En 1969 un joven Zubin Mehta realizó su primer registro de la Sinfonía Doméstica de Richard Strauss. Lo hizo poniéndose al frente de la Filarmónica de Los Ángeles y con el apoyo de la espléndida tecnología del sello Decca, y le salió francamente bien: interpretación decidida, directa e intensa, aunque todavía un tanto alicorta en sensualidad y vuelo poético. En 1985 y ya para CBS hizo con la Filarmónica de Berlín la versión que parecía –solo parecía– ser de referencia: la comenté en este mismo blog hace algunos años. Más tarde, en fecha indeterminada, dejó un testimonio con la Filarmónica de Londres que no he podido escuchar. Y en 2009 volvió a contar con la complicidad de los Berliner Philharmoniker para dejar claro que aquella primera ocasión solo había sido un paso intermedio en la reivindicación de este poema sinfónico que, reconozcámoslo, tampoco es el mejor de los de su autor. También aquí hablé de ella: se llevaba "el diez" y la anterior se quedaba con "el nueve y medio", por decirlo de alguna manera.
Pues bien, tras la entusiasta recomendación de un amigo he comprado el último de los registros del maestro de Bombay, grabación de 2021 editada por la propia Filarmónica de Múnich. Y hay que volver a ajustar las calificaciones o, por lo menos, conceder una matrícula de honor. Las cosas han mejorado, sí, pero no exactamente siguiendo la misma línea interpretativa, sino enriqueciéndola. Fíjense bien, si en su filmación berlinesa el maestro alcanzaba los 44’19’’, en esta doce años posterior se dilata hasta nada menos que los 49’12’’, un verdadero récord. El pleno dominio del idioma straussiano sigue ahí, la riqueza del color continúa deslumbrando, la mezcla de músculo sonoro, opulencia bien entendida, carácter narrativo, sentido del humor y brillantez permanece como antes, pero ahora las melodías están todavía más paladeadas, la sensualidad es mayor, el carácter íntimo y amoroso de esta música se hace más presente, la poesía vuela todavía más alto…
Así las cosas, si la versión para CBS del maestro era la "masculina" por excelencia y la de Maazel de Viena podría considerarse como "femenina", ahora finalmente Mehta ha conseguido la perfecta fusión entre Él y Ella, entre lo viril y la femineidad. Incluso se podría decir que el niño –aquí tratado de manera menos “gamberra”, con mayor ternura– alcanza la misma relevancia que la pareja. De esta manera, Don Zubin firma uno de los discos más importantes de su carrera, quizá el más grande junto con uno que no es propiamente sinfónico: la Turandot con Sutherland, Pavarotti y Caballé. La toma en vivo de la Doméstica es espléndida. ¡Ni se les ocurra perdérsela!
2 comentarios:
Fernando, a mí la obra me resulta un tanto pesadota. Nunca le he cogido el punto, ni con la versión de Maazel. A la Sinfonía Alpina se le coge cariño rápidamente, pero a la Sinfonía Doméstica... no es tan fácil. Y eso que para Strauss debía ser un tema querido, pues insistía en él en sus óperas conversacionales, por ejemplo. Hacer música tomando como inspiración la vida íntima de una familia, mirarse a sí mismo para sacar música a partir de lo aparentemente intrascendente, en una época en la que, en efecto, la psicología empezaba a desarrollarse, y la fotografía de reportaje, y mil cosas más. En 1903 el mundo aún no había empezado a torcerse para los burgueses como Strauss, que podían dedicar tiempo a los placeres refinados y al hogar (el mundo exterior parecía en calma). La premisa es seductora pero no me hacía con la obra. ¿Crees que esta versión la eleva? ¿Se descubren cosas que pasaban desapercibidas? ¿Saca Mehta más de los pentagramas?
A mí la obra me gusta bastante, pero es verdad que me parece muy inferior a sus más grandes poemas sinfónicos. En cuanto a esta versión, se merienda a todas las demás y saca oro de la partitura. Saludos desde Sicilia.
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