miércoles, 18 de septiembre de 2013

Nuevo Réquiem de Verdi por Barenboim

No tengo un recuerdo lo suficientemente claro de la anterior grabación del Réquiem de Verdi por Daniel Barenboim, la que realizó en Chicago en septiembre de 1993, como para realizar comparaciones, así que me limito a decir la que acaba de lanzar Decca en compacto, DVD y Blu-ray –tengo este último–, registrada en el Teatro alla Scala  con las huestes locales el 27 de agosto de 2012, me ha gustado muchísimo.

Barenboim Verdi Requiem Decca

En esta nueva recreación el maestro, inspiradísimo, me ha recordado a Barbirolli por la lentitud generalizada de su lectura, lentitud no solo clarificadora –todas las líneas están maravillosamente expuestas– sino también generadora de una atmósfera particularmente densa, siniestra y opresiva. La diferencia es que mientras el director londinense apuesta por el nihilismo más desolado, con el de Buenos Aires hay espacio para la espiritualidad; una espiritualidad digamos que “profana” –no sé hasta qué punto es válida la contradicción–, cargada de esa sensualidad tan particular de Barenboim en su “estilo tardío”, que más que apelar a una divinidad parece atender a la voluntad de trascendencia del ser humano sin necesidad de un “más allá”, lo que por otra parte no parece casar mal con lo que sabemos de la vida religiosa –más bien escasa– de Giuseppe Verdi.

Todo esto lo lleva Barenboim a cabo con un fraseo admirablemente natural y muy flexible, de amplia cantabilidad, elevado sentido del color y no pocos detalles creativos, por descontado que ajeno a la retórica vacua que amenaza en los pasajes menos inspirados de la partitura, que haberlos los hay, aunque también es cierto que sin ofrecer la garra electrizante de otros maestros. La de Barenboim es más bien una interpretación “de anciano director” en el mejor de los sentidos, dicha no desde la inmediatez operística (lo que no impide que haya momentos encrespadísimos: escuchen el “Tuba mirum” que les he dejado abajo) sino desde la más emocionada reflexión, una actitud que desde luego contagia a los cuatro miembros del elenco vocal.


Este tiene la insuficiencia común de la falta de italianidad, pero resulta no solo homogéneo sino de nivel altísimo. Anja Harteros, sin llegar a las alturas estratosféricas de la Caballé, resuelve su parte con un canto excelente y gran convicción expresiva. Elina Garança, un pelín justa por abajo pero seduciendo con su hermosísima voz. René Pape empieza a estar algo mayor –flaquean las notas más graves, y en un momento aislado aparece la “castaña en la boca”–, pero aun así canta francamente bien y sigue exhibiendo la línea de enorme sensibilidad, nada cavernosa, siempre sincera y admirablemente matizada, con que ya convenciera en la espléndida grabación de 2009 dirigida por Antonio Pappano (también con la Harteros, por cierto, que ahora está mejor).

La gran sorpresa –para mí– es Kaufmann, con las peculiaridades vocales de siempre pero luciendo una expresividad no solo valiente, sino también, sin dejar se ser suplicante cuando debe, muy angustiada y rebelde: su “Ingemisco” parece todo un desafío ante Dios. Tremendo. El coro se comporta de manera más que satisfactoria bajo la dirección del veterano Bruno Casoni; expresivamente, Barenboim lo matiza con mil y un detalles a través de una gestualidad mucho más amplia y “sobreactuada” de lo que en él es habitual. La orquesta no es precisamente de más brillantes de Europa, pero la ejecución es impecable y su sonido “verdiano a la Muti” se mantiene sin dejar de añadir una morbidez más del gusto de Barenboim.


La realización de Andy Sommer resulta muy original, sin llegar a ser tan “movida” como la de las sonatas de Beethoven del propio Barenboim; la planificación es creativa, muy atenta a la referida gestualidad del director pero también al rostro emocionadísimo de Anja Harteros en el “Libera Me”. La calidad de imagen del Blu-ray (búsquenlo en tiendas de la red y no se gasten una pasta, que a mí me ha salido por 21.40 euros) puede decepcionar un tanto: saturada de color y con movimientos algo artificiales.

La toma sonora sí es sensacional en definición tímbrica, equilibrio de planos y gama dinámica; el multicanal en principio parece que no va a ser tal, porque los aplausos del público suenan por delante, no detrás, pero las trompetas del “Tuba mirum” –tremendas, por cierto– situadas en los palcos del Teatro alla Scala lo hacen donde deben hacerlo, y siempre tras las grandes explosiones sonoras se escucha la reverberación de sala por los canales surround. Admirable la manera de recoger los pianissimos que consigue Barenboim. Y los graves son impresionantes: ¡tremendo el bombo! Disfrute sonoro pleno, pues, para una enorme versión de esta obra maestra que les recomiendo que no se pierdan.

2 comentarios:

Marcos dijo...

Buenas Fernando, simplemente quería agradecer el enorme trabajo desinteresado que compartes con todo el mundo, con la generosa excusa de "ordenar tus ideas", como he leído por aquí.

Somos muchos aficionados los que nos dejamos guiar por tu blog (y por tantos otros), y que nos aprovechamos descaradamente de toda la información y del criterio que atesoráis -nunca mejor dicho-, y que nos ayuda a formarnos el nuestro propio.

Así que, para que te sirva como un poco de feedback, ánimo y gracias.

Un abrazo desde Madrid.

Fernando López Vargas-Machuca dijo...

Millones de gracias, también desde Madrid.

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