Los domingos algunos van a misa, pero este domingo pasado yo estuve en el Templo, es decir, en la Philharmonie de la capital de Alemania. Tercera vez que acudo. La primera fue hacia 2004 o 2005. Dirigía Marek Janowski, creo que a la Sinfónica de la Radio de Berlín; no recuerdo nada del programa. La segunda fue en 2009: Berliner Philharmoniker con Muti. Aquí dejé reseña. Ahora ha sido con Thielemann y la Staatskapelle de Berlín.
En otro momento hablaré del concierto. Ahora, un par de apuntes. Esta ha sido la primera vez que tenía asiento delante de la orquesta, concretamente en la zona B, es decir, un poco más arriba del nivel escenario. Acústica muy buena, sin ser la mejor que conozco –me quedo con la Philharmonie de Colonia–, pero creo que hubiera disfrutado más estando más cerca: confieso que me gusta que suene fuerte, aunque siempre se corre el peligro de perder el equilibrio de planos. Eso en mi asiento no ocurrió, así que recomiendo al visitante que, si se lo puede permitir, busque por esa misma zona.
Zona que, por cierto, lleva una sorpresa: el suelo se encuentra ligeramente inclinado, cosa que también ocurre en la muchísimo más reciente Pierre Boulez Saal de la misma ciudad. No sé si es cuestión estética o de búsqueda de visibilidad óptima desde todas las butacas. Por lo demás, el edificio diseñado por Hans Shauron sigue siendo un hito de la arquitectura contemporánea europea, pero hay que ver lo increíblemente complicado que resulta el laberinto de escaleras para acceder a tu asiento. De volverse loco. Menos mal que en los pasillos hay vitrinas con cosas interesantísimas.
Los precios del ambigú, increíblemente caros incluso para una ciudad de alto nivel de vida como es Berlín. Y como al salir de un concierto de horario convencional allí ya se encuentra todo cerrado para cenar, o te dejas el suelto en cuatro canapés o te vas bien lejos a buscar comida. Yo hice lo segundo, así que aprovecho para recomendarles que se vayan a la estación de trenes de la Friedrichstrasse, crucen bajo el puente y busquen algo en la orilla opuesta del río, que por allí andan abiertos hasta horas intempestivas. Intempestivas para ellos, quiero decir, no para mediterráneos como ustedes y yo.
Lo mejor de la Philharmonie, la tienda. Completísima colección de discos de la Filarmónica de Berlín, claro está, incluyendo esas carísimas ediciones limitadas que hace la orquesta, pero también tienen una aceptable colección de música clásica en general, además de postales y artículos de regalo a precio de lujo. Impresionante la colección de libros. ¡Qué maravilla! Todo en alemán, pero con no pocas cosas en inglés. Para el amante de la música clásica, esta tienda es visita obligada junto con la enorme tienda Dussmann en la citada Friedrichstrasse, que sigue siendo una maravilla.
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