Improvisación total de cara a la interpretación de esta noche bajo la dirección de Yuja Wang en Sevilla. Ya haré algo más digno.
1. Colin Davis/English Chamber (Decca, 1962). Nada de mirar al mundo barroco. Si neoclasicismo, pues estricto neoclasicismo. Británico por más señas, y del mejor posible. Equilibrio, elegancia algo distante, naturalidad, cantabilidad sin efusividades, moderación en los contrastes y una depuración sonora extrema singularizan esta recreación increíblemente bella que revela el lado más apolíneo de la escritura. La ECO está increíble: solo Boulez y su Ensemble alcanzarán semejante grado de claridad. La toma se ha conservado estupendamente. (9)
2. Stravinsky/Sinfónica de Columbia (CBS, 1964). Don Igor nunca fue un director elegante ni particularmente inspirado, pero resulta impagable su testimonio de cómo le gustaba a él que sonara su música. En este caso parece que la quería ágil, bulliciosa, afilada, dotada de claroscuros y salpimentada con un sentido del humor al mismo tiempo pícaro e incisivo. O sea, poco que ver con lo que había hecho Colin Davis. A conocer. (8)
3. Chailly/London Sinfonietta (Decca, 1979). Situándose en el extremo opuesto a Colin Davis, el milanés sigue a Stravinsky en su interés por poner la agilidad y los contrastes en primer plano, pero lo hace acentuando los ataques, marcado más los ángulos y dotando a la obra de cierta violencia. El humor, al menos el humor más distendido, queda relegado en esta interesantísima aproximación a los aspectos inquietantes de la escritura. (9)
4. Boulez/Ensemble InterContemporain (DG, 1981). Al frente de un conjunto que toca de manera portentosa, el autor de El martillo sin dueño –no precisamente un artista “romántico”– parece querer llevarle la contraria al propio Stravinsky y aporta una dosis importante de gravedad y sentido del misterio, de densidad incluso, además de –como Chailly– un humor más sombrío que risueño. Lo hace, en cualquier caso, sin merma alguna de la claridad (¡insuperable!), de la elegancia ni de ese sentido del ritmo tan peculiar de Stravinsky que el francés supo recrear como nadie. El resultado es fascinante. (10)
5. Dutoit/Sinfonietta de Montreal (Decca, 1991). El maestro suizo aporta sensualidad a esta música, una tímbrica algo impresionista y cierto sentido de la atmósfera. Por lo demás, Dutoit encaja perfectamente con esta música del periodo neoclásico de su autor por la mezcla de elegancia, equilibrio y belleza sonora. También se aprecia cierta sosería: con independencia de que se subrayen los aspectos lúdicos o los inquietantes, la partitura reclama tensiones más marcadas. (8)
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