lunes, 19 de diciembre de 2011

Decepcionante Mesías por Bonizzoni en Valencia

Si me quedé en Valencia la tarde de ayer domingo 18 de diciembre para escuchar El Mesías en el Palau de la Música fue fundamentalmente por el atractivo que tenía escuchar al Coro Tenebrae, a mi entender el más impresionante de cuantos se han acercado a esta emblemática partitura. Me refiero, obviamente, a la versión con Sir Colin Davis y la Sinfónica de Londres en LSO Live (enlace), para muchos anatema total -allá ellos- pero para mí la más recomendable de la amplia discografía de la obra (enlace), al menos entre las realizadas con óptica no historicista. ¿Mereció la pena? Por parte del coro creo que sí: aun sin llegar al nivel excelso de la grabación referida, los chicos de Nigel Short -que venían en formación reducida, adecuándose a las características de la orquesta- realizaron una labor espléndida desde el punto de vista técnico, particularmente en lo que a afinación y pureza sonora se refiere. Por desgracia el resto de los intérpretes ofrecieron un nivel irregular.

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Me decepcionó de manera considerable la dirección de Fabio Bonizzoni, sobre todo en la primera mitad de la velada (dividida en dos partes tras el coro “All we like sheep”, no en tres). Desde luego el rigor estilístico, siempre dentro del historicismo, fue inobjetable, como también lo fue el buen gusto. El fraseo resultó fluido, natural, en absoluto frívolo o pimpante, pero la desgana, la escasez de matices y la indiferencia expresiva terminaron haciendo mella. Solo en la segunda parte la cosa se fue animando, apareciendo por fin la tensión interna y consiguiendo levantar el edificio hasta culminar en una fuga final espléndida. Eso sí, no se puede aplicar aquello de “sensualidad latina” ni nada que se le parezca: pese a la procedencia de los intérpretes, la interpretación fue más bien británica, para lo bueno y para lo menos bueno. Notable labor técnica la de la orquesta La Risonanza -hubo algunos resbalones sin importancia-, y espléndido el clave del propio Bonizzoni.

Nada del otro jueves los solistas. Quien más me interesó fue Sophie Karthäuser, una voz con cierto peso -canta Paminas, nada que ver con Kirkby y compañía- manejada con excelente línea canora, si bien un poco más de expresividad no le hubiera venido nada mal. Cantó irreprochablemente el contratenor Christophe Dumaux, aunque a mí su timbre no me termina de agradar. Sí que tenía una voz preciosa el tenor Ed Lyon, pero su técnica parece muy mejorable, y junto a momentos espléndidos los hubo que dejaron que desear. Thomas Bauer, cortito por abajo y con serios problemas en las agilidades, estuvo discreto. El público, que abarrotó la sala pero desertó parcialmente tras el “Aleluya” (¿la gente no sabe que hay más música detrás?), reservó su entusiasmo final para los miembros del coro. Con toda la razón.

2 comentarios:

Arión dijo...

En resumen, un delicioso Mesías, cantado por un maravilloso coro (el mejor, sin duda) una orquesta finísima (difícil hacerlo mejor con instrumentos originales tan precarios) y unos solistas correctos. Botella medio llena.
Lo que es decepcionante es el constante aumento de obtusos mentales que pueblan los conciertos de ese auditorio, que ya por costumbre en cuanto comienza la segunda parte molestan con su poca educación bien a la vista de todos.

bruckner13 dijo...

La gente no es más tonta porque no se entrena. Precisamente después del Aleluya viene lo mejor del oratorio, en mi opinión. xD

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