domingo, 15 de octubre de 2023

¿Por qué no soy "crítico oficial"?

Me decía alguien ayer, a raíz de que la ROSS siga negándose a invitarme como crítico a sus conciertos "porque lo que tengo es un blog", al tiempo que acoge gustosamente a los mismos que están intentando cargarse a la orquesta (¡brava, María Jesús Ruiz, eso es ojo avizor!), que cómo es posible que a estas alturas yo no escriba en ninguna publicación oficial. La explicación es fácil.

En Jerez, José Luis de la Rosa jamás me ofreció compartir su puesto en Ritmo a pesar de que yo escribía abundante crítica discográfica –y unas cuantas entrevistas– en las páginas de la publicación. Ni siquiera, por pudor, se le ocurrió que yo hiciera las reseñas de las óperas, toda vez que él cantaba en el coro en todas las producciones. Sencillamente, quería usar sus críticas para ponerse al servicio del teatro o, mejor dicho, de su director Francisco López Gutiérrez. Yo era demasiado peligroso: iba por libre.

En Sevilla, algo parecido en lo que a Carlos Tarín Alcalá se refiere. Por supuesto, el jamás cometió la felonía de escribirse la crítica a sí mismo. Lo que sí es cierto es que este señor lleva muchos lustros, desde principios de los noventa o incluso antes, escribiendo para dos medios al mismo tiempo: primero en El Correo en Andalucía, luego en ABC Sevilla, y siempre en Ritmo. Nunca ha necesitado más que uno para acreditarse para los eventos musicales sevillanos y dejar oír su voz. Yo escribí mucho durante diez años en Ritmo y jamás se lo pedí. Ni se lo insinué. Nunca me lo ofreció. Paradójico que él y otros colegas con lo que se lleva muy bien, y que también son corresponsables de dos medios diferentes (¡qué casualidad!), escriban sobre la necesidad de la pluralidad de opinión, de la libertad de prensa y todo eso. A la hora de la verdad, lo que les interesa es estar en varios sitios y/o que no escriban otros de diferente línea ideológica.

El ABC de Jerez me llamó una vez, cuando existía esa publicación. Como me indicaron, le mandé un dossier a Ramón María Serrera. En principio su opinión fue positiva, y hasta fue simpático conmigo. Luego, sin que hubiera habido el más mínimo roce entre nosotros, me vetó personalmente. Me consta de muy buena tinta que fue así, pero los motivos aún no están claros.

El Correo de Andalucía me llamó en 2005 cuando quedó un puesto libre, pero ese mismo año me mandaron a trabajar a la provincia de Jaén. Entró mi entonces muy buen amigo Juan José Roldán con la promesa de que cuando volviera a la zona, compartiríamos la responsabilidad. Volví al año siguiente, y me aplicó aquello de que quien se fue a Sevilla –en este caso, a Úbeda– perdió su silla. Con toda la frialdad del mundo. Y ahí sigue.

Ah, se me olvidaba: el hasta hace poco director de Diario de Jerez me confesó que, cuando preguntó por mi recomendabilidad como crítico –supongo que tras la bochornosa defenestración de Ignacio Sánchez Quirós y el fallecimiento de José Luis de la Rosa–, alguien le aconsejó que no contara conmigo. No hace falta ser muy listo para saber quién es ese alguien, habida cuenta de que del Grupo Joly se trata.

¿Ha quedado claro? Pues eso.

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