viernes, 23 de abril de 2021

Sinfonía nº 3, "Heroica", de Beethoven: discografía comparada

Soy consciente de que esta comparativa de la Heorica ha quedado muy incompleta, pero estoy en plena vorágine de exámenes y no tengo tiempo para escuchar ni escribir nada. Quede así a la espera de completar en el futuro esta lista de treinta y siete registros de la genial sinfonía beethoveniana.


 

1. Karajan/Staatskapelle de Berlín (varios sellos, 1944). Aquí están ya, a sus treinta y seis años de edad, todas las características de Karajan: el sonido opulento, el fraseo noble y elocuente pero también algo pesado, el gusto por los grandes contrastes sonoros… Todo muy de cara a la galería. El primer movimiento está bien, aunque resulte un pelín blando por momentos. En la marcha fúnebre hay más pose que otra cosa. Bien el scherzo y muy fogoso el Finale. Magnífica la orquesta, de sonido muy empastado y por completo adecuado para Beethoven. (7)

 


2. Furtwängler/Filarmónica de Viena (Tahra, 1944). He aquí a Furt en el cénit de su estilo: flexible, creativo, visceral y comprometido, inyectando una tensión dramática implacable y acentuando los aspectos más visionarios de la partitura, particularmente en una marcha fúnebre tan gótica como rebelde. Todo ello, eso sí, controlando los elementos de manera prodigiosa para no desequilibrar en momento alguno la arquitectura ni dejar de desplegar la imprescindible cantabilidad humanística en los momentos adecuados. Espléndida la remasterización para SACD. (10)

 

3. Furtwängler/Filarmónica de Viena (EMI, 1952). En comparación con su grabación en vivo con la misma orquesta ocho años anterior, Furt ofrece una recreación más lenta, no tan flexible –aunque lo siga siendo–, menos espontánea y más madura. Ha perdido inmediatez, visceralidad, rebeldía y garra dramática, pero ha ganado en grandeza, densidad, humanismo y profundidad filosófica, todo ello dentro de un enfoque al mismo tiempo gótico y filosófico que algunos confundirán con “brumas wagnerianas”. Quizá también se haya ganado ahora en belleza sonora, destacando en este sentido la maravillosa plasticidad con que trata a la cuerda vienesa. Que los metales dejen un tanto que desear –no nos engañemos, la orquesta no era en los cincuenta lo que será una década más tarde– apenas empaña una lectura que sigue siendo de obligado conocimiento. Magnífico el reciente rescate a nada menos que 192 kHz: suena mucho mejor que antes. (10)

 


4. Cluytens/Filarmónica de Berlín (EMI, 1958). El maestro apuesta por una interesante tercera vía a medio camino entre el rigor toscaniniano y la flexibilidad alemana, ofreciendo así una lectura dicha de un solo trazo, directa y comunicativa, amén de espléndidamente tocada, que busca la intensidad aun procurando no ofrecer demasiado pathos ni interesándose en claroscuros. Se echa en falta, eso sí, un grado más de creatividad, de compromiso, al menos en un movimiento conclusivo no del todo trabajado. (7)

 


5. Fricsay/Filarmónica de Berlín (DG, 1958). Interpretación lenta, muy paladeada, muy bien desmenuzada –hay hallazgos sensacionales en el último movimiento– y de enfoque más bien introvertido y meditativo, en la que siempre la batuta se muestra muy controlada y no hay lugar para el arrebato. El primer movimiento, de carácter “gótico” muy atractivo, se ve lastrado por cierta discontinuidad y caídas de tensión, aunque en contrapartida alberga momentos magníficos. Meditativa y reposaba, pero en absoluto exenta de fuerza dramática, la marcha fúnebre. Scherzo fluido y natural, nada pimpante. El Finale comienza en exceso dulce y sin especial garra, pero luego va mejorando y consigue momentos de gran densidad., siempre en un enfoque más filosófico que dionisíaco. Muy amplia la gama dinámica de la grabación. (8)

 


6. Klemperer/Philharmonia Orchestra (EMI, 1959). Este es el punto más alto de todo el ciclo sinfónico beethoveniano del de Breslau, puro granito –arquitectura milimétricamente planificada, tan sólida como bien trazada en sus líneas maestras y clarificadas en su entramado polifónico– al servicio de un concepto tan severo como hondo y reflexivo en el que la fuerza, la tensión e incluso el desgarro quedan bien patentes sin que el monumental edificio se resiente lo más mínimo. Un tremendo ejercicio, pues, de equilibrio entre romanticismo y distanciamiento, entre intelecto y emoción, que si en el movimiento inicial ofrece una densidad sonora y dramática irresistible, en el segundo alcanza una fuerza visionaria como quizá ningún otro maestro haya alcanzado. En los dos últimos, ni que decir tiene, no hay lugar para la distensión ni la chispa, aunque tampoco el maestro hace gala de su sentido del humor sarcástico: el músculo y la más tensa severidad vuelven a imponerse, impregnadas de una enorme grandeza filosófica y humanística. Diríase que con Klemperer, pese al amargor que preside toda su lectura, aún hay espacio para la trascendencia. Con el aún más radical Barbirolli se perderá toda esperanza. (10)

 

7. Leibowitz/Royal Philharmonic (Chesky, 1961). Apartándose de la tradición romántica y abriendo el camino –sin saberlo– la interpretaciones historicistas, Leibowitz dirige con nervio y electricidad optando por una articulación muy ágil, atenta al staccato, incisiva en los ataques y relativamente aristada en la tímbrica. Ahora bien, su deseo de no moldear la agógica hacen que el resultado termine siendo no ya plano y cuadriculado, sin pathos ni poesía, sino abiertamente machacón. Lo más flojo es la marcha fúnebre, aunque su clímax alcance una considerable rebeldía, y lo mejor es el tercer movimiento. Los metales suenan algo destemplados y la cuerda no siempre está fina. Toma sonora asombrosa. (6)


 

8. Schmidt-Isserstedt/Filarmónica de Viena (Decca, 1965). Ya un arranque falto de gas nos advierte de que algo no va a terminar de funcionar en esta interpretación. Efectivamente: el maestro frasea con nobleza y naturalidad, sin precipitarse ni resultar cuadriculado, y –por descontado– obteniendo un gran partido de la magnífica orquesta, tratada con particular elegancia. Pero la tensión se distribuye de manera irregular, de tal modo que junto a momentos poderosos hay otros sin la tensión y energía suficientes, dando como resultado una recreación en exceso apolínea, discontinua en el trazo y algo aburrida. (7)

 


9. Barbirolli/Sinfónica de la BBC (Warner, 1967). Esta es la Heroica más negra de la historia del disco. Lenta, a veces lentísima, pero de una fuerza abrumadora. Gótica a más no poder. Plagada de ataques ásperos e incisivos por parte de unas maderas no precisamente sensuales. Fraseada con una cantabilidad cargada de amargura, particularmente en las frases líricas del primer movimiento. Portentosamente planificada hacia unos clímax de fuerza abrumadora, indescriptible (increíble crescendo a partir de 15’03’’ en el primer movimiento, por no hablar de los momentos más rebeldes del segundo, especialmente el de 7’10’’). Trabajada con una plasticidad asombrosa a la hora de moldear a la cuerda (solo un ejemplo: de infarto la melodía a partir de 1’18’’ de la marcha fúnebre) o de equilibrar planos sonoros. Todo ello sin rastro de ese humanismo, esa ternura y esa humanidad de otros grandes maestros. Aquí no hay concesiones. menos aún que con Klemperer: el sonido de Sir John es mucho menos granítico, menos masivo, más áspero, mucho menos entroncado con la "gran tradición germánica". Por otra parte: mientras el de Breslau cargaba de sesuda hondura filosófica a su recreación, y por ende se mantenía a cierta distancia del sufrimiento que destilan los pentagramas, aquí solo hay espacio para el dolor. La Sinfónica de la BBC se encuentra a distancia de las grandísimas orquestas que han grabado esta página, pero que aún así realiza una formidable labor bajo una batuta que la trata con mano maestra. Cuestiones expresivas aparte, ¡qué técnica la de Barbirolli! Escuchen el cuarto movimiento: ni un solo director, Klemperer incluido, lo ha desmenuzado con tan increíble claridad. Y probablemente nadie ha cantado con mayor inspiración el tema sacado de Las criaturas de Prometeo, ni lo ha integrado con mayor coherencia en un todo que, aun manteniendo la más depurada elegancia en la exposición, desprende tremenda potencia sonora y expresiva. En HD suena de escándalo. (10)

 


10. Kubelik/Filarmónica de Berlín (DVD DG, 1967). Una recreación impresionante que, no siendo especialmente desgarrada ni visionaria, seduce y emociona por la naturalidad con la que fluye, por la comunicatividad de la batuta, por la flexibilidad del fraseo y por la plasticidad con la que está manejada la orquesta, cuyo sonido oscuro paradójicamente le sienta muy bien al terciopelo habitual en Kubelik. Todo ello adoptado un punto de vista humanístico y lírico que sabe alcanzar dramatismo en la marcha fúnebre y también el adecuado carácter dionisíaco y festivo en el último movimiento. (9)

 


11. Barshai/Orquesta Sinfónica (Melodiya, 1969). Aquí se ponen en primera línea el ímpetu rítmico, la incisividad y la electricidad de las líneas melódicas, admirablemente clarificadas, así como un sentido combativo que renuncia a la frivolidad, mientras que se ven relegadas la sensualidad, la emotividad lírica y el sentido humanístico. En general la versión tiene empuje, perfecto control y el adecuado carácter combativo y escarpado, pero le faltan claramente la emotividad y la dimensión humanística necesarias para ofrecer una visión realmente completa; resulta demasiado unilateral, poco comunicativa y algo desangelada, sobre todo en los dos primeros movimientos. El tercero está muy bien y el cuarto está admirablemente planificados, terminando en una coda muy briosa. La orquesta funciona relativamente bien, con algunas debilidades en los metales, y suena con una atractiva aspereza. (6)

 

12. Karajan/Filarmónica de Berlín (DVD DG, 1971). No hay sorpresas aquí: el maestro hace de sí mismo. Magnífico su primer movimiento:intenso, portentosamente sonado y muy tenso. El segundo, soberbiamente sonado y trazado, resulta superficial, deplegando más brillantez y rotundidad que pathos. El tercero y el cuarto son cálidos y comunicativos, quedándose un tanto en la superficie. Impresionante la sonoridad de la orquesta y la seguridad del trazo de la batuta. En cuanto a la filmación, el narcisismo de este señor no conocía sentido de ridículo. (7)

 


13. Kempe/Filarmónica de Munich (EMI, 1972). El tantas veces infravalorado maestro sajón, por lo general espléndido en este repertorio, nos ofrece una lectura de perfecto equilibrio entre nobleza, lirismo y garra dramática, maravillosamente paladeada y sutilmente acentuada, con un segundo movimiento más emotivo que desgarrado y un cuarto que, sin llegar a lo visionario, despliega grandeza sin retórica ni pesadez alguna. (9)

 

14. Karajan/Filarmónica de Berlín (DG Bluy-ray Audio, 1975-77). Más de lo mismo. Aun de enfoque antes épico que dramático, el primer movimiento resulta admirable por su empuje bien controlado, por la portentosa plasticidad con que están tratadas las masas sonoras –empaste perfecto, robustez sin excesos, densidad sin merma de la claridad–, por su brillantez bien entendida y, sobre todo, por la convicción que desprende. Menos bien funciona la marcha fúnebre, sensualísima en la sonoridad e increíblemente bella en su canto, pero poco o nada rebelde en sus clímax, menos aún visionaria: más bien pacífica y resignada, cuando no erróneamente opulenta. El scherzo está dicha con una perfecta mezcla de músculo y elegancia, aun sin resultar del todo electrizante. Y toda la primera mitad del Finale resulta luminosa, jovial y optimista a más no poder para luego decantarse por la grandilocuencia glorificadora, sin rastro de la tragedia anterior ni de pliegues expresivos: a Napoleón le hubiera encantado. Excelente sonido en Blu-ray audio. (7)

 

 

15. Bernstein/Filarmónica de Viena (DVD y Blu-ray audio DG, 1978). Aunque el idioma es irreprochable y la orquesta está trabajada con mano maestra, la lectura resulta algo deslavazada. El primer movimiento alcanza momentos de mucha fuerza, pero no destila la necesaria desazón en los pasajes líricos; da incluso la impresión de que la planificación es algo tosca. La marcha fúnebre, más introvertida que rebelde, parece algo escasa de fuelle, incluso más tristona que doliente, aunque es imposible no dejarse seducir por la redondez y belleza de las trompas en los momentos más encrespados. Flojísimo el scherzo, soso y desganado. Por fin en el cuarto, aun con altibajos, Bernstein hace gala del entusiasmo en él esperable. ¡Y qué bellísimo canto de las maderas! Impresionante la toma en Blu-ray audio. (7) 

 


16. Giulini/Filarmónica de Los Ángeles (DG, 1978). Aunque la elegancia, la naturalidad y la claridad sean asombrosas –revelador juego de maderas en el primer movimiento–, parte de la interpretación se ve lastrada por una extraña blandura, sobre todo en el primer tema del primer movimiento y, sorprendentemente, en un scherzo dicho con elegancia y con la misma admirable depuración sonora de la que el maestro italiano hace gala a lo largo de toda la obra, pero escaso de fuerza y vitalidad. La marcha fúnebre comienza algo tristona, pero luego adquiere la suficiente elocuencia poética. Obviamente Giulini no pretende ofrecer una lectura rebelde o escarpada de esta música, sino más bien esa mezcla de dolor, reflexión y sentido humanístico, revestida siempre de la más exquisita belleza formal y contenida en todo momento por un desarrolladísimo sentido de la mesura digamos “clásica”, que caracteriza su personalidad interpretativa. El último movimiento, expuesto perfecta lógica y admirable transparencia, vuelve a ser antes apolíneo que dionisíaco y llega a resultar un punto distanciado, lo que no le impide al maestro alcanzar verdadera excelsitud lírica en la variación nº 9 (¡escuchen desde 6’47’’!) y luego alcanzar enorme grandeza en la nº 10, cuya atmósfera digamos “gótica” (desde 11’23’’) también se encuentra admirablemente conseguida. La coda está llena de fuerza sin necesidad de ceder al arrebato. Lo que sí entusiasma es la toma sonora, ya espléndida en origen y ahora impresionante en formato HD. (8)

 

17. Celibidache/Filarmónica de Múnich (EMI, 1987). Es muy dudoso que la sonoridad de esta interpretación sea verdaderamente beethoveniana tomando como referencia la tradición centroeuropea –y no digamos a la escuela historicista–, como también lo es que el maestro rumano sintonice con el contenido expresivo de la partitura. Por momentos su recreación suena sin la garra dramática y la electricidad necesarias, en exceso suave, incluso –arranque de los movimientos impares, alguna de las variaciones del cuarto– un punto blanda. Sin embargo, es difícil sustraerse de su fraseo flexible, natural y efusivo, de su hermosísimo legato, de su cálido empaste en el que todas las voces como principal bondad de su apuesta, de la profunda reflexión humanística que alberga una marcha fúnebre nada rebelde, pero de singular hondura. (8)

 

18. Brüggen/Orquesta del Siglo XVIII (Philips, 1987). Esta fue en su momento una importantísima interpretación, porque con ella el maestro holandés demostró que se podía renovar profundamente la sonoridad de esta música sin que, al contrario de lo que habia ocurrido con las propuestas historicistas más pioneras, se perdiese la esencia expresiva de Beethoven. De este modo, Brüggen supo ofrecer con instrumentos originales una magníficamente planteada interpretación, sobria, dramática y por completo ajena a la retórica vacua, puesta en sonidos con una rusticidad de lo más atractiva que decía bastantes cosas nuevas. Eso sí, nunca ha sido precisamente Brüggen un intérprete cálido ni especialmente rico en la expresión: cierta sosería expresiva termina lastrando los resultados. (8)

 


19. Dohnányi/Orquesta de Cleveland (Telarc, 1988). Nos encontramos aquí ante una interpretación realizada de un solo trazo, sin altibajos ni puntos muertos, sincera, muy musical y estupendamente tocada, que se caracteriza por su fuerza, impulso y entusiasmo bien controlados, en la que sobresale la tensión dramática de la marcha fúnebre. Faltan, no obstante, ideas que aporten claroscuros al resto de los movimientos, un tanto unilaterales en su brío y su luminosidad, no del todo paladeados y un tanto rígidos, pese a que aparecen en algunos momentos matices que demuestran que el maestro sería capaz de ofrecer ideas inteligentes si hubiera trabajado a fondo la partitura. Toma sonora algo turbia. (8)

 

20. Solti/Sinfónica de Chicago (Decca, 1989). No es este el más feliz testimonio de quien fue un inmenso beethoveniano. Primer movimiento decidido, enérgico, con mucha garra, pero un tanto cuadriculado, poco flexible, algo epidérmico. El segundo está llevado con muy buen pulso, pero falta el trasfondo humanista y de nuevo se echan de menos imaginación y flexibilidad. Tercero vibrante aunque algo expeditivo, al menos en el trío. El cuarto, vistoso y encendido, resulta epidérmico en el peor de los sentidos: pocos matices y escasa hondura. Las dinámicas tienden al forte y se encuentran poco matizadas, aunque a nivel técnico sea difícil superar en virtuosismo a los chicagoers. (7)

 

21. Harnoncourt/Orquesta de Cámara de Europa (Teldec, 1990-91). El ciclo beethoveniano de Harnoncourt fue atrevido en sus planteamientos –mezcla de instrumentos antiguos y modernos, renovador equilibrio de planos sonoros, expresión altamente dramática– y abrió una nueva vía interpretativa, pero los resultados fueron muy irregulares. Esta Heorica flojeó de manera considerable: aunque la velocidad de los tempi impide que decaiga la tensión y la incisividad harnoncourtiana resulte muy atractiva, la rutina se impone muy por encima de determinados ataques de violencia y la interpretación, plana, poco matizada en lo expresivo e insincera, se termina haciendo muy aburrida. En cualquier caso, mejor los dos últimos movimientos que los primeros, francamente mediocres. (6)

 


22. Colin Davis/Staatskapelle de Dresde (Philips, 1991). Hay nobleza, flexibilidad y naturalidad en el fraseo, así como una enorme elegancia y una renuncia a cualquier efectismo dentro de una visión clásica, muy equilibrada, algo otoñal, ajena al arrebato y siempre comunicativa, beneficiada por una orquesta de hermosísimo sonido, pero Sir Colin  no termina de calar en el significado de la sinfonía. Al primer movimiento le falta tensión dramática. El segundo resulta algo tristón y apagado. El tercero sí está muy bien. Al cuarto, siendo notable, no termina de darle unidad. (8)

 


23. Gardiner/Orquesta Revolucionaria y Romántica (DG, 1993). El británico lo tuvo siempre claro: hacr el Beethoven de Toscanini con instrumentos originales: rapidez en los tempi,  rigidez, sequedad, gran tensión dramática y absoluto desinterés por los aspectos "góticos" de la página. Se queda en la epidermis de la obra, claro está, pero la versión está tan bien realizada –salvando los apuros de las trompas– y despliega tanta energía que termina enganchando. (7)

 

24. Barenboim/Filarmónica de Berlín (DVD TDK y Blu-ray Euroarts, Versalles, 1997). En el primero de sus registros de la obra el de Buenos Aires hace gala, como no podía ser menos, de un irreprochable lenguaje beethoveniano y de una perfecta sintonía con el contenido expresivo de la partitura, a la que aborda con decisión, sentido dramático y no poco amargor. Saca excelente partido del sonido robusto de la orquesta –impagable la cuerda grave– y de la musicalidad de sus solistas, sabiendo al mismo tiempo mantener el pulso, el equilibrio polifónico y un fraseo siempre flexible y natural. La cuestión es que esta lectura un tanto adusta será enriquecida en sus acercamientos posteriores no solo con un grado superior de inmediatez y tensión sonora, sobre todo en una marcha fúnebre que él mismo sabrá llevar al borde del abismo, sino también con mayores dosis de calidez, lirismo e incluso sentido del humor, lo que no impide que el último movimiento de esta interpretación versallesca sea ya formidable. La imagen el BR ha ganado considerablemente en definición con respecto al DVD, pero los colores parecen un punto saturados. (9)

 

 

25. Barenboim/Staatskapelle de Berlín (Teldec, 1999). Ahora sí, todo es extraordinario: desde el idioma de la batuta hasta la ejecución de la orquesta, pasando por el análisis de texturas y colores, la arquitectura global, la efusividad del fraseo y la imaginación aplicada en la agógica, siempre dentro de un enfoque rebelde y dramático en el que, pese a todo, no hay descontrol alguno sin pérdida de la belleza sonora. Impresionante la toma si se la escucha en alta definición. (10)

 

26. Brüggen/Orquesta del Siglo XVIII (YouTube, Japón, 2002). Como su grabación para Philips, rresulta admirable el planteamiento, sobrio, dramático y rebelde del maestro holandés, capaz de encresparse en la marcha fúnebre y de resultar entusiasta y dionisíaca en el cuarto movimiento, siendo magnífico también el tercero por su empuje y rusticidad bien entendida. Eso sí, de nuevo se echan de menos algo de vuelo lírico y emotividad, sobre todo en el primer movimiento. La coda final resulta atropellada. (8)

 


27. Rattle/Filarmónica de Viena (EMI, 2002). Lectura pseudohistoricista de tímbrica afilada e incisiva, tempi premiosos y gran agilidad que destaca por su extrovertido primer movimiento, trazado con ímpetu y gancho. La marcha fúnebre carece de atmósfera y poso dramático, buscando epatar con los decibelios y con la teatralidad, pero sin resultar sincera. Ágil y muy dinámico el scherzo, pero también un tanto frío, incluso demasiado calculado. En el último movimiento hay claras aportaciones historicistas, entre ellas alguna sonoridad estridente que no viene mal, pero de nuevo el problema es la superficialidad de la batuta, que puede llamar la atención con su brillo pero a la que le falta poesía, imaginación y sinceridad. (6)

 


28. Antonini/Kammeorchester Basel (Sony, 2006). Radicalizando los planteamientos de Harnoncourt, pero sin poseer el modo alguno el talento de este, el maestro italiano propone una interpretación enérgica y toscamente planificada, parca en cantabilidad, basada casi exclusivamente en tempi muy rápidos y en efectistas –pura brocha gorda, nada de minusiosidad en la planificación– contrastes dinámicos. Los matices expresivos brillan por su ausencia. La orquesta no es mala, pero la cuerda suena demasiado canija y los metales no se muestran siempre seguros. Al menos la claridad no se ve empañada y se ofrece una interesante incisividad. Lo mejor, un dinámico tercer movimiento, con unas trompas adecuadamente rústicas, destacando asimismo la entusiasta coda del finale. El resto es muy plano y aburre. (4)

 


29. Tilson Thomas/San Francisco (DVD Keeping the Score, 2006). Gran fiasco: el documental adjunto es magnífico, pero la interpretación deja mucho que desear. La arquitectura es buena, como también la seguridad del trazo, la claridad y el virtuosismo, y desde luego la batuta se mantiene ajena a la pesadez, a la retórica y al efectismo, pero el trasfondo humanístico no aparece, e incluso en el último movimiento se cae en cierta frivolidad. Además, quizá por influencia de la escuela historicista, la sonoridad es un punto ingrávida. Tampoco los primeros atriles resultan muy musicales. (5)

 


30. Herreweghe/Royal Flemish (Pentatone, 2007). Otras veces deplorable en Beethoven, el maestro flamenco logra ofrecer una interpretación magníficamente sonada y entusiasta que sabe asimilar de las aportaciones historicistas sin caer en la sequedad ni la incisividad de otros directores. Ahora bien, se echa de menos esa comunión espiritual tan difícil de conseguir con el contenido expresivo de la obra, sobre todo en un segundo movimiento carente de pathos y en un final vistoso pero rutinario, sin personalidad ni creatividad. (7)

 


31. Chailly/Gewandhaus de Leipzig (Decca, 2009). Ayudado por una orquesta en excelente forma, el milanés decide renunciar a la tradición centroeuropea, y más concretamente a la flexibilidad en el manejo de la agógica y al peso concedido a los silencios, para ofrecer una lectura mucho más rápida que lo acostumbrado, enérgica, llena de electricidad, vibrante, aunque no por ello tosca ni precisamente escasa de claridad y virtuosismo. El problema es el que resultado se antoja muy precipitado, parco en vuelo lírico, en cantabilidad y en emotividad, también en sentido del humor –cuarto movimiento–, mientras que los aspectos trágicos de la partitura –marcha fúnebre– resultan todo lo vistosos que se quiera, pero superficiales, insinceros y de cara a la galería. (6)

 

32. Barenboim/WEDO (Decca, 2011). Yo estuve allí, en la Philharmonie de Colonia. Me pareció la mejor interpretación que yo había escuchado hasta la fecha. No sé si sigo opinando lo mismo, pero rotundamente afirmo que ninguna otra lectura fonográfica me parece más perfecta aún que esta. ¿Y cómo es eso posible? Por lo equilibrado del planteamiento: se podrán preferir versiones más vibrantes y teatrales, tambien más filosóficas, o más nihilistas –véanse las reseñas correspondientes más arriba–, pero es difícil alcanzar una más admirable fusión entre los aspectos dramáticos, escarpados y visionarios de la página, que eran los más atendidos en los anteriores acercamientos del propio maestro, y los que tienen que ver con el lirismo, la elegancia, la sensualidad y hasta la luminosidad, es decir, entre lo dionisíaco y lo apolíneo. Todo ello lo expone Barenboim con una pasmosa naturalidad, con belleza grande pero en absoluto narcisista, con una particular flexibilidad e imaginación en el tratamiento de la agógica, con un perfecto control del discurso y en perfecta complicidad con una orquesta que, sin ser de primera, ofrece un sonido beethoveniano ideal para la obra. Modélica la toma (10)

 

33. Brüggen/Orquesta del siglo XVIII (The Grand Tour-Glossa, 2011). El holandés vuelve a acertar al aunar la sonoridad completamente historicista de su magnífica orquesta con un planteamiento expresivo completamente tradicional, sin caer en liviandades, en agresividades innecesarias, en rigideces y en otras señas propias de una mala interpretación de los planteamientos filológicos. Por desgracia, no solo no logra inyectar la calidez y el vuelo lírico que debe a los pentagramas, sino que tampoco logra tensar la arquitectura con la solidez debida. El primer movimiento sería magnífico si no fuera por determinados altibajos que rompen la continuidad del discurso; al segundo le faltan densidad y fuerza visionaria; el tercero está bastante bien y en cuarto las variaciones están tratadas con éxito desigual, siendo de apreciar el sentido del humor un tanto socarrón del director. (7)

 

34. Barenboim/WEDO (DVD Decca Proms 2012). Con respecto a su registro en audio del año anterior, esta lectura resulta más apolínea y contemplativa, y por ello mismo algo menos tensa en algunos pasajes. Pero esto no impide que los clímax alcancen una fuerza abrumadora, que la sección final de la marcha fúnebre alcance una magia insuperable y que, en conjunto, se trate de una grandísima lectura que sabe conciliar belleza sonora, humanismo y garra dramática sin necesidad de adoptar la adustez de un Klemperer, ni de jugar con la agógica como lo hacía un Furtwaengler. Increíble la riqueza de matices tan sutiles como expresivos, la cantabilidad del fraseo –natural, hermosísimo– y la sonoridad puramente beethoveniana que Barenboim extrae de la orquesta. Por cierto, enorme el granadino Ramón Ortega, oboe principal de la Sinfónica de la Radio de Baviera, en sus numerosas y muy decisivas intervenciones. A él se debe en no poca medida el éxito de esta interpretación que finaliza con una coda muy fogosa. (10)

 


35. Abbado/Orquesta del Festival de Lucerna (Blu-ray Accentus, 2013). Esta es una recreación que irritará a los admiradores del Beethoven denso, visionario, al mismo tiempo visceral y filosófico, que va desde Furtwaengler hasta Barenboim, pero que también puede poner de los nervios a los que le gustan la rusticidad, el nervio y el férreo impulso rítmico de los Gardiner, Harnoncourt y compañía. Es verdad que de la escuela historicista el milanés adopta un vibrato reducidísimo y un claro interés por aligerar texturas, pero ahí acaban los parecidos. Porque lo que caracteriza esta Heroica es la extrema suavidad tanto sonora como expresiva pretendida (¡y plenamente conseguida, que para eso poseía una técnica de batuta portentosa!) por el veterano maestro. De poco sirve que las sonoridades sean de una belleza incomparable, que el fraseo sea amplio y cantable, que las líneas discurran con tanta fluidez como cantabilidad, que los planos sonoros estén perfectamente delimitados y que las dinámicas alcancen un asombroso grado de matización: el empeño en que todo resulte delicado, aéreo, acariciador de los oídos, domesticado, bonito en el peor sentido del adjetivo, termina generando una versión superficial, insulsa, aburrida y rayana con la cursilería. Eso sí, la toma sonora en DTS HD-Master Audio posiblemente sea la mejor que jamás haya recibido esta obra. (4)

 


36. Emelyanychev/Nizhny Novgorod Soloists Chamber Orchestra (Aparté, 2017). En principio, el planteamiento de este Beethoven es muy similar al de Harnoncourt: orquesta reducida de instrumentos modernos, pero con trompas y trompetas naturales, un equilibrio de planos que favorece a vientos y percusión frente a la cuerda, y una articulación “históricamente informada” de gran incisividad en la que interesa mucho antes el vigor rítmico que el legato o la delectación melódica. Pero Emelyanychev se limita a correr todo lo posible inyectando fuerza, vigor y mucha electricidad sin detenerse en otras consideraciones. No es solo que las melodías no estén cantadas con holgura ni delectación; que no haya humanismo ni hondura reflexiva; que no se aprecie ese lirismo agridulce que esta música necesita. Lo grave es que el imponente mural beethoveniano está pintado con brocha gorda. La exposición es de una vulgaridad aplastante. El tratamiento orquestal es opaco, incluso confuso en los fortísimos. El tratamiento agógico y dinámico, de una tosquedad que echa para atrás. Las tensiones no avanzan con sentido orgánico: cuando hay que alcanzar un clímax, se limita indicar sus músicos que toquen lo más fuerte posible. Las transiciones están descuidadas. Los silencios no tienen peso. Los matices son escasos, aunque para aparentar expresividad el director coloca aquí y allá acentos “cortesía H.I.P.” que resultan forzados. Los timbales sobreactúan a discreción, mientras que las trompas rajan que da gusto. En fin, los dos primeros movimientos de la obra me parecen recreados de manera deplorable. Reconozco, sin embargo, haber disfrutado relativamente del tercero: la frescura y el descaro con que el maestro lo aborda llegan a enganchar, pese a los “problemillas” de las trompas. Y el cuarto no sería del todo malo si no fuera porque Emelyanychev se reserva lo más horripilante para él: cuando el tema es cantado por los primeros atriles de la cuerda (a partir de 0:46), estos se ponen en plan “historicismo pleno” y emiten un sonido idéntico al de una camada de gatos exigiendo su desayuno. Puro maullido. (2)

 


37. Nelsons/Filarmónica de Viena (DG, 2019). La interpretación se encuentra no solo todo lo maravillosamente tocada como es de esperar de una orquesta de semejante categoría, sino también admirablemente construida por parte de una batuta que sabe frasear con naturalidad y holgura manteniéndose ajeno a precipitaciones, planificar de manera irreprochable la línea de tensiones y distensiones, regular los planos sonoros, resolver las transiciones y ofrecer un perfecto equilibrio entre transparencia y músculo sonoro al tiempo que despliega una sensualidad tímbrica para derretirse. Pero la óptica apolínea de Nelsons aquí no funciona, ya desde un primer movimiento que, aun no faltando empuje ni ganas de comunicar, se queda bastante corto en lo que a carga dramática se refiere. Y la cosa ya va a mayores en una marcha fúnebre muy hermosa, llena de nobleza y de sentido humanista, mas por completo ajena tanto a la negrura y la congoja que a todas luces necesita como a los claroscuros dramáticos, a las tensiones extremas y, también, a un sentido de la rusticidad sonora aquí muy conveniente. Los dos movimientos postreros resultan irreprochables siempre que se acepte el enfoque “clásico” y nada agónico del maestro: la luz y la felicidad terminan despejando cualquier tiniebla. (7)

 

8 comentarios:

Observador dijo...

Excelente comparada de una de mis sinfonías favoritas.

Felipe Taboada dijo...

Mucho mejor que esa Eroica de Furt/VPO/1952 es la del 08/12/1952 con la BPO, sencillamente espectacular[1].

1. https://www.youtube.com/watch?v=nBF16VHl8Ig

The Wolf dijo...

Ojo, que la de Furt recién remasterizada por Warner este mes (en LP y digital), es tan solo una muestra de la nueva integral Furtwängler que van a publicar en otoño de este año. Va a ser remasterización directa de las cintas originales, por los estudios Art & Son de París (responsables de los recientes remasters de Cluytens y Callas en vivo).

Fernando López Vargas-Machuca dijo...

Gracias mil por la información: estaba deseando saber cuándo salía esa caja.

Juan dijo...


Muy buena comparativa como siempre. en cuanto Klempi ¿no incluyes la interprestación posterior estereo para EMI? tiene mejor sonido y la interpretación también es descomunal!!

Saludos Coriales

Fernando López Vargas-Machuca dijo...

Gracias por la sugerencia, Juan, pero esta que comento, la única que Klemperer grabó para EMI, es ya estereofónica. No hay en CD otra "oficial", de estudio. Incluiré la filmación de la BBC cuando la vuelva a escuchar.

Juan dijo...

Hola Fernando Buenas!
ahora entiendo reviendo esta comparativa el porqué de mi comentario anterior: la tapa que has puesto de la Eroica por Klemperer es la que figura en uno de mis cds de EMI y está grabada en 1956! y es que pese a que es genial interpretativamente se escucha bastante peor que la siguiente que tiene otra tapa y se disfruta mucho más por su calidad de grabación! adjunto las dos, que por suerte tengo.
Saludo Cordial

http://www.classical.net/music/recs/reviews/e/emi67741a.php
https://www.ebay.com/itm/182818958690

Juan dijo...

Eché de menos las versiones de don Bruno Walter. Conozco la versión con la Filarmónica de New York y en Stereo con la Filarmónica Columbia. Mi padre tenía ambas versiones en 33 1/3.
Atentos Saludos.

Juan Avalos D.
San Antonio

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