jueves, 14 de septiembre de 2023

El disco Wagner de René Pape con Barenboim

René Pape fue un señor que, desde muchísimo antes de aquellas declaraciones homófobas que le causaron más de un disgusto, me ha caído mal. Le he visto en camerinos, en ensayos y en las puertas de los teatros con cara de muy pocos amigos, he comprobado cómo se dirige a sus fans y he leído entrevistas en las que hace gala de una chulería poco respetuosa. Ahora bien, siempre le he tenido por un gran cantante, no sin ciertos reparos. Por eso mismo he querido volver a este disco dedicado a Richard Wagner registrado en 2010 junto a su mentor Daniel Barenboim, la Staatskapelle de Berlín y el mismísimo Plácido Domingo haciendo de Parsifal. Pues bien, me he encontrado de todo dentro de un muy alto nivel.

La calidad de la voz, no especialmente ancha, es evidente. La dicción, impecable. A prueba de bombas la técnica. La musicalidad resulta incuestionable. La línea de canto aporta, sin salirse de la ortodoxia, un sentido del legato que le sienta estupendamente a este repertorio y que no siempre poseyeron los grandísimos cantantes históricos. Pero aun así, su Wotan no me lo creo: ni por instrumento ni por expresión da la talla. Le falta autoridad.

Sí que convence como Hans Sachs, aunque mucho más en su monólogo bajo el sauce que en la gran arenga final. Y no acaba ahí su visita a los Meistersingers, porque también hace un estupendo sereno.

Está francamente bien como el rey Heinrich de Lohengrin –no muy allá el Coro de la Staatsoper–, pero lógicamente donde se mueve más cómodo es en el Gurnemanz de Parsifal, título del que se ofrece aquí la larga escena de los Encantamientos del Viernes Santo. Bellísima, muy lírica y adecuadamente belcantista, la canción de Wolfram en Tannhäuser.

¿Y Barenboim? Gran wagneriano siempre, hay algo que los más fanáticos del de Buenos Aires se niegan a reconocer: cuando le toca ponerse épico se corta un poco, por no decir que resulta un tanto apagado. Por otra parte, este ya es el Barenboim del siglo XXI, y se pongan como se pongan tanto los referidos incondicionales como sus numerosos detractores, hay una sustancial evolución del maestro en el domino del idioma wagneriano. Sí, soy de los que piensan que algunas de sus grabaciones para Teldec no eran para tanto como algunos dijeron; pero también soy de lo que están convencidos de que, desde más o menos el cambio de siglo, este señor ha escalado las más altas cimas wagnerianas posibles. Escuchen lo que hace con esta amplia página de Parsifal y derrítanse.

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