sábado, 20 de junio de 2020

Sobre López Cobos, Moral y Granada

"Corre, pon La 2, López Cobos está destrozando la Segunda de Beethoven", le escribí por WhatsApp hace algunos sábados a un conocido y veterano crítico musical. "He visto un poco y he salido huyendo", me replicó. Hoy le he vuelto a escribir". En La 2, López Cobos sin piedad contra la Pastoral", a lo que me ha contestado: "atroz, es una de las cosas más triviales, atroces y ridículas que he escuchado en mucho tiempo".


Corresponden estas grabaciones, cuyo pase me parece por completo pertinente en este Año Beethoven, a la integral de sinfonías del sordo de Bonn que ofreció el maestro zamorano en un solo día, el 22 de junio de 2013, en el Auditorio Nacional de Madrid al frente de varias orquestas. Toda una proeza física y psicológica, eso parece incuestionable. Pero a tenor de lo escuchado, aquello fue un aquelarre. Miren ustedes, el difunto Jesús López Cobos me merece mucho respeto por su enorme profesionalidad, por su gran capacidad de trabajo y por su –al parecer– exquisitos modales con los músicos. Pero no me lo merece como artista, porque creo que no lo fue. Gran director puede, gran artista no. Le escuché mucho en directo, sobre todo en el Teatro Real. Y salvando unos muy buenos Diálogos de Carmelitas y una magnífica Salomé, todo me pareció aceptable sin más, cuando no aburrido o incluso mediocre. Lejos, muy lejos de lo que debería habérsele exigido por la enorme fortuna que cobró del erario público.

Viene todo esto a cuento porque uno de sus principales apoyos en el teatro madrileño –presuntamente había entrado por recomendación de Gonzalo Alonso, según reivindica este incalificable personaje– fue Antonio Moral, quien estuvo al frente del Real entre 2005 y 2010. Cuando ambos salieron para dar paso a etapa Mortier –muy irregular, pero mejorando de manera muy sustancial la calidad de los cuerpos estables– el referido gestor quiso reivindicar al de Toro desde el CNDM que pasó a presidir con, ente otras cosas, este maratón que ahora se releva en toda su mediocridad artística. Y es en estos días cuando estoy leyendo grandes elogios al señor Moral por la programación que, en medio de las terribles dificultades que todos conocemos y partiendo de algunos compromisos por ese Pablo Heras-Casado que ya no es más que un triste recuerdo, ha preparado para el Festival de Granada.


No me voy a privar de dar mi opinión. El señor Moral es un magnífico gestor, pero con unos gustos sobre interpretación musical que me parecen difíciles de compartir. Su reciente crítica de la Séptima de Beethoven de Petrenko lo deja bien clarito. Creo que hizo una muy pobre labor en el Teatro Real, tanto por su defensa a capa y espada del maestro zamorano como por su desconocimiento de quiénes eran las batutas que podían arreglar las cosas en el foso: Mortier sí que lo conseguiría. Luego Moral realizó una tarea formidable en el CDNM, aunque de nuevo pinchando cada vez que de directores de orquesta se trataba.

Y en cuanto a la programación de Granada, qué quienes que les diga... No sé qué interés pueden tener el Mozart de Andrea Marcon o Josep Pons (¡uf!), ni menos aún el Beethoven de Hengelbrock. Luego sí que hay cosas extraordinarias en la música de cámara y en los recitales, sobresaliendo –para mi gusto– los nombres de Sokolov, de Chamayou –en el repertorio que va a hacer, no sé en otros– y muy por encima de todos, de Daniel Barenboim: ya dije que sus Diabelli del pasado abril me parecen una de las más inconmensurables interpretaciones pianísticas jamás escuchadas de cualquier repertorio para el instrumento. Aunque claro, no deja de resultar paradójico que Moral fuera el fundador de Scherzo, una revista que se ha llevado décadas haciendo el ridículo con un constante ninguneo, sobre todo por parte de Enrique Pérez Adrián y de Arturo Reverter, de todo lo que ha hecho el maestro de Buenos Aires.

Que sí, que la programación está francamente bien para haber sido confeccionada bajo las durísimas condiciones en las que se ha hecho. Pero vale ya de elogios desmedidos a un Antonio Moral que sigue teniendo el mismo gusto musical de siempre. Tal vez ciertos periodistas "comprometidos" que le han dedicado muchísimo espacio en sus medios anden buscando entradas gratis; o agradecerle las muchas notas al programa que Moral les ha encargado durante años desde el CNDM; o tal vez apoyar que haya contratado a una buena cantidad de amigos suyos de la cuerda de tripa, de esos de la ciudad de la Giralda... Aunque tal vez todo sea pura coincidencia.


PD. Yo ya tengo mis entradas para Barenboim, Chamayou y el último concierto de Zimerman. Y pienso escribir lo que me dé la gana, porque nada le debo a nadie.

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