lunes, 30 de marzo de 2020

Una muestra del Haydn de Harnoncourt

No soy de los que tienen una mala opinión de Nikolaus Harnoncourt. Sí creo que fue un músico desigual, a veces mucho más preocupado en provocar –primero a los oídos acomodados en la tradición, luego a sus propios fans, cuando no a todos ellos juntos– que en hacer gran música. Pero sí que fue valiente, lideró un importantísimo proceso de la praxis interpretativa, descubrió muchas cosas nuevas, aportó opiniones lúcidas y nos legó interpretaciones muy a considerar. Más en unos compositores que en otros. En Haydn muchísimo antes que en Mozart o Beethoven, por ejemplo. Porque supo interpretar al compositor de La creación como hay que hacerlo, es decir, desde un punto de vista rústico, incisivo, vibrante y contrastado, independientemente de que suene con una tímbrica y una articulación “tradicional” o “históricamente informada”. Como botón de muestra de su hacer en este repertorio, traigamos aquí este disco con tres sinfonías del austriaco registrado en Viena en junio de 1990 –Casino Zögernitz: acústica reverberante– al frente de su Concentus Musicus Wien.


La menos lograda interpretativamente hablando es la Sinfonía nº 30, “Alleluja”, por sus obvios desequilibrios: excelso el movimiento inicial, pero flojo en el segundo por ir demasiado rápido para ser Andante y por ofrecer una expresión algo frívola. Muy bien el tercero y último.

La Sinfonía nº 53, “L’Imperiale” funciona estupendamente en los movimientos impares y algo menos en los pares, justo como ocurre en la Sinfonía nº 69, “Loudon”; en este último caso hay que reconocer que el segundo movimiento no resulta del todo efusivo, aunque también es verdad que se encuentra muy bien paladeado y que su regusto amargo resulta de lo más atractivo. Con todos los reparos que se quieran poner, encuentro muy recomendable la audición. Entre otras cosas, porque es una música estupenda que no se escucha todos los días.

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