He quedado sorprendido esta tarde al presenciar la entrada de Valery Gerviev en el concierto de la Filarmónica
de Berlín que he podido seguir en directo a través de la Digital Concert
Hall: mitad calvo, mitad canoso. Cierto es que le he visto envejecer tanto en
filmaciones como en vivo, pero no me lo esperaba tan estropeado. ¡Qué diferencia
con la imagen que tengo de él de aquellas portadas de los discos de Philips de
sus mejores tiempos, o de aquél autógrafo que me firmó allá por 1992 en
Sevilla! Pero centrémonos: programa integrado por Debussy, Rimsky-Korsakov,
Prokofiev y Stravinsky, con la clara intención de subrayar los lazos que unen a
los citados autores en general y las obras programadas en particular, y siempre con el Impresionismo en el punto de mira.
Preludio a la siesta
de un fauno para empezar: muy buena realización del maestro ruso, quien sin
ofrecer una recreación particularmente inspirada ha sabido destilar importantes
dosis de erotismo y planificar muy bien las tensiones. Memorable la flautista –desconozco
el nombre, no estoy seguro de que fuera Jelka
Weber– y fatal el gran Albrecht
Mayer por una metedura de pata histórica que invalida toda la versión. Duda
que la suban al archivo sin arreglarla.
Muy hermosa la suite de El
gallo de Oro, dicha con rico sentido del color y apostando por subrayar los
aspectos más sensuales de esta música, difuminando aristas y mirando de manera
decidida al mundo francés: quizá por eso se echada de menos un punto de
intensidad dramática.
Ya en la segunda parte, Gergiev se mostró como el director
mediocre que suele ser en la selección de La
Cenicienta: insufribles portamentos, languideces varias y escasa
incisividad caracterizaron una interpretación globalmente fallida en la que
solo interesó, por su voluptuosidad y ensoñación bien encaminadas, el paso a
dos entre el príncipe y la protagonista. Fatal el Vals de la medianoche, mal
cerrado con unas campanadas dichas sin el carácter ominoso que merecen.
Nada en particular en la suite de El pájaro de fuego: todo en su sitio, por descontado que con
memorables solos por parte de la orquesta –aquí sí estuvo formidable Mayer–,
dentro de una lectura de nuevo con el mundo impresionista en el punto de
mira, y que por ende convenciendo más en los momentos líricos que en los
dramáticos. Muy digna interpretación, en cualquier
caso, cerrando un concierto muy irregular.
3 comentarios:
Sin afán de causar controversia, me causa morbo el por qué tiene usted o le solicitó un autógrafo al señor Gergiev, si no le gustan sus maneras de dirigir?
Respuesta fácil: en 1992 yo era jovencito y no le había escuchado nunca. Era la primera vez, y me gustó: Concierto para violonchelo de Dvorák (¡con Rostropovich!) y Tercera sinfonía de Prokofiev.
Estimado Fernando, recurro a ti, porque sé que eres gran conocedor y admirador de la obra de Prokofiev, para saber tu opinión del ciclo Sinfónico de Prokofiev por Zdeněk Košler.
Un saludo desde Chile
Publicar un comentario