domingo, 21 de diciembre de 2008

Monica Huggett se despide de la OBS

O al menos eso es lo que parece, porque la violinista londinense se pondrá en septiembre de 2009 al frente del departamento de Música Antigua de la Juilliard School y no parece que sea fácil compatibilizar esta reponsabilidad con la de principal directora invitada de la Orquesta Barroca de Sevilla; de momento no hay ninguna colaboración conjunta para el año que viene. Me alegro mucho por ella, pero su marcha supondrá una gran pérdida para la formación hispalense, porque se trata de una excelente directora. Al menos para mi gusto: con Huggett no hay lugar para la frivolidad, para las sonoridades relamidas ni para el fraseo pimpante en el que caen algunos celebrados directores historicistas, pues sus interpretaciones -unas veces más acertadas y otras menos- se hallan presididas por la energía, la jovialidad, la chispa, la robustez bien entendida y un carácter rústico de lo más saludable.

La rusticidad presidió precisamente su concierto de presunta despedida al frente de la OBS que tuvo lugar el viernes 19 en el Teatro Villamarta de Jerez (ofrecido también en Córdoba, Cádiz y Sevilla). De hecho, la propia Monica Huggett realizó toda una declaración de principios al presentar el Concierto de Brandeburgo nº 1 -se dirigió al público en inglés- como un diálogo entre la nobleza, en la voz de la cuerda y las maderas, y el pueblo llano, representado por los metales y el violín piccolo.

La interpretación fue muy fiel a estas premisas, aunque paradójicamente la artista me convenció menos en su faceta de violinista, quizá en exceso personal y no muy fina, que en la de directora, sabiendo ofrecer una lectura mucho más intensa y cálida -aunque no menos idiomática- que la ya antigua de Ton Koopman en la que ella misma participó hace ya un cuarto de siglo; a destacar el tratamiento de la Polacca, mucho más acertada de como se suele hacer últimamente.

La Obertura en Fa M. TWV 55 F3 de Telemann que ofreció Huggett para cerrar el programa estuvo presidida por la misma vitalidad y se benefició de idéntica seguridad técnica por parte de una OBS en excelente forma, no sabiendo uno si admirarse más de la potencia de las trompas naturales, del empaste de la cuerda o -quizá más aún- de la musicalidad de las maderas.

Entre medias pudimos escuchar la cantata Oh, di Betlemme altera povertà venturosa y el motete In Furore lustissimae Irae, de Vivaldi, páginas de nuevo estupendamente tocadas y dirigidas. Monica Piccinini, con su voz pequeña y algo justita por arriba, hizo gala de una notable agilidad en los pasajes extrovertidos y de una gran capacidad para la introspección en los recogidos, llegando a ofrecer momentos realmente mágicos. De propina nos hizo de Cleopatra haendeliana. No le hubiera venido mal un poco más de variedad expresiva, pero aún así estuvo estupenda y con su presencia redondeó un concierto que recordaremos como el cierre de una muy feliz etapa de la OBS.

2 comentarios:

Pablo J. Vayón dijo...

No hay tal despedida. En el último año (en realidad, desde el Festival de Granada de 2007) Monica había dirigido ya menos a la OBS, sencillamente porque desde la dirección artística del grupo se pensaba que los programas convenían mejor a otros músicos. Está claro que lo de la Juilliard limitará a partir de ahora la posibilidad de encontrar fechas, pero la voluntad entre las dos partes es la de seguir colaborando, aunque es cierto que a lo mejor el título de Principal Directora Invitada puede empezar a resultar equívoco. ¡Feliz Navidad!

Fernando López Vargas-Machuca dijo...

Pues si es así, hay motivos para que las Navidades sean más felices ;-)

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