lunes, 21 de noviembre de 2016

Currentzis y Kopatchinskaya: el peor Tchaikovsky jamás grabado

La repetidamente premiada violinista Patricia Kopatchinskaya, el personalísimo director Teodor Currentzis y la orquesta MusicAterna grabaron el Concierto para violín de Tchaikovsky durante los meses de abril y mayo de 2014, registro que ahora edita para Sony Classical acoplado con Las Bodas de Stravinsky en grabación realizada en el Teatro Real de Madrid en octubre del año anterior. El resultado es un disco que no va a dejar indiferente a nadie: mi opinión ya la conocen ustedes por el título de esta entrada. Ahora intentaré justificarla.


Lo que singulariza esta interpretación de la partitura tchaikovskiana no es, en absoluto, la presunta intención historicista a la hora de recurrir a instrumento originales –cuerdas de tripa, vientos "de época"–, sino la idea que comparten los dos protagonistas a la hora de extremar sin medida todos los contrastes posibles, tanto sonoros como expresivos: desde el pianísimo más inaudible hasta el fortísimo atronador, de lo mórbido a lo terriblemente áspero, de lo empalagoso a lo rústico, de lo lánguido hasta la fogosidad desbordada… Por si fuera poco, la violinista adorna su parte con cuantas ocurrencias pasen por su mente, sin miedo a fragmentar cada cinco segundos el discurso musical y sin ofrecer ninguna idea expresiva concreta más allá de las notas. Y el maestro se toma todas las libertades en el fraseo que considera oportunas, ofreciendo tirones de tempo y acelerones injustificados cada dos por tres, poniendo en primer plano líneas secundarias y cayendo en la más grosera machaconería en los momentos que no se decide por ser grácil y delicado. A la postre, una interpretación ridícula, grotesca y pedante en grado superlativo. Dudo que exista en el mundo discográfico algo tan abominable en semejante repertorio.

¿Y Les Noces? Pues aquí el director griego ofrece lo mejor de sí mismo y ofrece una interpretación de una frescura, una inmediatez y un impulso dionisíacos irresistibles, subrayando además los aspectos más puramente folclóricos de la obra con la plena complicidad de un equipo de cantantes y un coro de perfecto idiomatismo, dispuestos además a olvidar la ortodoxia clásica para comportarse como en una verdadera fiesta popular. El resultado tiene poco que ver con la subyugante interpretación de Leonard Bernstein de 1977 (DG), donde se contó con cantantes occidentales de tradición clásica y con cuatro pianos de auténtico lujo (Argerich, Zimerman, Katsaris y Francesch) para ofrecer una recreación particularmente concentrada, llena de misterio y de sentido de lo inquietante, además de sostemida por una angulosidad rítmmica que se echa de menos en esta de Currentzis, que deja a los pianos un tanto en segundo plano para lanzarse en plancha ante los aspectos más impulsivos de esta música.

Mi recomendación es que procuren escuchar el disco, por lo bueno y por lo horroroso. Sobre todo por esto último: es necesario conocer hasta qué punto puede llegar la pretenciosidad de algunos artistas.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Con el desastre mayúsculo del Beethoven ya tuve suficiente! ;)
Juan

Unknown dijo...

Vi y escuche la introduccion del concierto de Mendelssohn por la susodicha. No pude seguir despues del minuto. Las ventajas de la red. Un saludo desde Argentina.

Juan Ramón Lara dijo...

Le agradezco la recomendación. El Chaikovski me está pareciendo maravilloso, dicho sea sin asomo de ironía (dado el contexto creo que hay que aclararlo). Por fin los músicos de clásica vuelven a la riqueza articulatoria y la variedad de colores tímbricos, dos medios expresivos fundamentales en los que los artistas populares (un buen cantaor y un guitarrista flamenco, mismamente) hace décadas que les dan mil vueltas. Aleluya.

Cordialmente,
Juan Ramón Lara

Fernando López Vargas-Machuca dijo...

Muy buenas, Juan Ramón.

Hace bien en tomar mis recomendaciones "al revés". No es el único: otro crítico sevillano me dice que cada vez que pongo a parir un disco, corre a escucharlo. ¡Y le funciona! Yo mismo lo puse en práctica desde hace un par de décadas con un par de muy veteranos críticos de Scherzo y también me ha funcionado. Lógico cuando se tienen gustos opuestos. No deje de escuchar los tres conciertos de Schumann que ha grabado Heras-Casado: le entusiasmarán, tanto como a mí me horrorizan. Si quiere renovaciónn articulatoria y colores nuevos, ahí los encontrará en abundancia.

Me encantaría seguir hablando sobre este tema, pero me ha pillado en un mal momento: tengo un compromiso serio esta semana (nada que ocultar: una ficha para el Museo Arqueológico) y no puedo meterme en grandes fregados. Las próximas reseñas del blog saldrán todas del congelador, en el que aún quedan cositas. Pero quizá en el futuro vuelva sobre todo esto de la renovación interpretativa del repertorio romántico, porque es un tema que me interesa mucho. Cordiales saludos.


Juan Ramón Lara dijo...

Para mí es asunto que trasciende al repertorio romántico, aunque ese es buen terreno del juego. Y sí, cuestión, supongo, de gustos, de la eterna elección entre Apolo y Dionisos. Pero creo que también tiene que ver con la riqueza interpretativa, casi diría yo que con teoría de la información, con la tradición del viejo mundo de antes de la Revolución Francesa y con el enfoque vocal de la interpretación musical. Ocasión habrá de discutirlo. Un cordial saludo,
Juan Ramón Lara

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