domingo, 23 de febrero de 2025

La rueca de oro, de Dvorák: discografía comparada

La rueca de oro fue, según informa la Wikipedia, el tercero de los cinco poemas sinfónicos de Antonin Dvorák, conociendo su estreno en Londres en 1896. Tres años después de la Sinfonía del Nuevo Mundo, y tan solo unos meses más tarde de su genial Concierto para violonchelo, habría que puntualizar: estamos ante el periodo tardío del compositor, que quizá sea el más interesante. La belleza de esta página habla por sí misma.

A diferencia de lo que ocurre con los poemas sinfónicos de un Liszt o un Tchaikovsky, La rueca de oro se articula ante un programa narrativo lineal que es necesario conocer para apreciar la música: no es tanto evocación como narración pura y dura. Por eso mismo les recomiendo que lean el análisis detallado de dicho programa en esta fuente. Yo me limito a enumerar las cuatro secuencias más o menos clara del desarrollo:

1) La doncella hilando. Llegada del rey y enamoramiento. El rey se aleja.

2) Secuencia del bosque. Asesinato y mutilación. De ahí se pasa sin solución de continuidad a la escena de la boda real y al mago descubriendo el cadáver de la joven.

3) El paje se presenta en el castillo. Escena de la rueca propiamente dicha, en tres secuencias repetidas que Josef Suk decidió sintetizar en su propia versión abreviada de la partitura.

4) Retorno del rey. La rueca cuenta el crimen. Castigo de las villanas, resurrección de Dora y final feliz.

No son muchas las grabaciones que existen de la obra. Confío en que la selección realizada les ofrezca una orientación de por dónde pueden ir los tiros interpretativos. Luego, que cada cual escoja según sus gustos.


1. Kertész/Sinfónica de Londres (Decca, 1970). La aportación del ciclo Dvorák del malogrado maestro israelí consistió en asumir plenamente la sana rusticidad, la aspereza bien entendida y el sabor folclórico de este repertorio sin por ello renunciar a la limpieza y redondez de la ejecución, y haciéndolo además con un desarrollado sentido dramático que pone de relieve la vertiente más amarga de la música del autor. Así las cosa, consigue una recreación particularmente sombría de este poema sinfónico, no poco incisiva y sarcástica en el motivo asociado a las bruja-madrastra y con un gran sentido de lo ominoso en la escena del bosque. En contrapartida, la poesía amorosa, la sensualidad y la ternura que también se encuentran en las notas quedan un tanto relegadas. Francamente buena la toma, sobre todo desde el reprocesado en alta resolución. (8)

2. Kubelik/Sinfónica de la Radio de Baviera (DG, 1974). El ciclo de Kubelik aportó en su momento una mirada muy distinta a la de Kertész: si aquella era áspera y dramática, esta resultaba vitalista, luminosa, muy animada y de una apreciable efusividad. En realidad, una sanísima mezcla de naturalidad, fluidez en el discurso y frescura fueron siempre las armas del maestro checo, y eso queda bien puesto de relieve en esta recreación que alcanza el punto justo de equilibrio entre todos los componentes de la música, aunque sin profundizar en ninguno de ellos. En este sentido se queda un poco corta, como también lo hace una orquesta de menos calidad y menos bien trabajada que la London Symphony bajo la batuta de Kertész. (8)

 

 

3. Neumann/Filarmónica Checa (Supraphon, 1977). Aunque pueda parecer un tópico, esta es una interpretación altamente idiomática que rezuma ese sabor rústico y popular que se echa de menos en versiones más –digámoslo así– occidentalizadas. El problema es que el maestro va con un poquito de prisa y trabaja sin especial refinamiento a una orquesta que ya empieza estar en buena forma –en los sesenta era un horror–, no logrando sacar a la luz la poesía, la sensualidad y la magia feérica que también se encuentran en los pentagramas. La toma es buena. (7)

 

 

4. Belohlávek/Filarmónica Checa (Chandos, 1991). Otra lectura “con denominación de origen”, en la misma línea que la de Neumann pero esta vez con un maestro que trabaja más los matices y, por ende, obtiene una mayor plasticidad de la orquesta, al tiempo que atiende de manera más satisfactoria a la vertiente lírica de la obra. Sería muy recomendable su no fuera por la toma de sonido, muy por debajo de lo que es habitual en Chandos. (9)

 

5. Mackerras/Filarmónica Checa (Supraphon, 2001). Esta es la lectura en la que la formación checa está mejor, y también aquella en la que se encuentra grabada de manera más satisfactoria –sin ser la toma ninguna maravilla–. Sir Charles se mueve como pez en el agua en el estilo y demuestra enorme convicción en una lectura que sabe equilibrar los componentes de la partitura, pero tampoco parece que se implique todo lo que en ese gran maestro se podía esperar: a los momentos más negros de la página les falta incisividad, mientras que en la crucial secuencia de amor final se echa de menos la magia que demanda. (8)

 

 

6. Harnoncourt/Orquesta del Concertgebouw (Teldec, 2001). Nunca hasta ese momento esta página había sido tocada por una formación de tan superlativa calidad como la de Ámsterdam, ni tan bien recogida por los micrófonos. Tampoco había recibido una dirección tan personal y creativa como esta de un Harnoncourt que se aleja tanto de la tradición checa como del mundo historicista –ni un solo resabio “históricamente informado”– para hacer lo que más le gusta: frasear con incisividad, realizar descargas de electricidad, acentuar contrastes, ofrecer unos cuantos rebuscamientos marca de la casa y, sobre todo, adoptar una óptica eminentemente teatral, hasta el punto de que esta es la interpretación más claramente narrativa que se haya escuchado. Las desigualdades están servidas, claro está. El cabalgar del rey suena excesivamente cuadriculado, machacón incluso, mientras que el retrato de la doncella resulta en exceso frágil. Todo lo contrario el de la madrastra, tratada con especial sarcasmo; la secuencia del bosque y de la mutilación del cadáver se encuentra dicha con especial mala leche, y quizá sea lo mejor de una lectura que desde ahí hasta el final alterna aciertos y decisiones discutibles a partes iguales. (8)

 

 

7. Rattle/Filarmónica de Berlín (EMI, 2004). Habrá quien eche de menos un enfoque más escarpado, o al menos más rústico, pero nadie puede discutir que Sir Simon alcanza aquí un punto de efusividad, sensualidad, sentido melódico y magia feérica como ningún otro director ha logrado ofrecer en esta página. ¿El secreto? Sencillamente la inspiración, aunque ella por sí misma no es nada sin una técnica de batuta de primerísimo orden para convertir esta en sonidos. Y en este sentido tampoco nadie alcanza al británico: la plasticidad con que hace sonar a la orquesta –cuyos primeros atriles son de quitarse el sombrero– es producto de un estudiadísimo trabajo de planos sonoros, de juegos agógicos y, muy especialmente, de la gradación de dinámicas. La depuración sonora es extrema, como también la elegancia en el fraseo, pero no hay espacio para el narcisismo. La toma, no particularmente limpia, ofrece una apreciable calidez y resulta muy confortable en alta definición, subrayando al mismo tiempo la tímbrica digamos protoimpresionista por la que apuesta el maestro. (10)

 

8. Rattle/Filarmónica de Berlín (Digital Concert Hall, 2011). Sir Simon repite su soberbia recreación, sensualísima y llena de cantabilidad pero no por ello exenta de garra dramática en la secuencia del asesinato ni de carnoso júbilo en el final. Esta vez lo hace, eso sí, en la versión recortada por Suk. (10)

 

 

9. Hrusa. Filarmónica de Berlín (Digital Concert Hall, 2018). La orquesta es la misma de Rattle, pero mientras el británico parecía mirar a Mi madre la oca ofreciendo una visión particularmente ferérica, el moravo –como es lógico– se decanta por un sabor más local en el que las sonoridades son más ásperas, los ataques más incisivos, la expresión más sombría. También más vigorosa. Digamos que uno pinta con colores pastel y el otro lo hace al aguafuerte, lo que también significa que los contrastes se encuentran más marcados, se pierde morbidez y hay menor gama de matices. Obtiene un enorme rendimiento de los Berliner, en cualquier caso, y los primeros atriles vuelven a dejar el listón altísimo. Imagen 4K y sonido Atmos. (9)

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