martes, 4 de junio de 2024

Dejando morir a la ROSS

Quede bien claro que escribo desde la tristeza y la decepción. Por ello voy a andarme sin paños calientes y sin pelos en la lengua. Ahora bien, prometo que voy a releer este texto atentamente antes de publicarlo, porque no quiero caer en exageraciones derivadas del cabreo.

La Sinfónica de Sevilla va cuesta abajo y sin frenos. “Huele a muerto”, me ha escrito un amigo. Está mal en lo técnico, como pude comprobar hace poco personalmente en la Quinta de Prokofiev (leer reseña): cierto es que Marc Soustrot, acertadísimo en lo expresivo, dirigió con graves problemas para sostener el discurso horizontal y clarificar el vertical, pero las inseguridades y la pobreza sonora de la orquesta se deben en buena medida a ella misma. En los años noventa fue una de las mejores de España. Ahora bien, el nivel de nuestras formaciones ha subido considerablemente en las dos ultimas décadas, mientras la hispalense va cada vez peor. Lo sé porque la llevo escuchando desde sus primerísimos conciertos, y también porque puedo comparar: desde aquella sobredosis del Maestranza durante la Expo’92 hasta ahora he escuchado una enorme cantidad de conciertos sinfónicos en directo. Aquí, allí y más allá. A las mejores del mundo y a alguna de las peores. Viajo mucho. Sé lo que hay por ahí. La ROSS no solo no es lo que era, sino que ya no da la talla para una ciudad como Sevilla, que es –o debería ser– un referente cultural para toda España.

Si las cosas andan mal en el plano puramente técnico, en lo que a proyecto artístico se refiere la cosa está peor. La programación presentada esta mañana ha sido un jarro de agua fría. La ha confeccionado una persona a la que aprecio muchísimo: Juan Luis Pérez. Por eso me duele especialmente decir que es mediocre. ¿Qué los medios económicos son mínimos? Desde luego. ¿Qué está muy bien que se recupere aquel Primero de Bartók con Floristán suspendido por la huelga, o que se hagan cosas como la acongojante Sinfonía de Réquiem de Britten, el Concierto para flauta de Nielsen o el Concierto Rumano de Ligeti? Sin duda. Pero los programas apenas cuentan con batutas de fuste internacional, los grandes solistas brillan por su ausencia y, lo peor de todo, resulta complacientes y escasos de imaginación. ¿De verdad hay que ofrecer otra vez la castaña nazi-fascista de los Carmina Burana por aquello de hacer taquilla? ¿Y qué me dicen del Concierto de Aranjuez y el Concierto andaluz de Rodrigo? Caspa en estado puro.

Así las cosas, solo hay dos posibilidades.

UNA, dejar morir a la orquesta. Me consta de buena tinta que los políticos han tenido –y probablemente siguen teniendo- esa solución encima de la mesa. Se procedería a su disolución. Luego se crearía otra más pequeña, más barata y menos problemática desde el punto de vista de sindical, o directamente se la sustituiría por otra u otras. Sospecho que la demonización del comité de empresa y de los propios músicos que algunos medios andan realizando va en esa dirección. Posiblemente algunas personas se frotan las manos pensando que van a colocar a esa orquesta con la que ellos, o sus cónyuges, se encuentran directamente relacionados. O que el presupuesto de la ROSS se va a dedicar a más cuerda de tripa y –peor aún– a hacer más óperas. De “tema sevillano”, faltaría más.

DOS, incrementar sustancialmente el presupuesto por parte de las administraciones públicas, atender las justas demandas de los músicos y plantear un proyecto artístico muchísimo más imaginativo y en el que se cuente con batutas y solistas de cierto renombre. También me parece importante aparcar el tema de la titularidad: se postulan algunos de los contratados para esta temporada –ya se ha leído por ahí algún artículo adulatorio anticipándose al advenimiento del Mesías–, pero estas cosas hay que tomárselas con mucho tiempo y después de un importante trabajo juntos, no a partir de un par de programas de abono o de una ópera. Añadamos a esto la necesidad de contratar nuevos miembros del más alto nivel posible y, no lo olvidemos, el asunto más problemático: animar a la jubilación anticipada a los profesores que no dan la talla. Así de claro. Defiendo al comité de empresa en sus reivindicaciones salariales y profesionales –yo mismo estoy afiliado a Comisiones Obreras, lo digo con orgullo–, pero precisamente por respeto a aquellos trabajadores que demuestran un alto nivel de cualificación hay que reconocer que otros no están a la altura del trabajo en equipo que hay que desempeñar. Y no me vengan con milongas, porque –lo dije antes– a esta orquesta la he escuchado muchísimo, al igual que tengo muy trabajadas a algunas otras, particularmente las de Madrid y Valencia. La mejoría y estabilización de la ROSS también pasa por un filtro de calidad.

Supongo que no hará falta que se lo diga: la vía uno se impone con claridad, por desgracia para todos los amantes de la música sinfónica. Que, pese a lo que digan los desvergonzados manipuladores de turno, seguimos siendo muchísimos.

3 comentarios:

V&M dijo...

La verdad es que tiene razon en mucho de lo que expone. Pero lamento disentir en que si la Ross desapareciera no habria tanto ruido. Esto no es el Betis o el Sevilla lamentablemente.

Por otro lado la Ross es deficitaria desde hace muchos años y solo se cuadra presupuesto con derramas extraordinarias.

La idea de renovacion que sugiere desconozco si es posible. Pero si parece compleja. En el mundo educativo apenas sucede salvo por la posibilidad de jubilaciones a los 60 y cada vez menos, imagine en la orquesta.

Quiza falte imaginacion. Apuestas mas arriesgadas pero eso a veces inicialmente aleja al publico de ahi que apareza el Carmina Burana o el Rodrigo de turno. Lo que si comparto es que a situacion desesperada medidas arriesgadas.

En fin veremos en que acaba eato

Carlos dijo...

¿Puedo preguntarle qué batutas de fuste internacional y qué grandes solistas le gustaría que estuviesen presentes en la temporada de la ROSS?

Fernando López Vargas-Machuca dijo...

Jajaja, ¡hombre, como gustarme, me gustaría ver a tantísima gente! Pero bueno, entiendo que la pregunta va por otro camino: con el nivel que tiene la ROSS, qué estaría bien que se viera. Ahí la respuesta sí que es más simple, porque no se pueden pedir tonterías de un Mehta, un Rattle, un Nelsons o cosas así. Sin ir más lejos, me consta que la ROSS pidió hace ya tiempo presupuesto a Riccardo Muti, y este dijo que eran 12 millones de las antiguas pesetas por dos conciertos de abono. Así que de esa liga, nada de nada.

Pues bueno, la repuesta sería que vinieran intérpretes como los que frecuenta, por ejemplo, la Filarmónica de Gran Canaria. Consulto la web con la próxima temporada y hay una lista interesante: Trevor Pinnock, Albretch Mayer, Leonard Slatkin (que a mí no me gusta, pero es de categoría), Frank Peter Zimmermann (que creo que estuvo en más de una ocasión en Sevilla)... Ojito, que no estoy decantándome por Chichon como nuevo titular. Pongo esa orquesta como ejemplo de hacer bien las cosas, porque entiendo que no es solo una cuestión presupuestaria, sino también de contratar con tiempo, de saber qué hay en "el mercado", de tener una agenda de contactos, de ofrecer al artista un ambiente de trabajo en el que no se masque una tensión continua, etc.

Tampoco creo, por cierto, que supusiera demasiado esfuerzo llevar a Sevilla a un director magnífico como Eschenbach, que trabaja regularmente con varias orquestas españolas. Y ya pasando a la programación-ficción, a mí me encantaría ver a un John Mauceri hacer uno de esos programas con música de cine que a él le gustan. No sé, no creo que fuese tan caro. Pero aunque no lo fuese, no creo que haya intención de hacer cosas así.

Dicho todo esto, después de haber escrito esta entrada se anunció un compromiso político para el futuro económico de la ROSS. Buenísima noticia que, en principio, desmiente que la estén dejando morir, pero no es menos cierto de que muchos hemos recibido noticias creíbles de que la idea ha estado sobre la mesa. Veremos qué aporta el futuro. Mejor dicho, lo verán los sevillanos, porque a mí los gestores de la ROSS no me quiere ni en pintura y he decidido pasar de ella. ¡Fíjese que incluso me he abstenido de escuchar esta semana La sirenita, una obra que adoro! Menos mal que tengo aviones, que si no...

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