sábado, 11 de diciembre de 2021

La libertad de Ayuso, la libertad de la Iglesia y la conspiración judeo-masónica

Ayer me decía un amigo que la tercera dosis no es más que parte de la agenda de Soros para el 2030. Ya saben, el nuevo orden mundial: destruir la civilización cristiana, acabar con el matrimonio natural, extender la ideología de género y todo eso. Que detrás de todo ello están Satanás, la masonería y el comunismo. Y que no piensa vacunarse.

Durante años he aguantado su ideología nacionalcatólica por cariño. Pero estando enfermo y muy dolorido por el maldito bicho decir esto me ha parecido una falta de consideración hacia mí. No, no puedo escuchar estas cosas en medio de la enfermedad; particularmente que afirme que la tercera dosis es un fraude, cuando esta ha salvado la vida de mi querida madre. Así que he decidido cortar la amistad. Y le he recordado que cuando lleguen los suyos al poder y le den a él, muy bien situado en los círculos intelectuales de mi localidad, el mismo cargo que le dieron en su momento a su queridísimo José María Pemán –depurar al profesorado por su ideología–, no se olvide de ponerme el primero en la lista, cosa que hará con agrado: muchas veces él, indisimulado y rendido admirador de Francisco Franco, me ha dicho que adoctrino a los alumnos.


No crean que el asunto es broma. Hay mucha, muchísima gente a la que le gustaría verme perder el empleo. El crítico Pablo J. Vayón sin duda sería uno de ellos: sus diatribas conmigo hace años en este blog dejan bien clara su ideología extrema, auténtica posverdad de Trump-Ayuso, así como su profunda aversión hacia mi persona y mi pensamiento. Otro sería el lector Nemo, que me dijo literalmente algo así como que yo no debería impartir clases para no manipular a los niños.

Voy a hablarles claro. El actual gobierno de España me gusta regular. Detesto profundamente el comunismo, estoy en contra de los separatismos nacionalista y me repugna Bildu. Pero ahora mismo España, pese a todo, es un país democrático y con libertad. Auténtica libertad. Lo que he leído a Vayón de que nos gobierna la extrema izquierda populista es una mentira tan risible como lo son sus críticas musicales "históricamente informadas" en Diario de Sevilla.

En cuanto a lo de la inexistencia de libertad religiosa en España, es otro embuste mucho más inmenso aún: ¿de verdad alguien se cree eso en un país en el que se celebran oficialmente todas las grandes fiestas católicas, donde cientos de miles de niños reciben catequesis en las escuelas públicas (encubierta como religión, pero es catequesis) con profesores contratados a dedo por la Iglesia pagados por el estado, y en el que esa misma iglesia recibe anualmente una subvención millonaria?

En lo que se refiere a las medidas coercitivas por parte de las autoridades en esta crisis sanitaria, no son sino las imprescindibles para que la gente no haga más barbaridades que ponen gravemente en riesgo la salud de los demás. La "libertad" de Díaz Ayuso y del resto de la ultraderecha es justo lo contrario de lo que en teoría expresa la palabra. Porque lo que reivindican es la desinhibición del estado para que impere la ley del más fuerte. A nadie se le ocurriría decir que multar a un coche que va a doscientos por hora, mientas no le haga daño a ninguna persona, es ir en contra de la libertad, ¿verdad? Pues ahora resulta que obligar a vacunarse siendo sanitario, a llevar pasaporte covid, a cerrar las discotecas a partir de cierta hora o a llevar mascarillas en interiores es coartar esa sacrosanta libertad. Que cada uno se las apañe como pueda. Total, los viejos ya han vivido bastante… En el fondo es puro neoliberalismo aplicado no solo a la economía, sino también a la vida y la muerte.


Al mismo tiempo, ¿en qué coarta la libertad religiosa el que se permita casarse a las personas del mismo sexo, o el que se facilite a esas poquísimas personas que han nacido en un cuerpo que no es el suyo realizar el ajuste necesario? Son medidas en aras de que puedan conseguir cierta felicidad seres humanos que, precisamente, serían del todo infelices si quienes ustedes ya saben consiguieran esa "libertad religiosa" que no consiste sino en imponer su doctrina ultracatólica al resto de la población. De nuevo mucha, muchísima caradura llamar libertad a lo que es justo lo contrario, y que encima lo hagan los nostálgicos del régimen que durante largas décadas asfixió a los españoles bajo una única moral, una única manera de pensar y un único poder. Que por cierto fueron dos: ejército e Iglesia. Esa misma que por un lado se hace la ofendidita mientras que por el otro pone el cazo para seguir cobrando.

Ah, bueno, sobre los que niegan (¡literalmente!) que en España se maltrata fisicamente a las mujeres, más les valdría estar en la cárcel. Son muchas las almas inocentes que han muerto por eso que –con toda justicia– se llama violencia machista como para que algunos neonazis de mierda sigan escribiendo en las redes cosas semejantes.

No he hubiera molestado en escribir todo esto si no fuera porque no se trata de circunstancias que afectan solo a España. Miren lo que está pasando en el resto de Europa. Miren Hungría y miren Polonia. Pero también miren a la basura de antivacunas de Austria e incluso de Alemania, país al que pese a seguir luciendo una democracia en buena medida modélica, los presuntamente atrasados portugueses y españoles le podemos dar mil lecciones en lo que a la gestión de las vacunas y a la responsabilidad de los habitantes en el día a día de la pandemia se refiere.

Vivimos malos tiempos y vendrán mucho peores. Sinceramente, no sé si lo mejor sería que el bicho se me llevara para no tener que verlos.

PS. Geniales, como siempre, los de la revista Mongolia. ¡Suscríbanse!

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