Primero fue a principios de los noventa. No recuerdo bien el año, pero sí la experiencia de quedarnos todos con un palmo de narices. Luego fue el año pasado, y ahora ha cancelado su actuación de hoy en el Teatro de la Maestranza de Sevilla haciendo el Concierto en sol de Ravel. Al menos esta vez ha dado una excusa, las secuelas de una gripe. La ha sustituido un pianista interesante, Jean-Efflam Babouzet, pero he devuelto mi entrada: demasiado dinero por escuchar a la Sinfónica de Sevilla hacer la Sinfonía del Nuevo Mundo, incluso si la dirige Charles Dutoit.
Otra cosa es que el maestro suizo hubiera preparado un programa dedicado totalmente a Ravel, o que hubiese incluido Poulenc, Honegger o Roussel. También hubiera sido interesantísimo escucharle Falla, que se le da francamente bien. Pero su Dvorák no despierta lo más mínimo mi interés, lo siento, menos aún con una orquesta que no está a la altura de la batuta. En cuanto a Argerich, me parece que tiene el deber de ofrecer el primer hueco de su agenda al público sevillano y ofrecer un recital en condiciones, nada de los veinte minutos de Ravel. Otra cosa es que lo haga.
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