sábado, 19 de octubre de 2024

Más sobre la subjetividad de la crítica: Novena de Bruckner por Nelsons

Esta entrada continúa el hilo abierto por la anterior y sus correspondientes comentarios. ¿Es posible renunciar en la crítica musical a la subjetividad de la percepción? Sigo afirmando que no: cada uno de los elementos más o menos objetivos de la interpretación –tempi, articulación, equilibrio de planos, planificación de tensiones y tal, por referirnos exclusivamente al campo sinfónico– son árboles que a veces impiden ver el bosque. Cierto es que no puede haber bosque sin árboles, pero estos no son el bosque. Para verlo hay que dar un paso hacia atrás y contemplar el panorama global, y luego decir qué nos parece lo que estamos contemplando.

Si en el texto precedente usé como ejemplo la Sinfonía nº 9 de Bruckner en interpretación de Christian Thielemann con la Staatskapelle de Dresde, ahora vamos a por la que solo tres años más tarde, en 2018, grabaron Andris Nelsons y la Orquesta del Gewandhaus de Leipzig para DG: con independencia de que el berlinés usa una edición algo diferente –Alfred Orel–, ambas son de corte similar pero ofrecen resultados bien distintos.

En los dos casos, orquestas sajonas de sonido cálido ideal para Bruckner, o al menos para ofrecernos un Bruckner menos imponente y más humano: ni el músculo tremendo de Berlín ni la mezcla de plata y terciopelo de Viena. Coinciden también en la extraordinaria plasticidad en el tratamiento de las familias instrumentales, en el perfecto balance y en la manera de combinar morbidez con potencia sonora. Asimismo lo hacen en lo que a la belleza y elegancia del fraseo se refiere, sin que ello signifique desatención –todo lo contrario– a la necesidad de alcanzar picos de tensión crispados. En todo caso, es a Nelsons al que se le puede hacer algún reproche serio en lo que a la continuidad de las secciones se refiere: en los movimientos extremos no siempre los cambios en el tempo poseen la naturalidad deseable.

Lo curioso es que, a pesar de lo dicho, el maestro letón resulta superior a su colega en algo tan difícil de objetivar como fácil de percibir: la intensidad con que hace tocar a los músicos que tiene delante. ¿Cómo se puede medir, con datos meramente formales, eso de la "intensidad expresiva"? Sí, vale, el asunto tiene que ver con los tempi, con el vibrato, con los golpes de arco y con no sé cuántas cosas más, pero en este caso concreto la praxis interpretativa de los señores Thielemann y Nelsons son similares, y su punto de vista estético tampoco difiere demasiado. Cierto, hay que especificar que el segundo de los citados subraya las disonancias de las interjecciones de las trompetas en el primer movimiento –desde 14:12–, como si quisiera apuntar hacia un presunto germen del expresionismo, y que además aborda el Trío del Scherzo con una rapidez bastante nerviosa, pero las diferencias tampoco van mucho más allá. Simplemente, uno se encuentra inspirado y el otro un tanto dormido. Y con ellos, sus respectivas orquestas.

6 comentarios:

Fouquier de Tinville dijo...

Yo lo que más valoro en un crítico es su experiencia personal, los cientos o miles de discos y conciertos que conoce, más las muchas horas de trabajo de sistematización (las críticas comparadas de grabaciones, los listados con puntuaciones), todo eso con una formación histórica y musicológica detrás, producto de toda una vida de pasión y dedicación profesional. Todo ese trabajo no lo he hecho yo, la verdad, salvo de forma parcial en algún rincón del repertorio, y de forma incompleta, pero los críticos a los que admiro sí, lo mismo para los cuartetos de cuerda del siglo XVIII que para las óperas del XX. Por otro lado, los críticos tienen sus criterios, subjetivos, claro. Yo valoro la coherencia y también que los criterios sean explícitos. Puedo no coincidir a pesar de todo con ellos, pero los respeto.

Lo que no admito es la opinión de un crítico que dice cosas incorrectas porque no conoce los factores objetivos (por ejemplo, equivocar una edición con otra de una partitura, o decir que una interpretación dura menos que otra sin darse cuenta de que en una de ellas no se han hecho las repeticiones, se ha usado otra edición, etc.). Tampoco son admisibles las incoherencias (que le guste algo de una forma según quién sea el intérprete, por ejemplo, o que emplee unos criterios unas veces y otros criterios otras, según algún factor no confesable, unas veces inocente y otras no tanto, como la nacionalidad del intérprete, si un día le firmó o no un autógrafo o la compañía discográfica de la grabación, si le han regalado entradas, etc.). Cuando los criterios no son explícitos uno puede inferirlos, si son coherentes, pero no está mal explicarlos y explicarse porque ese esfuerzo clarifica, y ayuda al lector y al propio crítico.

Por tanto, hay críticos que sí y otros que no. Algunos que escuchan lo que yo y otros que no sé qué diablos están escuchando. Los que hacen un esfuerzo por depurar y enfocar sus criterios frente a los que alaban el disco del anunciante o que ponen a caldo el disco con el cantante al que odian, cualquiera sabe por qué.

Yo también he seguido los consejos de críticos como Fernando Vargas-Machuca, Ángel Carrascosa, Pedro González Mira o Ángel Fernando Mayo y Pérez de Arteaga, y a todos ellos tengo mucho que agradecerles. De los que tengo mala opinión mejor no digo nada, pero muchos me han señalado direcciones equivocadas. Sólo hay que comparar grabaciones. A veces es llamativamente evidente.

Fernando López Vargas-Machuca dijo...

Gracias por el mensaje, Fouquier. Yo también aprendí muchísimo de los críticos que usted señala, así que me da bastante reparo que ponga mi nombre entre ellos, porque obviamente no estoy a la altura.

Dicho esto, hay uno con el que guardo enormes reparos: Pérez de Arteaga. No habiéndole conocido personalmente, le debo tanto o más que la mayoría de los melómanos españoles. Fue un gigantesco comunicador, en la radio y en los medios escritos. Su erudición era grande. Transmitía pasión y descubría (nos descubría) muchísimas cosas interesantes. Le encantaba, como a mí, la música de cine. Sin embargo... Qué quiere que le diga, como crítico de interpretaciones musicales creo que dejaba que desear. Nunca encontré coherencia en sus "puntuaciones". Generalmente uno termina encontrando un cierto "hilo argumental" en las preferencias de cada crítico, pero no era el caso. Peor aún, en lo que a su libro Mahler se refiere me sentí engañado. ¿De verdad Arteaga quería que pensásemos que se había escuchado TODOS los discos Mahler que existen, haciéndolo además con suficiente atención como para poner estrellitas a cada uno de ellos? No es que las puntuaciones parezcan puestas al azar: es que creo que realmente lo estaban. Francamente, no le hacía falta alguna realizar semejante alarde. Mucho antes que las dichosas estrellitas, hubiera preferido un análisis de tres o cuatro páginas sobre las diferentes líneas interpretativas que ha conocido este compositor. Hubiera resultado más aclaratorio.

xabierarmendariz88 dijo...

Estoy básicamente de acuerdo con tu valoración del apartado de Discografía del libro de Mahler de José Luis Pérez de Arteaga. Pero creo que, más allá de la exhaustividad de aquel repaso, seguramente excesiva, sus valoraciones de las principales referencias para cada sinfonía sí me resultan útiles, al menos para las versiones que él consideraba referenciales. Por lo demás, reconozco que lo que me atraía de las críticas de Pérez de Arteaga era su estilo literario y, en su caso, su exactitud, (aquella reseña de la Cuarta de Bruckner por Vänskä…).
Por eso, el crítico musical español en activo que me parece más completo es Luis Gago. Tiene un conocimiento realmente vasto de toda la Historia de la Música occidental, (en esto es superior a Pérez de Arteaga, que sobre todo centraba su atención en los siglos XIX y XX), y me parece muy equilibrado a la hora de valorar las aportaciones de músicos y corrientes interpretativas de distinto signo, que es a lo que un crítico musical debe aspirar. Y como bien apuntas, teniendo en cuenta “los árboles” pero sin que éstos le impidan ver “el bosque”.


Fouquier de Tinville dijo...

Fernando, sí, lo que dices de Pérez de Arteaga es cierto. Aprendí muchísimo de él, pero en ese aspecto concreto, coherencia y sistematización en las grabaciones, dejaba bastante que desear. No tenía una línea argumental clara para ello, ni explícita ni implícita. Yo creo que muchos críticos de Scherzo seguían, a grandes rasgos, un criterio genealógico-nacionalista, por llamarlo de algún modo. Un director que le hubiera llevado la cartera, hubiera asistido a un estreno o se hubiera tomado un café con el compositor, era una fuente informada y canónica; un director checo era una fuente interpretativa "pura" para la música checa, los franceses para la francesa; etc. Tenían cierta repulsión por los directores todoterreno, cuyos máximos ejemplos eran los directores judíos que habían nacido en un país, se habían formado en otro, y saltaban de un lugar a otro, con repertorios amplísimos (Solti, Barenboim, Bernstein). Los directores de amplio repertorio como Karajan tenían la presunción a su favor para el repertorio austrohúngaro. Etc. Yo creo que Pérez de Arteaga era poco consistente incluso en eso, pero sí seguía el guión Ángel Fernando Mayo, por ejemplo (lo que pasa es que este sí tenía un conocimiento profundo, y comparado, de "su" repertorio).

Fernando López Vargas-Machuca dijo...

Wink55 comenta lo siguiente en la anterior rentrada:

"Como anécdota contaré que hasta no hace mucho había un señor en Amazon con miles de reseñas de discos de música clásica. Refiriéndose a los conciertos de piano de Beethoven que grabaron Solti y Ashkenazy, llegó a afirmar que el piano probablemente no estaba bien afinado.
Y sorprende también que un crítico muy conocido de usted pero que no voy a mencionar, es de los pocos que tiene una valoración negativa de la integral de sonatas para violin de Faust-Melnikov."

Le contesto. El que escribía en Amazon tenía miles de entradas (un amigo mío decía que era un algoritmo) y las borró todas porque se cabreó al descubrir que no podía replicar a otros comentaristas. Yo sospecho que habría escrito en más de una ocasión atacando abiertamente a otros, que Amazon le borró esos comentarios y que a raíz de ahí tomó la decisión. Otra explicación no veo. Yo creo que era muy culto y que sabía muy bien de que hablaba, pero me resultaba difícil coincidir con sus apreciaciones y en más de una ocasión vi tendenciosidades no espontáneas, sino maliciosas.

Lo del piano desafinado me extraña muchísimo: Decca se tomaba la producción musical muy en serio, los productores grababan (como los de hoy, claro) partitura en mano, y alguien tan extremadamente riguroso como Solti no hubiese consentido publicar una cosa suya con la menor desafinación. No sé, lo mismo el Petrovich este tiene un oído más fino que el del maestro húngaro. Podría ser, ¿eh? No hablo con ironía.

Sí que me permito algo de cachondeo en el otro tema que usted me saca: me encantaría que Carrascosa fuera el crítico musical del ABC de Sevilla y David Hurwitz el del Diario de Sevilla. ¡Cómo iban a cambiar las cosas en la ciudad de la Giralda!

Intentaré contestar luego a los otros comentarios.

Wink55 dijo...

Gracias por la respuesta, pero me sigue sorprendiendo lo de Faust-Melnikov, que seguramente se hará extensible a Capuçon-Braley.
Por cierto, que bien ha mejorado el concierto de violín de Beethoven con Oistrakh-Cluytens, mucho mejor que el SACD de Praga que tengo de hace unos años. Ya sé que hay muchas versiones del concierto y que usted prefiere otras, lo comento más que nada porque nos fijamos demasiadas veces en el formato(en este caso el SACD) pero que lo importante es reprocesar las fuentes originales para dar nueva vida a grabaciones históricas, que gracias a los avances tecnológicos se pueden escuchar casi como de una grabación reciente. La Kreutzer no ha mejorado tanto con un piano que suena francamente mal.
En cuanto a Petrovich, yo le leía mucho para orientarme, tenía sus cosas, pero observo más parecidos que diferencias con sus valoraciones. Solía reseñar bien a Barenboim. Eso sí, de Grimaud no hablaba muy bien.

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