber Wagner (web oficial), especialista en hacer de cover en esos mundos de Dios. ¿Resultados? Contra todo pronóstico, estupendos.

SIR_ANDREW_DAVIS-7085

La mayor limitación vino quizá por parte de Sir Andrew Davis. Con él todo estuvo en su sitio y hubo fluidez narrativa, claridad instrumental y perfecta atención a los cantantes, todo ello sin caer en en el narcisismo sonoro ni n la melifluidad, pero -como es habitual en el veterano maestro- se echó de menos una mayor carga de imaginación, emotividad y compromiso expresivo. La fantástica Orquesta de la Comunidad Valenciana compensó parcialmente tal insuficiencia con su contrastado virtuosismo y su altísima musicalidad. En escena Sir Andrew estuvo muy simpático y supo interactuar con los cantantes.

En el elenco lo menos interesante fue la Zerbinetta de Julia Bauer, voz impersonal, escasa en armónicos, en manos de una artista algo sosa -vocalmente y también en escena- que no siempre sabe resolver las agilidades con la ortodoxia necesaria. Fue muy aplaudida tras su dificilísima aria, que desde luego resolvió con mucha dignidad, pero hubo cosas mejores en el elenco.

Por ejemplo Cecelia Hall, vocalmente no del todo holgada en el grave pero dueña de una excelente línea y una apreciable sensibilidad. Y no digamos Nikolai Schukoff (web oficial), un cantante al que estoy viendo mejorar de manera sensible, primero como Steva (enlace), luego como Narraboth (enlace), hace poco como Grigori (enlace) y ahora en el rol endiabladísimo de Tenor/Bacchus. Para que se hagan una idea, es como Jonas Kaufman pero con menos problemas técnicos. Cuando termine de corregir los que aún tiene, se puede convertir en una primerísima figura mundial merced a su voz resplandeciente, línea atrevidísima y -eso también cuenta- enorme apostura escénica.

Nikolai Schukoff Moissac 2

Pese a algún esporádico agudo gritado por parte de las féminas, el nivel de los secundarios, buena parte de ellos procedentes del Centro de Perfeccionamiento Plácido Domingo del propio Les Arts, fue no solo homogéneo sino muy alto. Enhorabuena a todos ellos: Mario Cerdá (Oficial), Vicenç Esteve (Maestro de danza), Aldo Heo (Peluquero), Andrea Mastroni (Lacayo), Helen Kearns (Najade), Adriana Di Paola (Dryade), Sandra Ferrández (Echo), Mika Kares (Truffaldin) y Barry Banks (veterano tenor típicamente británico encarnando a Brighella). Mención especial para Nikolái Borchev, espléndido en la canción de Harlekin. Espléndido el veterano actor Friedhelm Eberle como el Mayordomo. ¿Y Carlos? Pues muy bien: esta vez tuvo la inteligencia de mantener un volumen de voz moderado y de no engolar para fingir el tipo de voz que no tiene. Como además es un artista de los pies a la cabeza, sus intervenciones resultaron espléndidas. Ojalá se mantenga en la sensatez y tengamos barítono para rato: sería una enorme desgracia volver a perder a uno de los mejores cantantes de su cuerda a nivel mundial.

Amber-Wagner

He dejado lo mejor para el final. La señorita Amber Wagner, conocida en su casa a la hora de comer, está llamada a ser una de las más grandes cantantes de los próximos lustros. Yo la veo como una dramática y me la imagino cantando Isoldas. Un amigo más sabio que yo afirma que es una lírica ancha y que lo suyo son las Leonoras verdianas. Da igual: su voz es impresionante por volumen, esmalte y extensión, su técnica casi impecable y su expresividad muy alta. Encima se mueve estupendamente -pese a la gordura, con perdón- en el escenario. Mostró además muchísima química con el entregadísimo Schukoff, ofreciéndonos ambos un dúo final de esos que hacen historia.

Durante los aplausos, en general muy cálidos y particularmente intensos para la soprano, se notaba muy buen rollito entre los intérpretes, así como entre la orquesta y su director. Una velada para el recuerdo. ¿Notas negativas? Sí: la sala no estaba llena. Algunos valencianos no se saben lo que se están perdiendo. Hay otra función mañana domingo, dicho sea por si acaso.

jueves, 15 de diciembre de 2011

Gergiev sigue con Shostakovich: Tercera y Décima

SHOSTAKOVICH. Tercera Sinfonía. Décima Sinfonía.
Orquesta del Mariinsky. Dir: Valery Gergiev.
Mariinsky MAR0511
SACD 80’ 23’’
DDD
Harmonia Mundi Iberica
***
S

Shostakovich Gergiev 3 10

Parece que Gergiev se está tomando muy en serio su integral Shostakovich (esta es la tercera entrega en el sello del propio Mariinski tras la aventura inconclusa en Philips), pues la brocha gorda, el descontrol de las tensiones y las caídas en el efectismos dan paso ahora a un fraseo natural, una planificación cuidadosa y una expresividad menos de cara a la galería.

En el plano expresivo, su Shostakovich se encuentra en las antípodas del expresionismo de un Rozhdestvensky (todavía hoy vigente: a ver si reeditan de una vez su integral) y parece acercarse a las posiciones del último Rostropovich, restando incisividad -también garra dramática- a su música para ahondar en la vertiente menos “política” y más “humana” del compositor. En este sentido, su por lo demás muy entusiasta y bien realizada visión de la Tercera Sinfonía sorprende por resultar mucho antes luminosa, amable e incluso naif que gamberra o inquietantemente moderna. La Décima, por su parte, parece optar por la esencialidad y una cierta espiritualidad que hacen la obra menos inmediata y más abstracta, o al menos más ambigua, como si se quisiese tender un puente hacia la última y más fantasmagórica sinfonía del artista.

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Artículo publicado en el número de noviembre de 2011 de la revista Ritmo.

PS. En este blog se puede encontrar mi comentario del disco con las sinfonías 1 y 15 por el propio Gergiev (enlace).

miércoles, 14 de diciembre de 2011

¿Liberales? No: impresentables

Primero la Diputación de Sevilla agudiza los recortes perpetrados por el PSOE andaluz de los últimos años hacia el mundo de la cultura restándole un 40% de su aportación anual al Teatro de la Maestranza. Una barbaridad, se mire desde donde se mire. Un destrozo de gravísimas consecuencias no tanto a corto como a medio y largo plazo, aunque pueda parecer lo contrario. Y ahora le toca al Partido Popular: el ayuntamiento anuncia estabilidad para la Orquesta Barroca de Sevilla al tiempo que plantea la posibilidad de convertir el Festival de Música Antigua, felicísima iniciativa municipal desde hace ya veintiocho años respaldada por el público de manera rotunda, en una cita bianual, lo que es lo mismo que sentar las bases de su desaparición. La cosa está clara: retirar dinero de la iniciativa pública para dársela a la privada, pues no otra cosa es la –excelente, eso nadie lo duda- orquesta anteriormente citada. Política liberal, llaman algunos a esto. Yo lo llamo impresentabilidad.

domingo, 11 de diciembre de 2011

Gergiev vuelve a Les Arts: bien Berlioz, mal Prokofiev

Tras los Troyanos de 2009 (enlace), ha vuelto Gergiev al Palau de Les Arts con un programa doble en torno a Romeo y Julieta: la sinfonía dramática de Berlioz –obra bellísima que nunca se hace completa- con la orquesta de la casa bajo sus órdenes, y el genial ballet de Prokofiev –para mi gusto, una de las mejores obras de la historia de la música- con el cuerpo de baile y la orquesta del Marinski. Independientemente de los resultados interpretativos, lo más interesante ha sido la comparación entre las dos formaciones sinfónicas: la Orquesta de la Comunidad Valenciana gana por goleada, pues por mucho que haya sufrido bajas en los últimos meses, volvió a evidenciar -al menos en la función del viernes 9 a la que asistí- un nivel superlativo en todas sus secciones, amén de una musicalidad fuera de lo común en sus solistas. Los rusos, por el contrario, se limitaron a desenvolverse con discreta corrección en el primer acto del Prokofiev para a partir de ahí caer en picado y ofrecer una actuación cuajada de desajustes, notas falsas, desequilibrio en los planos y pobreza sonora. Patético el epílogo de la partitura. ¿Será que, de la amplia plantilla que tiene el teatro, los primeros atriles se quedaron todos en casa? Pues no: comparando el listado del programa de mano con la web del propio Marinski (enlace) se comprueba que gran parte de ellos -lógicamente no todos- han acudido a Les Arts. Así que sencillamente es que, además de pegarse un bolo monumental en esta visita a valencia, la orquesta deja mucho que desear. Creo que el público lo notó con claridad. ¿Servirá esto para que por fin los valencianos se den cuenta de la enorme calidad del conjunto formado por Lorin Maazel? ¿Servirá para que los políticos de turno sean conscientes de que sería un grave atentado cultural acabar con la que es, con gran diferencia, la mejor orquesta de España?

Gergiev Berlioz Romeo Valencia 2011

Dejemos a un lado las ejecuciones y vamos a por las interpretaciones. Quien conozca mis gustos sabrá que siento muy poco aprecio por el maestro ruso. Pues bueno, este Berlioz me ha gustado mucho. Cierto es que las tres versiones que tengo en disco (Maazel, Colin Davis/Viena y Gardiner) me parecen mejores por un motivo u otro, pero la dirección de Gergiev ha sido sensata, honesta y musical, es decir, ha evitado cualquier tentación de blandura o de efectismo –salvo en el final, porque la partitura así lo pide- y ha construido un edificio sonoro de muy buen trazo, bello y expresivo, fraseado sin precipitaciones, con amplio aliento lírico, una buena dosis de sensualidad y la teatralidad apropiada. Cierto que eché de menos un sentido del color y de las texturas más desarrollado, así como mayor electricidad en determinados momentos, pero no hubo ni rastro del Gergiev rutinario, tosco, vulgar al que estamos acostumbrados. Kenneth Tarver (ya presente en la cuarta y última grabación de Colin Davis) se desenvolvió con solvencia en su breve parte. Ekaterina Gubanova se enseñoreó con un instrumento de enorme calidad y ofreció morbidez para derretirse. Mijaíl Petrenko, a falta de mayor autoridad vocal, lució por su parte una más que correcta línea de canto. Soberbio el Coro de la Generalitat Valenciana, que junto con la espléndida orquesta contribuyó considerablemente al éxito de una velada para el recuerdo en la que el gran triunfador fue Héctor Berlioz, un compositor aún hoy día –aunque parezca mentira- a reivindicar.

Marinski Prokofiev Romeo Valencia 2011

Pese a suavizar algunas libertades en los tempi de cara a facilitar la tarea de los bailarines, la dirección del ballet de Prokofiev fue muy parecida a la grabación de 2008 al frente de la Sinfónica de Londres que comenté en este blog (enlace). Parecida pero tirando a peor, no solo por la mediocre ejecución que ofreció la orquesta, sino también por la deslavazada planificación de un Gergiev desinteresado no solo por los aspectos expresivos –el primer enfrentamiento callejero esta vez le ha salido bastante menos bien-, sino también por los técnicos. El resultado en esta velada del sábado 10 fue irregular, con momentos buenos pero predominio de lo mediocre o incluso de lo abiertamente malo. ¿Se pudo disfrutar de la música? Solo a ratos. No sé cómo lo habrá hecho la noche de hoy domingo la misma orquesta bajo la batuta de Alexéi Repnikov en su segunda función valenciana. El ballet propiamente dicho tenía interés ante todo histórico, pues se trata de la misma producción y coreografía con que la obra se presentó en el Marinski allá por 1940. El olor a naftalina era inevitable, y buena parte del vestuario bordeaba lo ridículo para una sensibilidad actual. Sin embargo la escenografía, siendo puro cartón piedra, resulta muy bonita en su ortodoxia y falta de pretensiones, mientras que la coreografía de Leonid Lavrovski sabe poner de relieve la rápida evolución psicológica de los dos personajes. Me gustaron bastante el Romeo de Vladímir Shkliarov y –más aún- la Julieta de María Shirinkina. El público parecía pasárselo bien, pero a la hora de los aplausos se notaba que algo no había funcionado. Supongo que Helga Schmidt será lo suficientemente buena negociadora como para lograr que en su próxima visita Gergiev se deje la orquesta en casa.

sábado, 10 de diciembre de 2011

De Frescobaldi a Alfonso X pasando por Victoria: música antigua en Úbeda y Baeza (II)

Completo las anotaciones sobre mi doble jornada en el Festival de Música Antigua de Úbeda y Baeza del presente año. Tras los conciertos del Ensemble La Chimera y el Ensemble Organum del domingo 4 (enlace), aproveché que en mi trabajo hacíamos puente para escuchar el recital de Lorenzo Ghielmi en el órgano –obviamente barroco- de la iglesia de San Andrés de la segunda de las ciudades citadas. El programa se llamaba Afectos, efectos y stravaganzas en la música organística europea del siglo XVII. Pese al título, no hubo en la interpretación extravagancia ni efectismo, y sí una buena dosis de sensatez, naturalidad, atención al equilibrio polifónico y buen gusto a la hora de ornamentar, siempre dentro de un perfecto dominio del idioma. Aunque no todas las obras me convencieron por igual –me quedo con Frescobaldi y Cabanilles antes que con Jan Pieterszoon Sweelinck, Bernardo Storace y Georg Böhm-, la hora y diez minutos de recital no se hicieron pesadas merced a la calidad del instrumento y a la sabiduría del veterano organista italiano. Aunque los pocos que acudimos al evento aplaudimos con calor, el frío del recinto –comentado por el propio Ghielmi– nos hizo conformarnos con una única y breve propina.

Lorenzo Ghielmi Baeza 2011

La siguiente cita fue nada menos que en la Sacra Capilla de El Salvador de Úbeda: la Misa Ave Regina Caelorum y diversos motetes marianos en interpretación del Ensemble Plus Ultra y su director Michael Noone, en esta ocasión a capella. No hubo sorpresas: nivel técnico difícilmente superable, líneas muy empastadas, brillantez diamantina, fluidez en el discurso horizontal y un cierto distanciamiento expresivo al optarse antes por la belleza sonora que por la sensualidad o la tensión dramática. O sea, puro Victoria “a la inglesa”. Comprendo que a algunos no les termine de convencer –a estas alturas hay opciones más interesantes-, pero a mí me gusta mucho. Y qué decir de la música. Por cierto, andaba por allí Antonio Moral, pues el Centro Nacional de Difusión Musical del que ahora es responsable –yo diría que su salida del Real ha resultado positiva tanto para el teatro madrileño como para el CNDM- era coproductor del evento.

Sorpresa para terminar: entradas agotadísimas para el programa Romances de los judíos del Magreb que ofrecía Begoña Olavide con el Ensemble Mudéjar… ¡a las doce de la noche! Por fortuna la artista, la organización y los responsables del singular espacio escénico, la denominada “Sinagoga del agua”, hicieron lo posible para encontrar un hueco a los que acudimos allí en busca de una oportunidad de última hora. Creo que todos pudimos entrar. Fue un recital maravilloso, en gran medida por lo singular de la hora y del recinto, pero también por la belleza de la música sefardí –hubo propina de Alfonso X- y porque Olavide –le tengo mucho cariño desde que la descubrí hace lustros en una iglesia de Jerez con un precioso programa en torno al salterio acompañada de su marido Carlos Paniagua y Pedro Estevan- es una artista de enorme sensibilidad que canta bien –su voz es sensualísima- y toca aun mejor. En esta ocasión la secundaron el solvente laúd de Ramiro Amusatégui y la viola de Giovannello de Genaro, prestando este último de manera puntual su voz digamos popular –quiero decir, de emisión no impostada- para redondear el resultado de una cita nutrida, cálida y –menos mal- calentita, porque esta vez nos habían puesto calefactores. Un gran éxito.

jueves, 8 de diciembre de 2011

De Claudio Monteverdi al Codex Calixtinus pasando por Carlos Gardel: música antigua en Úbeda y Baeza (I)

Lo bueno: el habitualmente tan esforzado como discreto Festival de Música Antigua de Úbeda y Baeza está experimentando una espectacular mejoría en cantidad y calidad que lo convierten, si tenemos en cuenta la incomparable belleza de las ciudades y de sus marcos escénicos, en una de las más interesantes del panorama nacional en su género. Lo malo: aunque con esta se cuentan ya quince ediciones, es necesario un importante apoyo por parte de las administraciones públicas si quiere consolidar su posición, y el panorama en este sentido no resulta precisamente halagüeño. Por estas mismas fechas, el desinterés del ayuntamiento de Úbeda ha mandado a tomar viento al Festival de Música de Cine, al tiempo que –por no salirnos de Andalucía- la Diputación de Sevilla retira el 50 por ciento de su aportación anual al Teatro de la Maestranza. A ningún político se le ocurre recortar en televisiones locales y otras lindezas. Así nos va.

En fin, tras mi visita a Madrid en busca de Lady Macbeth (enlace) me acerqué a Baeza para disfrutar de una peculiarísima sesión continua. Buenos Aires Madrigal es el nombre del espectáculo que a las ocho y media nos ofrecía en las ruinas de San Francisco el Ensemble La Chimera bajo la dirección de Eduardo Egüez. Por lo visto el grupo hispanoamericano lleva ya años ofreciéndolo en sus giras, e incluso lo tienen grabado (noviembre 2002) en el sello M. A. Recordings. A tenor de lo leído en el programa pensé que se trataría de una yuxtaposición de páginas de Frescobaldi, De Rore, Marenzio y Monteverdi con creaciones de Gardel, Piazzolla y otros grandes nombres del tango. No fue eso, o al menos no exactamente, porque más que de yuxtaposición se puede hablar de fusión, incluyendo bandoneón en el bajo continuo y violas da gamba acompañando los sones porteños.

Ensemble Chimera Baeza diciembre 2011

De tal combinación podría resultar un mamarracho o una genialidad. Fue lo segundo, pues aunque los miembros de La Chimera no parezcan de primerísima fila, demostraron ser unos músicos “de verdad”, es decir, alimentados por un verdadero espíritu de equipo, dispuestos a servir a la música mucho antes que a ellos mismos y dotados de un gusto exquisito. Realizaron todos un trabajo fabuloso respaldando a dos solistas vocales a cual mejor: un Furio Zanassi que se desenvuelve sorprendentemente bien en este repertorio tan alejado del que le es propio (¡soberbia además su dicción en castellano!), y una excepcional Susanna Moncayo –preferible a Ximena Biondo, presente en la referida grabación- que cada vez que abría la boca conseguía que un escalofrío recorriera nuestras entrañas. En suma, un espectáculo creativo, arriesgado, mágico e inolvidable que contribuye a tender lazos y abrir la mente: el quejido del bandoneón resulta no estar lejos de la melancolía monteverdiana.

A las doce de la noche, un grupo de unos sesenta o setenta frikis nos congregábamos en la iglesia de Santa Cruz –la única obra románica que queda en Baeza- para reencontrarnos con Marcel Pérès y su Ensemble Organum. Programa duro y fascinante: polifonías primitivas –pero que muy primitivas, anteriores a la Escuela de Notre-Dame- que proceden de Limoges y Moissac, con guinda final del Codex Calixtinus tristemente sustraído de la Catedral de Santiago de Compostela. Las interpretaciones respondieron a lo que se podía esperar: tempi tendentes a la lentitud, emisión vocal rústica y continua recurrencia al melisma. Creen algunos que esto último es un intento de establecer vínculos con el mundo islámico, cuando el asunto en realidad va por otro camino: demostrar cómo la liturgia cristiana medieval y la tradición musulmana beben de una misma fuente, que no es otra que la del último imperio romano, léase bizantino, habida cuenta de la extensión territorial de este en tiempos preislámicos y de su funcionamiento como cruce de caminos en el ámbito cultural. ¿Discutible aplicar semejantes parámetros al mundo cluniacense, esto es, al que se encargó de unificar el mosaico artístico que había existido en la Alta Edad Media haciendo uso de la liturgia romana y de la arquitectura románica? Pues sí, pero el resultado –justo como en el concierto de tangos y madrigales- fue tan arriesgado como revelador. El frío, por una vez, contribuyó a crear la ambientación apropiada.

martes, 6 de diciembre de 2011

La ONE puede con Don Quijote

Con el programa en torno a la genial obra cervantina que ofreció el pasado fin de semana la Nacional de España, que yo pude ver en la matinal del domingo 4, Josep Pons parecía tener un fin muy concreto: demostrar que su orquesta -o sea la nuestra, la de todos los españoles- puede con una partitura tan exigente como el Don Quijote de Richard Strauss, y no solo en lo que al tutti se refiere sino también en sus solistas, violonchelo incluido. Lo consiguió. Sonó la ONE muy bien, desde luego bastante mejor que con López Cobos hace pocas semanas (enlace), lo cual demuestra que el catalán se toma los ensayos más en serio que el zamorano -de técnica este último anda sobrado: no parece esa la cuestión-. Miguel Jiménez sorteó sin problemas el virtuosismo de su parte y logró ofrecer un Alonso Quijano que, siendo un tanto plano en lo expresivo, fue lo suficientemente centrado. El violinista Mauro Rossi estuvo tan bien como suele. Y la viola Cristina Pozas, a mi entender gran triunfadora de la noche, demostró ser una artista de grandísima categoría. Espero que pronto le ofrezcan un Harold en Italia.

Me gustó la dirección de Josep Pons. Empezó un poco flácido pero poco a poco se fue calentando y ofreció una recreación bien planificada -Clavileño pocas veces lo he escuchado tan transparente-, dicha sin precipitaciones y que se mantuvo por completo ajena al efectismo para optar más bien por un enfoque introvertido que subrayó los aspectos más líricos de la genial partitura. Faltaron nervio, garra y chispa, como también hondura trágica, pero ¿quién hace hoy un Don Quijote straussiano de verdadera altura? Que yo sepa, solo Luisi y Maazel, y quizá Haitink (no sé si lo tiene en repertorio). Gente como Mehta, Ashkenazy y mi amado Barenboim no entran en la lista, a tenor de sus correspondientes registros discográficos. Conformémonos pues con el dignísimo trabajo de Pons y su orquesta.

En la segunda parte el de Puig-reig nos propuso escuchar el infrecuente Don Quijote de Roberto Gerhard (1896-1970). Fue un acierto, porque es una música interesante digna de ser conocida. Y más acierto aún ofrecer solo una selección: escuchada completa resulta -al menos en la única versión discográfica que conozco, la de Victor Pablo Pérez- un tanto pesada. La interpretación ofreció solvencia y convicción, pero fue recibida por el público con evidente frialdad.

Terminó la velada con El retablo de Maese Pedro, y aquí Pons destapó el frasco de las esencias. Este ha sido el mejor Falla de cuantos le he escuchado, e incluso tengo la impresión de que lo ha hecho aún mejor que en su registro de 1990 para Harmonia Mundi, inyectando incisividad, tensión y fuerza expresiva a su acercamiento de corte stravinskiano a una partitura que aún no sé muy bien si anda infravalorada o sobrevalorada. El tenor Gustavo Peña estuvo soberbio como Maese Pedro, el joven y aún por madurar Joan Martín-Royo mostró muy buenas maneras y, finalmente, la tinerfeña Raquel Lojendio fue de más a menos en su encarnación de ese desagradecido y difícil papel que es el de Trujamán; por cierto, fue la única que se esforzó por semiescenificar su parte. Estupenda la orquesta. Aquí el público sí que reaccionó con entusiasmo. Con toda la razón.

En cuanto a las notas al programa, no voy a repetir lo ya dicho (enlace). A ver si cuidamos esas cosas, por favor.

lunes, 5 de diciembre de 2011

Lady Macbeth vuelve a Madrid

Hace años pudimos ver en el Teatro Real una Lady Macbeth de Shostakovich que fue memorable por la dirección musical del mismísimo Rostropovich. Cantantes y producción escénica se quedaron en lo bueno sin más, pero aquello se disfrutó mucho incluso en la función a la que yo acudí, torpedeada por el ruido que montó un señor llamado Francisco Álvarez Cascos (¿qué se le habría perdido por allí al casposo líder derechista?) cuando se empeñó en acceder a la sala en mitad de la función. El pasado sábado 3 de diciembre ha vuelto la acongojante ópera de Shostakovich al escenario madrileño. ¿Resultados? Memorables, pese a ser musicalmente algo inferiores a los del DVD con la misma producción que hemos comentado en este blog. A la entrada correspondiente me remito (enlace), limitándome ahora a señalar las principales diferencias con respecto a la filmación realizada en Ámsterdam.

Lady Mabeth Kusej Westbroek Madrid

Especialista en C. P. E. Bach (enlace), Harmut Haechen realizó en el foso una labor menos interesante que la de Jansons y -ni que decir tiene- Rostropovich. Hubo en su dirección brío, brillantez y un certero sentido del la ironía, pero administró las tensiones de manera irregular y no supo dotar de continuidad a la obra, alternándose los momentos buenos -o incluso muy buenos- con otros que pasaron sin pena ni gloria. Logró por otro lado hacer sonar de modo muy convincente a Sinfónica de Madrid (¡qué bien le ha sentado la marcha de López Cobos!), aunque los refuerzos de los metales sonaran a veces demasiado a banda de pueblo; quiero decir, más aún de lo que pide Shostakovich. El Coro Intermezzo sufrió lo suyo en una partitura bien difícil (¡y en ruso!), pero frente a algunas intervenciones que no terminaron de funcionar hubo otras memorables: nuestros compatriotas estuvieron impresionantes -auténtica magia sonora- en el decisivo último acto, a lo que no debe de ser ajena la labor de su titular Andrés Máspero. Todo ello, por cierto, lo hicieron plegándose a las demandas de una producción escénica en todos los sentidos muy exigente.

Michael König me ha convencido bastante menos que Christopher Ventris: su voz es incolora, pobre en armónicos y no corre con facilidad. Durante el primer acto tuvo problemas para hacerse oír, aunque luego fue mejorando y cumplió con cierta dignidad. Escénicamente no hay quien se lo crea debido a su exceso de grasa. Con algún otro cambio en papeles menores, el resto del elenco fue el mismo que el de la Ópera de Holanda. Es de justicia reconocer que Vladimir Vaneev, sin la ayuda de los micrófonos, convence mucho menos que en el DVD en el doble rol de Boris y el preso anciano. En cuanto a Eva-Maria Westbroek no hay novedad: referencia absoluta para Katerina Ismailova y una de las cosas más impresionantes -por voz, técnica, variedad expresiva, comprensión del personaje y desenvoltura escénica- que quien esto suscribe ha visto en su vida. Enorme, increíble, una recreación para la historia. Fue la gran triunfadora de la noche.

La puesta en escena de Martin Kusej pierde en directo la expresividad facial de los cantantes, pero se pueden apreciar mejor ahora cosas como el modo en que el barro del escenario va ensuciando progresivamente la “jaula” en la que vive la protagonista, o el carácter fálico de la escalera de mano con que el repugnante seductor Serguei penetra (en) su habitáculo. El agua que inunda el suelo de la escena de Siberia -aquí una prisión subterránea indeterminada- creo que no estaba en la filmación: quizá se eliminó para no interferir en la toma de sonido. La verdad es que queda muy bien y contribuye a hacer aún más sórdida la voluntariamente incómoda propuesta, que por lo demás a mí me sigue pareciendo espléndida. La crítica española parece que coindice en tal alabanza excepción hecha de Álvaro del Amo, lo que a mi entender es casi un elogio viviendo de un señor que es director de Una preciosa puesta de sol, una de las más risibles películas que he visto en mi vida. Sí, ya sé que esto no viene a cuento, pero hace tiempo que tenía ganas de escribirlo.

¿El público? Hubo abundantes deserciones y no se aplaudió con el entusiasmo merecido. Incluso se escuchó algún abucheo aislado a la dirección de escena. Sin duda tenemos el caldo de cultivo necesario para que triunfe el golpe de estado que se prepara contra Mortier y vuelva al Real la ópera de toda la vida (o sea, la de “voces por encima de todo”) en producciones tradicionales o abiertamente rancias. El paso atrás parece a estas alturas imparable. Mientras tanto, nosotros hemos disfrutado de un espectáculo de muy alto nivel ideado para lograr justo eso que no le interesa a la peña conservadora que anda afilando los cuchillos: incomodar, estremecer y hacernos pensar. Quedará en mi memoria por mucho tiempo.

viernes, 2 de diciembre de 2011

Carl Philipp Emanuel Bach en Phoenix Edition

Teniendo detrás a su señor padre, muy cerca -nuestro artista era dieciocho años mayor- a Haydn y delante a Mozart, se comprende que Carl Philipp Emanuel Bach (1714-1788) no haya tenido mucha suerte a la hora de encontrar su lugar en la historia de la música, toda vez que su creación no alcanza la inigualable excelsitud de estos tres genios. Sin embargo su obra no es solo francamente buena, a veces más que eso, sino que sin ella resulta imposible comprender cómo se evoluciona en Centroeuropa desde el primero de los compositores citados a los dos últimos, es decir, desde el pleno Barroco hasta el Clasicismo vienés pasando por los dos movimientos en los que el quinto hijo de Johann Sebastian va a destacar, el llamado “estilo galante” y el “Sturm und Drang”.

CPE Bach Sinfonias Haechen

De todo ello da buena cuenta la edición de doce discos que con excelente toma sonora -no tanto en las obras vocales- grabó en los años ochenta el sello Capriccio y que ahora recupera en serie media, agrupados en ocho volúmenes, Phoenix Edition. El más interesante quizá sea el que contiene las sinfonías, tanto las escritas para orquesta “completa” como las que son para cuerdas, pues en ellas encontramos bien fundidas la galantería digamos “rococó” de la época con los claroscuros y hasta el patetismo “Sturm und Drang” que el artista sabe exponer haciendo uso de un atrevimiento, una imaginación y un sentido teatral impagables. Eso sí, hay que advertir que las interpretaciones que ofrece la Orquesta de Cámara Carl Philipp Emanuel Bach, de instrumentos “tradicionales”, acentúan el primero de los ingredientes frente al segundo, a lo que no son ajenas ni la dirección elegantísima, ágil, poética y transparente de Hartmut Haenchen (maestro al que tenemos en el Teatro Real dirigiendo la Lady Macbeth de Shostakovich, dicho sea de paso) como el clave ornamentadísimo y extremadamente coqueto de Michael-Christfreed Winkler al continuo. Por eso mismo, siendo espléndidas estas interpretaciones, me permito sugerir la audición complementaria del registro de las Seis sinfonías para cuerdas realizado por Trevor Pinnock en 1979, sin la sensualidad ni el vuelo lírico de las que comentamos pero mucho más teatrales.

Los cinco conciertos para flauta reciben una muy buena lectura por parte de Eckart Haupt, quien posee una línea serena, flexible y muy musical, respirando con naturalidad y mostrando una agilidad nada entregada al mero virtuosismo. Tanto él como Haenchen aciertan además al atender al vuelo poético de esta música -incluso al dramatismo del impresionante largo del Wq 168/H- sin dejar de ofrecer la elegancia y delicadeza debidas.

CPE Bach Conciertos organo Haechen

El director alemán vuelve a convencer en los dos bellos conciertos para órgano -asombroso el Adagio sostenuto del Wq 35 H 446- con una dirección tradicional, fluida, elegante, luminosa y con chispa, nada nerviosa ni trivial. Junto a él, y sentado frente a un espléndido instrumento, tenemos a un Roland Münch de gran agilidad y notable imaginación a la hora de manejar los registros.

Los dos conciertos para oboe son bien diferentes entre sí, muy amable el Wq 164 y de una acongojante melancolía el Wq 165. De ellos se encargan el Neues Bachisches Collegium Musicum Leipzig -también de instrumentos “modernos”- y el director Max Pommer, quien aborda la música del autor con menos agilidad, incisividad y frescura que su colega Haenchem, pero con mayor concentración, apreciable hondura y buen olfato para mirar al futuro. Burkhard Glaetzner tiene alguna limitación técnica pero hace respirar la música con naturalidad y gran lirismo, si bien donde se luce por completo -admirable la cadenza de su primer movimiento- es en el concierto de Johann Christian Bach que completa la duración del disco.

Pasamos a la música de cámara con una selección de la importantísima obra para teclado del autor a cargo de Linda Nicholson, quien haciendo uso de un clave original de 1767 de atractivo sonido arcaizante, apuesta de modo decidido por los aspectos más concentrados, introspectivos y hasta dramáticos de la obra bachiana. Una opción digna del mayor elogio, si bien su estilo se nos antoja en exceso “tradicional”, sin toda la flexibilidad y fantasía apetecibles; por eso mismo vuelvo a recomendar una comparación, en este caso con el disco que registró en 1987, con obras distintas a las aquí presentadas, el gran Andreas Staier usando no solo el clave, sino también un fortepiano para las páginas más tardías.

CPE Bach Sonatas Nicholson

En las sonatas para flauta nos volvemos a encontrar con Eckart Haupt, quien nos ofrece una acertada selección que nos permite comparar los múltiples rostros expresivos de la creación bachiana. Las interpretaciones, de amplio aliento melódico aunque quizá un punto sosas, se ven acompañadas por el notable clavecinista Armin Thalheim, un punto más coqueto de la cuenta y algo anticuado.

Los cuatro últimos discos nos ofrecen una selección de cantatas y obras corales, sobresaliendo -por su extensión, pues su música no es necesariamente mejor que la de las otras páginas- el oratorio La Resurrección y la Ascensión de Jesús. No nos encontramos ante las obras más personales de su autor, si bien hay momentos llenos de belleza y podemos trazar conexiones con la labor de su padre -eso por descontado-, con el tentador universo operístico del momento y con lo que vendrá después de la mano de Haydn, siendo asimismo muy interesante constatar, particularmente en los textos, la evolución hacia una nueva espiritualidad de corte digamos “ilustrada”. Las interpretaciones, estas sí, se realizan con instrumentos originales, aunque por desgracia Das Kleine Konzert es una agrupación desigual -francamente mediocre el fagot- que no siempre está a la altura de las circunstancias. Bastante mejor están los Rheinische Kantorei, todos ellos dirigidos con sensatez, estilo y buen gusto por un Hermann Max que, salvando algún pasaje algo pimpante y cierta falta de claridad achacable en parte a la toma sonora, convencerá sin problemas a los detractores del historicismo. El equipo de solistas resulta desequilibrado. Lo mejor, un espléndido Christoph Prégardien en el citado oratorio. No lo hace mal el bajo Gotthold Schwarz, que cuenta con arias muy hermosas. Lo más flojo, las sopranos Barbara Schlick y Martina Lins, esta última muy aniñada. Aun así, nos encontramos ante discos recomendables que lo serían aun más si se hubieran incluido, además de los originales en alemán, traducciones de los textos cantados.

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Artículo publicado en el número de noviembre de 2011 de la revista Ritmo.

C.P.E. BACH: Sinfonías.
Orquesta de Cámara Carl Philipp Emanuel Bach. Dir: Hartmut Haenchen.
Phoenix Edition, 443
2 CDs. 103’28’’
DDD
Ferysa
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C.P.E. BACH: Los cinco conciertos para flauta.
Eckart Haupt, flauta. Orquesta de Cámara Carl Philipp Emanuel Bach. Dir: Hartmut Haenchen.
Phoenix Edition, 446
2 CDs. 114’58’’
DDD
Ferysa
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C.P.E. BACH: Los dos conciertos para oboe. J.C. BACH: Concierto para oboe.
Burkhard Glaetzner, oboe. Neues Bachisches Collegium Musicum Leipzig. Dir: Max Pommer.
Phoenix Edition, 449
2 CDs. 69’36’’
DDD
Ferysa
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C.P.E. BACH: Los dos conciertos para órgano. Preludio en Re mayor. Fantasía y fuga en Do menor. Roland Münch, órgano. Orquesta de Cámara Carl Philipp Emanuel Bach. Dir: Hartmut Haenchen.
Phoenix Edition, 450
52’31’’
DDD
Ferysa
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C.P.E. BACH: Tres sonatas para teclado. Piezas pequeñas y fáciles para teclado.
Linda Nicholson, clave.
Phoenix Edition, 451
63’06’’
DDD
Ferysa
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C.P.E. BACH: Selección de sonatas para flauta.
Eckart Haupt, flauta. Siegfried Pank, viola da gamba. Armin Thalheim, clave.
Phoenix Edition, 452
48’37’’
DDD
Ferysa
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C.P.E. BACH: Obras vocales. Klopstocks Morgengesang am Schöpfungsfeste. Auf, schicke dich rechet feierlich. Anbetung dem Erbarmer. Heilig. Gnädig und barmherzig ist der Herr. Wer ist so würdig als du. Der Herr lebet.
Solistas. Rheinische Kantorei. Das Kleine Konzert. Dir: Hermann Max.
Phoenix Edition, 453
2 CDs. 125’33’’
DDD
Ferysa
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C.P.E. BACH: La Resurrección y la Ascensión de Jesús. Cantata “Gott hat den Herrn auferwecket”.
Solistas. Rheinische Kantorei. Das Kleine Konzert. Dir: Hermann Max.
Phoenix Edition, 456
2 CDs. 99’06’’
DDD
Ferysa
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jueves, 1 de diciembre de 2011

El punto, la coma y el bochorno

Como la Orquesta Nacional de España ha decidido ajustar sus finanzas relegando las notas al programa a un PDF que se ha de descargar a través de internet –en sala solo entregan un díptico con un resumen del texto y los datos esenciales-, he acudido a la red para prepararme el concierto que espero ver el próximo domingo: los Don Quijote de Strauss, Gerhard y Falla bajo la dirección de Josep Pons. Tras la lectura no puedo menos que escribir una líneas acerca de la vergüenza ajena que he sentido. ¿Podría alguien explicarle a Doña Begoña Lolo, Catedrática de Musicología de la UAM y directora de los trabajos Cervantes y el Quijote en la música. Estudios sobre la recepción de un mito (2007) y Visiones del Quijote en la música del siglo XX (2010), por favor, la diferencia entre el punto y la coma en el idioma castellano? ¿Podría alguien enseñarle a redactar con un mínimo de corrección? ¿Podría el personal de la OCNE, concretamente el señor Eduardo Villar, coordinador de publicaciones, revisar los textos antes de convertirlos en un PDF para que no parezcan escritos por uno de mis alumnos de enseñanza secundaria? Sí, ya sé que a todos se nos escapa de vez en cuando alguna falta, pero lo de estas notas -tengan paciencia para leerlas completas si no me creen- va mucho más allá de lo anecdótico para llegar a lo absolutamente bochornoso. Y es que a veces hay que exclamar ¡ya está bien!

Descarga de las notas: enlace.

martes, 29 de noviembre de 2011

Lady Macbeth de Shostakovich en versión Kusej

La producción de Lady Macbeth de Mtsensk que se presenta este sábado en el Teatro Real -allí espero estar- la preparó Martin Kusej para la Ópera de Holanda y fue filmada por las cámaras de Opus Arte los días 25 y 28 de junio de 2006 en el Het Muziektheater de Ámsterdam. Se trata de una propuesta llena de sexo más o menos explícito. De sexo, incluso de genitalidad pura, pero no de erotismo: todo aquí es seco, escabroso, desagradable. Los calzoncillos cagados del borracho en la fiesta -recuerdan a los de Divine de Cosas de hembras, pero aquí sin gracia ninguna- no son sino una muestra de todo un desfile de fea ropa interior, carnes flácidas y sudorosas, suciedad abundante -el suelo del escenario se encuentra cubierto de barro- y una mezcla de sangre y semen que se intuye más que se ve, aunque el asesinato de Zinovy (la aguja del zapato clavada en el ojo) sea bastante explícito.

Lady Macbeth Kusej Jansons

Una puesta en escena voluntariamente incómoda, pues, que se aparta del tono con frecuencia caricaturesco de la algo desigual partitura de Shostakovich para incidir en los aspectos más escabrosos de una historia por completo vigente: la de una mujer antes víctima que verdugo, presa -la jaula de cristal de los primeros actos lo deja bien claro- en un mundo de hombres a cual más machista, mediocre y repugnante. Que algunos detalles no estén bien resueltos (hay alguna contradicción aislada entre lo que se ve y lo que se dice) no invalida una propuesta escénica que puede no ser la que mejor rime con la música, pero sí la que más nos hace pensar al tiempo que pasamos un mal rato.

Musicalmente el nivel en este doble DVD es alto. No podría ser menos teniendo en el foso a la que es probablemente una de las dos mejores orquestas de Europa, la del Concertgebouw, instrumento tan musical como flexible con el que su titular Mariss Jansons ofrece un trabajo de artesanía de la mejor calidad. ¿Artesanía? Sí: todo está en su sitio, expuesto con meridiana claridad, en perfecta sintonía con el estilo y dejando a un lado cualquier tipo de devaneo sonoro, pero falta ese grado de implicación última -de tensión sonora, visceralidad y desgarro- que encontramos por ejemplo en la filmación del mismo año en el Covent Garden (aún no en DVD) bajo la batuta de ese músico a todas luces más interesantes que es Antonio Pappano. Lástima.

El elenco holandés es muy parecido al que escucharemos en Madrid, incluso en los papeles más breves, con la importante excepción de Sergei: en el Real escucharemos a Michael König, mientras que en Ámsterdam vemos a un Cristopher Ventris que no solo realiza una irreprochable labor en lo vocal -ya lo hizo en una filmación anterior, la del Liceu-, sino que ofrece un físico grasiento, peludo y -pese a todo- no exento de cierto atractivo facial que hace que dé verdadero miedo verle en ropa interior. Claro que quien se lleva el gato al agua es Eva-Maria Westbroek, inmensa en su recreación de Katerina Ismailova no ya por su voz de muchísimos quilates y por una técnica de enorme solidez, sino por su perfecta comprensión del personaje tanto desde el punto de vista vocal como desde el escénico; las cámaras no tiene reparo a la hora de mostrarnos que en algún momento llora de verdad. También le ayudan su físico -carnes mórbidas, tetas generosas- y un maquillaje que acentúa su vulgaridad y hasta ordinariez. El resultado es prodigioso y el público de Ámsterdam así lo sabe ver con unas ovaciones que dejan aturdida a la maravillosa soprano holandesa. Si en Madrid se mueve en el mismo nivel vocal, estaremos ante una de las más portentosas recreaciones de un personaje operístico que se hayan presenciado en el Real en los últimos años.

El resto del elenco –ya les digo, casi al completo el mismo que veremos aquí- ofrece un alto nivel medio, destacando el vocalmente impecable y adecuadamente irónico inspector de policía de Nikita Storojev. Vladimir Vaneev convence en lo escénico, pues su Boris -el suegro de la protagonista- no puede ser más repulsivo, pero vocalmente no anda muy allá; en los dos aspectos le supera, con mucho, el inmenso John Tomlinson que tuvo Pappano (junto a Westbroek y Ventris, vaya suerte) en su citada recreación londinense. A destacar la valiente labor de Carole Wilson, que no solo tiene que mostrar sus pechos al personal sino dejar que se los magreen todos los miembros del coro masculino. Y un hallazgo la concepción particularmente alienada de Sonyetka, espléndidamente recreada por Lani Poulson, en el último acto.

No hay mucho más que decir: DVD imprescindible -imagen y sonido espléndidos, subtítulos en castellano, extenso documental complementario- y cita obligada en el Teatro Real para todos aquellos que piensen que la ópera es más, muchísimo más, que una serie de cantantes compitiendo a ver quién tiene más fiato y mejores agudos.

lunes, 28 de noviembre de 2011

Jerez, en su línea

Lo he dicho muchas veces: el mundillo de la crítica musical de Jerez de la Frontera avergüenza desde hace años por su descarado peloteo hacia la figura de Francisco López, antiguo director del Teatro Villamarta y actual cabeza de la Fundación homónima. El pasado viernes 25 se estrenó una nueva producción realizada por él mismo de Sor Angelica (¡en versión con piano, cuando lo mejor de la portentosa partitura está en la orquesta!) combinada con varias canciones de Brahms. Pues bien, miren ustedes lo que escribe Nicolás Montoya en la prensa oficial del régimen, es decir, el Diario de Jerez (el texto completo lo pueden leer aquí):

“Si Puccini levantara la cabeza y observara, casi un siglo después, lo que un director de escena andaluz hacía con su obra, le estrecharía en un abrazo tal que hasta los ángeles del cielo se estremecerían. Claro, que enfrascados como están en Italia con los desmanes de un tal Berlusconi, ni la Scala ni la Fenice se han percatado del lujo de cabeza creadora que desde hace años anda por estas tierras. Mejor para nosotros. (…)

A nivel escénico, la genialidad del dueto formado por Francisco López y Jesús Ruiz se volvió a disfrutar en un escenario. Luces y sombras, blancos y negros, ambiente intimista, tonalidades como protagonistas y un vestuario que reflejaba en todo momento las intenciones de sus protagonistas. Quizás el espectáculo visual se enriqueció en gran parte debido a la maravilla de creación lumínica que, como siempre, nos tiene acostumbrados, y que en este caso además consiguió llenar de sentimientos y de emociones los momentos cruciales de la producción. La esmerada ocupación de espacios, a pesar de algunas indecisiones, los movimientos en escena en segundos planos, la capacidad de mover como unidades visuales a los participantes y la enorme carga de intenciones en todas las creaciones de personajes, fueron impactantes. Todo el ambiente conseguido rezumaba un trabajo milimétrico, y en esta ocasión, aforando calles en líneas verticales cruzadas en busca de lo trascendente, con un escenario abierto y limpio en aras de lo inmaculado, y con la grandiosidad de un ciclorama que a nivel audiovisual impactaba y conseguía hacer latir en pocos metros las entrañas más divinas de lo humano.”

Sobre el espectáculo en sí mismo no puedo hablar, porque no estuve. A mí me han dicho que fue un muermo pedantorro e infumable, pero no dudo que al autor del artículo le haya gustado mucho. Pero una cosa es eso y otra muy distinta el tono ditirámbico utilizado. ¿Sabe el tal Montoya lo que es un genio de la escena? ¿Ha visto mucha ópera por ahí? ¿Ha oído hablar de Strehler, de Ponnelle, de Chéreau, de Wernicke, de Carsen o de Kupfer, por ejemplo? A Francisco López le he visto bastantes producciones en Jerez, algunas que me gustan mucho, otras que me gustan lo suficiente y otras que me gustan poco o nada. No me parece un mal director. Puede que algo rancio y previsible, eso sí, pero no malo. Ahora bien, de ahí a la genialidad, la que por ejemplo he visto recientemente en el Pelléas de Robert Wilson (enlace) o en el Gran Macabro de La Fura (enlace), me parece a mí que media un abismo.

Me hace particular gracia eso de que en La Scala no se han enterado del presunto genio del director de escena cordobés. ¿Cuántas producciones le han ofrecido a este señor por ahí fuera, en teatros más de andar por casa? Lo único que yo le conozco es su magnífico trabajo sobre El loco para el Ballet Nacional de España. Al margen de eso, su obra en los últimos lustros se limita casi en exclusiva a las producciones que ha realizado para las dos instituciones de las que ha sido rector, el Gran Teatro de Córdoba y el Teatro Vilamarta de Jerez, en las que por cierto fue contratado en la figura de gestor y no en la de director escénico; otra cosa es que una vez ocupado el cargo bien que haya procurado estar presente en todas las temporadas y, obviamente, intercambiar sus realizaciones con las de otros teatros en los que también sus gestores se invitan a sí mismos a ofrecer sus servicios como artista, desde Curro Carreres en Murcia hasta Giancarlo del Monaco en Tenerife (enlace).

Además, ¿no era el Villamarta un teatro comprometido con los jóvenes artistas? Con la cantidad de directores de escena noveles que hay en España esperando una oportunidad para ofrecer -por el precio que sea- algunas de sus propuestas, no deja de sorprender que la inmensa mayoría de sus producciones propias hayan corrido a cargo de López, quien además escoge los títulos que a él le parece sin tener en cuenta que pueden ser repetidos: es el caso de este Puccini, pero también obras como Elixir, Don Giovanni o Carmen se habían visto ya en el teatro jerezano antes de que este señor decidiera ofrecer una producción firmada por él mismo y repetirla cada cierto tiempo. El resultado es que determinados títulos han sido visto en Jerez una buena cantidad de veces desde la reapertura del teatro mientras que otros muy importantes siguen durmiendo el sueño de los justos. Buena manera de educar al público.

Lo que sí hay que reconocerle es su capacidad para despertar adhesiones incondicionales, sobre todo en el mundo de la prensa. Justo como su colega Del Monaco, curiosamente. En Jerez ya hace tiempo que los chicos de La Arcadia (enlace) empezaron a funcionar como guardia pretoriana de López y sus allegados, así como del Coro del Villamarta y de cantantes de la localidad como Ismael Jordi (otra suerte han corrido artistas como Ángel Hortas, caído en desgracia ante López y por ende en el punto de mira de  los arcadios). Desde que el anterior director del Diario de Jerez empezó a hacer giras junto a su esposa -miembro del coro- y a compartir experiencias con la dirección del teatro, todo quedó atado y bien atado. Nadie queda ya en Jerez que se atreva a levantar la voz. Todo son aplausos, aplausos y aplausos. Prietas las filas: el pensamiento crítico está desterrado. Los graves problemas presupuestarios que atraviesa el Villamarta ofrecen la excusa perfecta para considerar la disidencia como alta traición. Mientras tanto, al tiempo que algunos se autoimponen la medalla de “verdaderos amantes de la lírica”, las sesiones que ofrecen los martes en los Cines Ábaco siguen teniendo una media de asistencia de tres personas. En las últimas semanas se han visto la Carmen de Barenboim, la Adriana de Kaufmann y Gheorghiu y una Tosca por los mismos cantantes dirigida por Pappano. Mañana repiten Puritani con Flórez. ¿Qué se apuestan a que no va nadie?

viernes, 25 de noviembre de 2011

Sakamoto aburre en Barcelona

La primera vez que oí hablar de Ryuichi Sakamoto fue hacia 1987 en Radio 3, más concretamente en el programa de Ana Mª Vega Toscano “Despierta”. Por aquel entonces yo me estaba entusiasmando con la música de cine y el artista japonés se había hecho famoso con su partitura para Bienvenido Mr. Lawrence, en la que asimismo realizaba un inolvidable papel de “malo malísimo”, como recuerdo que decía la presentadora. Por las mismas fechas alcanzó enorme prestigio gracias a su óscar (compartido con David Byrne y Cong Su) por El último emperador, que José Luis Pérez de Arteaga emitió completa en “El mundo de la fonografía” y yo grabé religiosamente para escuchar una y otra vez (recurrir a la casete era el único sistema que teníamos los estudiantes para conocer la música que nos apetecía sin gastarnos toda la paga de nuestros padres). A partir de ahí le perdí la pista a Sakamoto casi por completo: una bellísima partitura para Cumbres borrascosas, otra sin particular interés para Tacones lejanos y poco más. Por eso me ha hecho ilusión verle por primera vez en directo el pasado viernes 18 de noviembre aprovechando mi viaje para El Gran Macabro. Me ha merecido la pena por ser mi primera visita a esa cueva maravillosa (y también cueva de ladrones) que es el Palau de la Música de Barcelona, pero no por el concierto en sí mismo.

Sakamoto España 2011

En realidad saqué la misma impresión que de Philips Glass cuando le escuché no hace mucho en Úbeda (enlace): si realiza música comercial/cinematográfica/melódica los resultados son espléndidos, pero cuando se pone en plan serio la pretenciosidad le hace dormir a las ovejas. Buena parte del recital -me perdí la primera pieza debido a un agotador viaje en coche de siete horas- consistió en un soporífero minimalismo a base de ostinati en violín y violonchelo salpicado por acordes suspendidos del piano, obviamente con el propio Sakamoto sentado en la banqueta. Judy Kang y el chelista brasileño Jacques Morelenbaum –veterano colaborador del japonés- realizaron un digno trabajo en sus respectivos instrumentos, pero no lograron soslayar el carácter insustancial de la propuesta. Además, la fusión entre Debussy y la sensibilidad japonesa ya la hizo antes –y mucho mejor- Totu Takemitsu. La aparición del tema de Mr. Lawrence fue acogida con aplausos con un público manifiestamente aburrido, pero la blandura de la interpretación terminó defraudando. La cosa se animó con la música escrita para Almodóvar y con 1919, una de las piezas de su desigual álbum 1996 que –estando escrito para la misma formación de cámara- sirvieron de base a este recital que dejó tristemente de lado el mejor Sakamoto para ofrecernos su vertiente más pretenciosa. Entre las propinas hubo un guiño al público catalán con El Cant dels Ocells, pero El último emperador no hizo acto de presencia. La verdad, se hubiera agradecido.

miércoles, 23 de noviembre de 2011

Gran Macabro, pero que muy grande

Solo una vez en mi vida había estado en el Gran Teatre del Liceu. Fue en 1999, para ver El caso Makropulos protagonizado por Anja Silja –ya gastada vocalmente pero artista excepcional- en la espléndida producción de Nikolaus Lehnhoff procedente de Glyndebourne. He vuelto ahora –viaje agotador, carísima entrada de butaca de patio- con la ocasión del estreno en España de Le Grand Macabre, la divertidísima y genial “anti-antiópera” (sic) de György Ligeti, en la aplaudida propuesta de Alex Ollé, Valentina Carrasco y los chicos de La Fura dels Baus. Me ha merecido la pena: independientemente del carácter excepcional del acontecimiento y las escasas posibilidades de volverla a escuchar en directo en esta España afectada por un brutal giro conservador, los resultados de la interpretación me han parecido notables en lo musical y sensacionales en lo escénico. Vamos por partes.

Pese a no contar precisamente con una orquesta de primera fila, me pareció muy digno el trabajo de foso realizado por el todavía titular del Liceu, Michael Boder, sobre todo por su buen hacer a la hora de concertar –la partitura es de extrema dificultad- y por poseer ese desarrollado sentido de las texturas que demanda la música de Ligeti. El problema son las comparaciones, tanto con el portentoso análisis tímbrico, rítmico y armónico de Esa-Pekka Salonen en su grabación discográfica realizada para Sony en 1998 como –sobre todo- con el despliegue de fuerza, tensión sonora y desgarro expresionista ofrecido por el veterano Zoltán Peskó en la Ópera de Roma en 2009, precisamente con la misma producción de la Fura, que ustedes pueden escuchar en trasmisión radiofónica disponible en Internet (enlace).

Vocalmente la obra es imposible, porque como buena ópera expresionista (pensemos en Elektra o Lulu) se exigen tesituras extremas e intervalos desmesurados para llevar al límite las tensiones sonoras y emocionales. Que las voces tímbricamente sean atractivas es aquí lo de menos. Por eso mismo sobresalió el Piet inmenso de un Chris Merrit todo lo “acabado” que se quiera para el repertorio belcantista que le hizo famoso, pero perfecto dominador de una técnica que le permite proyectar su voz de manera admirable, hacer alardes de fiato y desenvolverse en la franja aguda; por si fuera poco se descubrió como un actor soberbio, sin pudor alguno además para caricaturizarse o hacer alarde de su grasa abdominal.

Bastante menos bien estuvo Werner Van Mechelen en el rol titular: en el registro grave se quedó muy corto, como también en personalidad. Floja, vocalmente inadecuada y con escasa proyección al menos hacia el patio de butacas, Ning Liang como la detestable Mescalina. Eché de menos a la estupenda Jard van Nes de la citada grabación de Salonen. En ésta ya estaba presente Frode Olsen, quien en el Liceu se ha vuelto a desenvolver con gran dignidad como Astradamors. Fantástico, como no podía ser menos, el Go-Go de Brian Asawa. Los demás realizaron un muy solvente trabajo, pero quien puso la guinda fue una sensacional Barbara Hannigan en el doble rol de Venus y Gepopo. Si tienen tiempo vean el siguiente vídeo donde la soprano canadiense se dirige a sí misma (!) en sus increíblemente diabólicas arias de coloratura haciendo gala de portentosa agilidad vocal y singularísima presencia escénica.

En cuanto a la Fura, debo advertir que no siempre me convence lo que hacen en el campo operístico: me gustaron mucho Anillo y Mahagonny, y también me interesaron La condenación de Fausto y El martirio de San Sebastián, pero sus Troyanos los considero flojos y su Flauta Mágica absolutamente deleznable. Este Ligeti me ha parecido, con diferencia, su mejor trabajo. Más aún: la tengo por una de las mejores producciones que he visto en mi vida de cualquier título operístico. Y no crean que su fuerza se basa fundamentalmente en la gigantesca muñeca diseñada por Alfons Flores que gira, se abre y recibe proyecciones. Ni tampoco en la recurrencia a determinadas señas de identidad fureras, como la presencia de personajes colgando del techo (¿podía imaginar Chris Merrit que un día iba a cantar balanceándose a muchos metros del suelo?) o un claro gusto por lo escatológico. Ni siquiera en las morcillas de Madonna y Michael Jackson. No: además todo eso y más, hay detrás un maravilloso trabajo lleno de inventiva que toma a Ligeti no como excusa sino como base, y que se sirve de la tecnología para ayudar a la acción y no para epatar al personal.

Una lectura atenta de las acotaciones escénicas y de las diversas declaraciones del compositor nos permiten además comprobar que Alex Ollé y Valentina Carrasco no se han tomado ninguna libertad gratuita, sino que han realizado sus aportaciones muy atentos a las intenciones originales del compositor y sin traicionar en modo alguno su espíritu. No conformes con eso, han sido además capaces de materializar algunos de los imposibles pedidos por el libreto, como la aparición de personajes flotando en el espacio o la disminución progresiva de tamaño de Nekrotzar al final de la función. Y todo ello, atención, ofreciendo una soberbia dirección de actores –cosa que no siempre ocurre en los trabajos fureros- en la que todos y cada uno de los cantantes realizan un trabajo irreprochable, sobresaliendo en este sentido –ya lo dijimos arriba- un impagable Chris Merrit.

¿El respetable? Estuve la noche del estreno, la del sábado 26. Se combinaba el público burgués de la tercera edad con gente que sabía a lo que venía y alternatas varios. Algunos abonados habían dejado butacas vacías no haciendo acto de presencia, pero no percibí deserciones en el entreacto. Hubo risas cuando los personajes salían de una vagina gigante, momento en el que en la Ópera de Roma –en el audio antes referido- se escuchan gritos de escándalo. No pocos salieron corriendo en Barcelona nada más terminar la función. Se aplaudió con especial entusiasmo a Barbara Hannigan y Chris Merrit, pero fueron los de La Fura los recibidos con mayor calor, pese a que una persona aislada, en el lateral izquierdo, los abucheó con saña. Para mí, una función memorable. Ah, excelente el libreto editado por el Liceu, pese a que el texto original se ofrecía en alemán y no en inglés, que es la lengua en que se ha visto esta producción.

lunes, 21 de noviembre de 2011

Boris en Valencia: la vigencia de un libreto

Quiso la casualidad (volvía de un viaje a Barcelona: ya les hablaré del Gran Macabro) que asistiera al Boris Godunov que anda presentando el Palau de Les Arts la noche de ayer 20-N, es decir, la de las elecciones generales españolas. Viendo la entronización del protagonista, creyéndose su propio discurso lleno de hipocresía y bien respaldado por su corte de aduladores, no pude menos que pensar en el José Luis Rodríguez Zapatero de hace ocho años, el de “os prometo que no cambiaré”. Al final de la obra -se ofreció la versión original de 1869 con el añadido de la escena del bosque de Kromy- el pueblo, con la esperanza de conseguir un cambio a mejor y guiado por los charlatanes de turno -Varlaam y Misaíl-, aclamaba como nuevo zar al falso Dimitri, un personaje embustero y mediocre que ha llegado hasta ahí porque convergen en torno a él los intereses de los poderes fácticos. Y entonces pensé en Mariano Rajoy y en el baño de multitudes que previsiblemente se iba a dar -y de hecho se dio- una hora después en el balcón de la calle Génova. Y qué decirles del manipulador Shúyski, auténtico gobernante en la sombra poniendo y derribando zares en función de su conveniencia… Dejando a un lado la excelsitud de la partitura, el libreto de Boris sigue por completo vigente.

Boris Konchalovski

Pero a lo que vamos: fue una muy buena función de la obra maestra de Modest Mussorgsky. Quedó lejos del milagro conseguido por el Liceu de Barcelona en 2004 (enlace), pero el nivel medio fue alto, homogéneo y muy difícil de superar globalmente, entre otras cosas por la contrastada calidad de las fuerzas estables de Les Arts: la orquesta rindió a su nivel habitual, mientras que el coro, pese a mostrarse algo chillón durante el prólogo, realizó un trabajo digno de la mayor admiración (comparen ustedes con cualquier registro en CD o DVD y saquen sus conclusiones, por favor).

Canceló Omer Meir Wellber la función de ayer y tuvo que sustituirle a última hora su asistente Carlo Goldstein. Hubo desencuentros entre foso y escena, pero no se le debe reprochar nada: bastante mérito es ya lidiar con una partitura así sin previo aviso. Como concepto tampoco debemos decir mucho, porque no sabemos qué se debía al titular y qué a su reemplazante; puedo añadir, en todo caso, que la orquesta sonó poderosa pero excesiva, que se desplegó una buena dosis de energía y que el fraseo adoleció de exceso de nervio. Insisto de todas formas en que bajo estas circunstancias solo caben elogios hacia la batuta. La orquesta así lo supo ver agradeciendo su labor durante los aplausos.

Me gustó mucho Orlín Anastassov: aun siendo evidente que su voz -espléndida- no es la más adecuada para el rol titular y que su juventud le impide de momento llegar a la madurez de los realmente grandes, el bajo búlgaro ofreció una recreación de línea hermosísima y una enorme sinceridad expresiva. En la escena de la coronación anduvo algo cortito. En el final, espléndido.

Nivel medio notable en el resto, siendo de muy destacar la Xenia de Ilona Mataradze. Sin llegar a su enorme altura, fueron muy buenos el Pimen de Alexánder Morozov, el Grigori/falso Dimitri de Nikolai Schukoff, el Varlaam -impresionante voz- de Vladímir Matorin y el demente de Andréi Zorin. Más que digno el niño Iván Khudyakov como Fiódor y muy correcto Arnold Bezuyen como Shúyski, este último sustituyendo en las dos últimas funciones a otro tenor que estuvo horroroso según las siempre fiables crónicas de Maac y Atticus. En la que a mí me tocó, por fortuna, el recambio logró un admirable equilibrio vocal y redondeó un elenco que -insisto- no es fácil de superar.

Correcta, digna, sensata y muy honesta, dentro de una línea naturalista, la propuesta escénica del cineasta Andréi Konchalovski, aunque solo eso. Algunas buenas ideas (el maquillaje que evidenciaba las torturas infringidas a Pimen, el maltrato hacia Fiódor por parte de Shúyski y los boyardos) no terminaban de disimular lo convencional de los movimientos de masas y una concepción global que rozaba lo rancio. Me gustó el vestuario de Carla Teti, sobre todo por mantenerse alejada de la peligrosa tentación de lo hortera, decepcionándome sin embargo la iluminación realizada por Vinizio Cheli y el propio Konchalovski. Sobria a más no poder –y sorteando el ridículo que implicaría emular fastos imperiales con escaso presupuesto- la escenografía de Graziano Gregori. Por si a alguien le interesa, la producción está editada en DVD bajo la dirección de Gianandrea Nosea y con un elenco parecido. A ella corresponde el clip de Youtube que he incluido.

Muy en resumen, un optimista inicio de temporada para Les Arts. Aunque yo me quedé con las palabras del loco, a mi entender de rabiosa actualidad:

“¡Brotad, brotad, lágrimas amargas!
¡Llora, llora, alma creyente!
Pronto vendrá el enemigo
y la oscuridad caerá.
Negra oscuridad,
tinieblas insondables.
¡Ay, ay de Rusia!
¡Llora, pueblo ruso, pueblo hambriento!”

La Bella Susona: el Maestranza estrena su primera ópera

El Teatro de la Maestranza ha dado dos pasos decisivos a lo largo de su historia lírica –que se remonta a 1991, cuando se hicieron Rigoletto...