sábado, 17 de octubre de 2009

Estreno de Brotons y Romántica del montón

La mañana del domingo 11 de octubre -suelo acudir a estas matinales cuando paso el fin de semana en Madrid- presentaba la ONE un encargo realizado a Salvador Brotons, el Concierto para trompa escrito para lucimiento de Javier Bonet, a la sazón miembro de la plantilla de la orquesta. Que la partitura haya optado por la comunicatividad con el público antes que por el mal llamado "compromiso con la modernidad" no la hace ni mejor ni peor, salvo para los talibanes de determinadas tendencias estéticas. El valor de una obra radica, sencillamente, en eso tan difícil de definir como fácil de captar que es la inspiración. A mi modo de ver, el compositor barcelonés no acaba de lograrla en esta partitura bien escrita, brillante y espectacular, prima hermana en su lenguaje de los clásicos norteamericanos (Copland, Bernstein y hasta mi admirado John Williams), pero sin mucho que decir: la "superficie" brilla bastante más que el "contenido".


Si la partitura se hizo muy disfrutable fue por la portentosa labor de su dedicatario, un Javier Bonet (web oficial) que usó caracol de mar, trompa alpina, trompa natural y trompa cromática no ya con admirable seguridad técnica, sino también con un gran dominio de los recursos expresivos y con una creatividad poética desbordante. Josep Pons dirigió bien a la orquesta y redondeó una interpretación que exprimió en todo lo posible la partitura.

Abriendo el programa el director catalán había ofrecido una correcta lectura de la obertura de El cazador furtivo, magnífica en su misteriosa introducción pero sin lograr seguidamente esa mezcla de electricidad y refinamiento que demanda la página de Weber. En la segunda parte, y siguiendo la línea argumental de "Música y Naturaleza" que vertebra la presente temporada de abono, se ofrecía la Cuarta Sinfonía de Anton Bruckner, una partitura no poco difícil de levantar en condiciones: a Daniel Barenboim, sin duda el mayor bruckneriano del momento, el resultado no le quedó del todo redondo cuando la hizo el pasado verano en el Festival de Granada (enlace).

Comprenderá el lector que si la de Barenboim, en cualquier caso de muy alto nivel, me dejó un punto insatisfecho, la de Josep Pons se limitó a producirme indiferencia. Y eso que no le voy a regatear al maestro su capacidad para hacer que la ONE, que sigue sin ser una gran orquesta, suene con un empaste, una seguridad y una potencia digna de admiración; sin ir más lejos, la formación española tuvo menos deslices que la Staatskapelle de Berlín en su actuación granadina, aunque la agrupación de Barenboim, por descontado, ofrezca mucha mayor musicalidad y sea más apropiada para este repertorio. Tampoco le voy a negar a Pons que trazara correctamente la arquitectura, evitando tanto los tirones de tempo como los puntos muertos. Ni que matizara con corrección la gama dinámica y cuidara la transparencia orquestal.

¿Entonces, dónde estuvo el problema? Pues en que para hacer justicia a esta partitura hace falta trascender mucho más allá de las notas: sea en una línea digamos meditativa o "panteísta", sea desde una óptica escarpada y dramática, hay que adoptar un compromiso expresivo mucho mayor si no se quiere que los setenta minutos de esta genial partitura pesen como una losa. Joseps Pons, un director con buena técnica pero más bien gris en lo expresivo (escúchese su disco dedicado a Nino Rota para comprobar hasta qué punto puede interpretar mal una música fácil de dirigir), no parece estar en la muy resgringida lista de las grandes batutas brucknerianas. El público aplaudió con entusiasmo, sospecho que más por el despliegue decibélico que por otra cosa.

5 comentarios:

Ignacio dijo...

Hola.

Que Barenboim sea "sin duda el mayor bruckneriano del momento" es, cuando menos, discutible. Pero ya sabemos que ese dogma no se puede siquiera dicutir con los que escribís en "Ritmo".

En cuanto a la ONE, es cierto que sigue sin ser una "gran" orquesta. Pero las "grandes" orquestas se cuentan con los dedos de una mano y, desde luego, la Staatskapelle de Berlín tampoco lo es. Con esto no quiero decir que la ONE sea mejor, pero hay que ver las cosas en su contexto. Y la ONE ha mejorado mucho en estos años con Pons, en técnica, en programación y, sobre todo, en "estado anímico". Pero, claro, si uno empieza criticando un concierto de la ONE y lo primero que hace al hablar de la interpretación de la 4ª es compararla con la de una "vaca sagrada" como es Barenboim, automáticamente se ha perdido la objetividad de la crítica.

A ver si me aclaro: hubo "un empaste, una seguridad y una potencia digna de admiración", "tuvo menos deslices que la Staatskapelle de Berlín", "trazara correctamente la arquitectura", "matizara con corrección la gama dinámica" y "cuidara la transparencia orquestal". Pero luego resulta que aplaudimos solo "más por el despliegue decibélico que por otra cosa". No hubo tal. La versión fue mucho más expresiva -sorprendentemente- que decibélica. Y digo "sorprendentemente" porque, efectivamente, Pons no es un director especialmente expresivo en el romanticismo y aquí, sin embargo, si estuvo expresivo. Pero generalizar con que Pons es siempre gris en lo expresivo es una simpleza: ahí estan sus logros en otros repertorios -Peter Grimes, Barbazul, el "Abschied" de DLVDE, la segunda parte de la 8ª de Mahler, etc- para demostrar que no es así.

Que conste que no es mi intención hacer una defensa de Pons. Pero es que críticas tan poco objetivas, con un lenguaje tan snob como esta -"Comprenderá el lector que si la de Barenboim, en cualquier caso de muy alto nivel, me dejó un punto insatisfecho,...."-, llena de tópicos -"la agrupación de Barenboim, por descontado, ofrezca mucha mayor musicalidad ...", "un director con buena técnica pero más bien gris en lo expresivo"- y de juicios de valor -"sin duda el mayor bruckneriano del momento", "hasta qué punto puede interpretar mal una música fácil de dirigir"- solo demuestran el bajo nivel de la crítica musical actual, lo que ocurre no solo en España, sino en todo el mundo.

Saludos.
Ignacio.

Fernando López Vargas-Machuca dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Ignacio dijo...

Hola, de nuevo.

"No sé por qué usted va a estar en posesión de la verdad: su opinión es tan respetable como otra cualquiera, entre ellas la mía."

Totalmente de acuerdo. Por eso no entiendo que se usted mismo se contradiga y se enfade por mi opinión.

¿He escrito en algún lado que estoy en posesión de la verdad?. ¡Caray!, debo estar ciego, pues no lo veo -ni lo entiendo así- en ninguna parte de mi mensaje.

Ahora bien, decir, literalmente, "Daniel Barenboim, sin duda el mayor bruckneriano del momento" o "escúchese su disco dedicado a Nino Rota para comprobar hasta qué punto puede interpretar mal una música fácil de dirigir", no son opiniones, son aseveraciones, así que no se haga ahora el ofendido si alguien le contradice, pues, con esas frases parece que es usted el que quiere estar siempre en posesión de la verdad. Y si no es así, eso es lo que parece por lo que le recomiendo que revise su lenguaje.

Finalmente. "A lo mejor, si hubiera dicho maravillas de la One, de Pons y de ese concierto pensaría usted que soy un crítico fenomenal. ¿Acierto?".

¡Agua!. Frio frio. Si hubiese usted dicho que "sin duda, Pons es el mayor bruckneriano del momento" mi mensaje hubiese sido exáctamente el mismo. No tengo nada a favor de Pons. Yo lo que le estoy criticando es su falta de objetividad crítica, es decir, confundir "sus" criterios subjetivos con verdades incontestables ("sin duda", "música facil de dirigir").

A lo mejor, si no se me hubiese ocurrido mentar al Dios Barenboim, no se hubiesen revolucionado tanto los "Ritmeros". ¿Acierto?.

Fernando López Vargas-Machuca dijo...

Gracias por su comentario.

Me parece perfecto que mi lenguaje le parezca snob y que mi nivel como crítico le parezca lamentable, pero en este blog no le debo nada a nadie: escribo lo que opino, sin más. Los que lo lean pueden pensar lo que les dé la gana.

En dogmas hace tiempo que dejé de creer. Si digo que Barenboim es el mejor bruckneriano del momento es porque no me pare que haya otros. Cuando Thielemann termine su ciclo, veremos.

En cuanto a Pons, le escuché con cierta frecuencia en sus últimos años en Granada, además de no pocos conciertos con la ONE y de sus contadas apariciones en Sevilla y en el Real. Lo siento, me parece un músico de una grisura total.

¿Que a usted y a muchos -por los aplausos- les pareció expresivo su Bruckner? Pues vale, a mí no. No sé por qué usted va a estar en posesión de la verdad: su opinión es tan respetable como otra cualquiera, entre ellas la mía.

Y le recuerdo que la crítica musical (como cualquier otra crítica estética, entre ellas la de pintura o la de cine) se basa en apreciaciones subjetivas. Otra cosa es que nos dejemos llevar por cuestiones extramusicales y valoremos en función del color político del artista de turno, de lo feo o guapo que es o de lo mal que a uno le caiga. Al señor Pons no tengo el gusto de conocerlo ni me ha hecho nada malo. Me limito a decir lo que me parece como artista en función de lo que le he escuchado.

En fin, le vuevo a agradecer sus comentarios y a reiterarle que este blog, más que sentar catedra, lo que intenta es dejar constancia de mis opiniones, vertiéndolas sin ningún tipo de atadura previa. Luego cada uno le dará el valor que considere oportuno. Para usted, por lo que veo, ninguno. A lo mejor, si hubiera dicho maravillas de la ONE, de Pons y de ese concierto pensaría usted que soy un crítico fenomenal. ¿Acierto?

Un cordial saludo.

PS: repito la réplica porque antes había algunos errores en la redacción. Mil perdones.

Fernando López Vargas-Machuca dijo...

Explíqueme qué es un "ritmero" y cuándo se han revolucionado éstos, por favor.

Si usted lo que insinúa es que pongo mal a Pons porque me encanta Barenboim, despistado está. Hay críticos que tienen una opinión mucho peor que la mía sobre el maestros Pons y sobre la ONE que no tiene nada que ver con Ritmo y que, incluso, no son precisamente fans de Barenboim.

Si tiene usted algún problema con Ritmo, resuélvalo con la revista. A mí no me busque, porque en ella no soy más que un colaborador entre muchos.

Y hablando de lenguaje, usted sabrá que cuando se escriben críticas (o valoraciones, o como se les quiera llamar) no puede estar uno siempre con el "creo que...", "en mi opinión...", "para mi gusto...", etc. Es que eso se da por entendido.

Aquí me tiene usted para hablar de música cuando desee. Dialogar con argumentos sobre artistas, cuando quiera. Pero si es para intercambiar descalificaciones personales entre blogeros, le recomiendo que busque en otra parte. Internet está llena de gente con ganas de "marcha". Y ahora, si me disculpa, tengo que hace las maletas, que me espera un largo viaje por caretera. Un saludo.

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