viernes, 28 de agosto de 2020

Cuando Abbado llegó a Lucerna: Wagner y Debussy

El 14 de agosto de 2003 se presentaba ante el público la nueva –seguramente ustedes ya saben que hubo una anterior– Orquesta del Festival de Lucerna, en realidad un buen puñado de músicos de la Joven Orquesta Gustav Mahler al que se añadían unos invitados de increíble lujo: el Cuarteto Hagen, Natalia Gutman, Emmanuel Pahud, Sabine Meyer, etc. Todos ellos deseando trabajar con un Claudio Abbado que, con el cáncer deteriorando su organismo, se disponía a emprender la última etapa de su carrera en compañía de los mejores amigos. Programa interesantísimo: los Adioses de Wotan con Bryn Terfel, suite de El martirio de San Sebastián y La mer. Euroarts editó las obras den Debussy en DVD, pero la de Wagner quedó fuera. Ahora he podido volver a ver el concierto completo gracias a la plataforma Medici TV, y además con calidad de imagen de Blu-ray, muy superior a la de la edición comercial. Desdichadamente, la toma sonora pierde: si el DVD, reproducido en multicanal, ofrecía un sonido asombroso, verdaderamente de referencia, la filmación disponible en Medici suena en un estéreo bastante convencional. He realizado la comparación: se pierde muchísimo.


Ahora bien, esta es la única opción para ver y escuchar el referido final de La walkyria. Y merece la pena, aunque sea para ver cómo tocó a fondo el maestro: muy triste ver a Abbado tan despistado, tan completamente fuera de estilo, y al mismo tiempo tan pretencioso. La claridad es asombrosa, la riqueza de colores infinita, pero esto no solo no suena a Wagner y carece tanto de la densidad sonora y expresiva como de la fuerza trágica que la música demanda, sino que adolece de esas sonoridades ingrávidas y relamidas que tanto le gustaban al milanés en sus presuntos años de gloria. Bryn Terfel, vocalmente espléndio, le pone muchas ganas a su interpretación, pero se le escapan muchos pliegues psicológicos de la conmovedora escena.


Sensacional, por el contrario, la extensa suite –con coro y solistas– de El martirio de San Sebastian. Aquí sí, la obsesión de Abbado por obtener sonoridades leves, frasear con línea ondulante y tratar con extremo refinamiento colores y texturas no son solo inconvenientes, sino una enorme baza a la hora de recrear los pentagramas. De este modo nos entrega una interpretación perfecta en el estilo, tan sensual como evanescente, elegantísima en todo momento y plena de misterio, acertando asimismo a la hora de otorgar expresión a los timbres y a la de no hacer en exceso triunfalista el final. Maravilloso el Schweizer Kammerchor y espléndidas las dos sopranos, Rachel Harnisch y Eteri Gvazava. EuroArts la ha subido a YouTube: yo que ustedes no me la perdería, pero les aviso que la pista multicanal del DVD suena considerablemente mejor.

En cuanto a La mer, esto es lo que escribí en mi discografía comparada:

"Dionisíaca y extrovertida a más no poder, particularmente ágil y muy contrastada, danzante y alegre por momentos, también llena de nervio cuando debe, y dotada de un sentido del color y de las texturas seguramente inigualado. Y qué decir de los primeros atriles, los Pahud, Meyer, Mayer y compañía, de su orquesta all-stars. ¿Por qué, siendo impresionante, no se sitúa al nivel de las más grandes? Porque necesita paladear más determinados pasajes, como la conclusión del primer movimiento o la calma antes de la tempestad, y sobra una coda vulgar y efectista a más no poder (¡Abbado de olvida del crescendo!) cuyo interés por el decibelio es potenciado por una toma sonora de incomparable gama dinámica"

No hay mucho más que decir: el Debussy hay que conocerlo. Y el Wagner también, que las sombras son necesarias al lado de las luces para obtener un verdadero retrato de ese gran director que fue Abbado.

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